El autor

Dani Olivert Salgado es un apasionado del mundo onírico. Ha entrevistado a numerosos investigadores del sueño, tanto de la corriente paranormal como de la científica, y ha devorado cientos de libros sobre el tema. Fruto de todo ello es este libro, que aborda los aspectos más desconocidos relacionados con los sueños.

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Durante la noche, mientras dormimos, nuestro cerebro no se detiene, ni siquiera descansa... Simplemente hace cosas diferentes a las que hace durante el día. Y a veces esas cosas no son explicables por la ciencia. ¿Quién no ha soñado algo que se ha cumplido poco después? En este libro se cuentan varios casos de sueños premonitorios, pero no solo de este tipo. El autor también se adentra en los sueños telepáticos, clarividentes y de vidas pasadas. Todo un universo que ocurre mientras dormimos y del que formamos parte, aunque a menudo nos empeñemos en dejarlo a un lado. De hecho, podría decirse que los sueños han modelado la historia de la humanidad, tal como se desprende de los numerosos ejemplos que se recopilan en el libro.

Y si además de conocer mejor los sueños quieres que formen parte más activa en tu vida, en los últimos capítulos encontrarás las pautas para trabajarlos.

Sueños, una ventana a lo paranormal

© 2011, Dani Olivert Salgado

© 2013, Ushuaia Ediciones, S.C.P.

Carretera de Igualada 71, 2º - 8ª

43420 Santa Coloma de Queralt

info@ushuaiaediciones.es

ISBN edición papel: 978-84-938678-1-2

ISBN edición ebook: 978-84-938678-3-6

Diseño y maquetación: Dondesea, servicios editoriales

Ilustración de cubierta: © Oboznaya Kristina/Shutterstock.com

Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de cualquier parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, así como su almacenamiento, transmisión o tratamiento por ningún medio, sea electrónico, mecánico, químico, óptico, de grabación, de fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

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Introducción

El sueño y los sueños, estudiables y estudiados en la actualidad científicamente, traspasan aún en los tiempos que vivimos todas las fronteras de nuestra comprensión. De hecho, no sabemos por qué son útiles y necesarios los sueños, pero el caso es que lo son, si no, no soñaríamos una media de tres años durante toda nuestra vida (hablamos de soñar, no ya de dormir, que eso lo hacemos durante aproximadamente un tercio de nuestra vida).

Con frecuencia se asegura que el inconsciente que no puede hacerse consciente se manifiesta mediante sueños, visiones y alucinaciones. En ocasiones, en los sueños damos rienda suelta a la ira que no nos atrevemos a expresar o incluso a sentir conscientemente mientras estamos despiertos. La estudiosa onírica Gayley M. V. Delaney, de la que hablaremos más a lo largo del libro, comenta: «Podemos ser demasiado orgullosos como para llorar en un momento de enfado. En nuestros sueños podemos derramar lágrimas más sentidas, lágrimas que nunca necesitaremos reconocer».

En los sueños también podemos dar rienda a nuestras ideas más reprimidas, a nuestros deseos más ocultos. Cuando soñamos, se abre el telón de una obra que nosotros mismos producimos, dirigimos y protagonizamos. Toda esta libertad de emociones y pensamientos nos permite liberarnos lo suficiente para obtener un sueño totalmente restaurador.

Lamentablemente, todavía hoy mucha gente piensa que interesarse por los sueños es un claro síntoma de demostrar superstición, aunque por fortuna esto está cambiando; despacio pero de manera ya imparable.

Cuando despertamos por la mañana, a veces pensamos en el día que vamos a tener, en lugar de pensar en la noche que hemos tenido. No tenemos en cuenta que el sueño es la fábrica del día que está por empezar. No somos conscientes de que de igual manera que en los sueños hay cosas de la vigilia, en la vigilia hay también restos de los sueños. El escritor británico D. H. Lawrence lo razonó así: «Nunca pude determinar si mis sueños son el resultado de mis pensamientos o mis pensamientos el resultado de mis sueños». Entender esto es fundamental: los sueños son un factor que condiciona nuestro día a día.

Y además de no ser ajenos a nosotros, los sueños tampoco son irreales, ni siquiera lo son un poco más que todo lo que vemos cuando estamos despiertos; podemos decir que vigilia y sueño son dos modos o estados distintos de percepción, ya que vigilia y sueño, o dicho de otro modo lo que vivimos durante la vigilia y lo que vivimos durante los sueños, son cosas igual de reales. Hace mil años, y de forma metafórica, el sabio chino Tchouang-tseu planteaba este hecho del siguiente modo: «¿Qué soy en realidad, una mariposa que sueña que es un filósofo o un filósofo que sueña que es una mariposa?».

Por eso mismo, porque no conocemos con exactitud por qué y de qué manera se generan los sueños, podemos decir que de alguna forma los sueños son paranormales, ya que los fenómenos paranormales lo son por tener un efecto pero no una causa conocida.

En cuanto al acto de dormir, aún hay quien considera que es perder el tiempo. Bien, pues quien piense eso debe cambiar rápidamente de opinión, ya que dormir, y sobre todo hacerlo bien (que no es lo mismo que dormir mucho), no solo no es perder tiempo, sino que es invertir en salud y bienestar. Debemos aprovechar el tiempo que transcurre durante el sueño, pero no para aprender idiomas mientras dormimos, sino siendo conscientes de que la jornada que se acaba de vivir determina la noche que se va a pasar, y la noche que pasaremos determinará asimismo la próxima jornada. Y así durante toda nuestra vida.

Además, podemos conocer mejor nuestros sueños y trabajarlos, lo que nos puede ayudar en muchos aspectos. Luka Domich, neurofisiólogo de la Universidad de Alicante, dijo al respecto: «Para olvidar o almacenar, el cerebro debe primero comparar y asociar la información, y estas tareas las realiza durante los sueños». Pero para conocer y trabajar nuestros sueños es imprescindible primero saber dormir bien.

Sí, hemos dicho saber dormir bien. Aunque suene a broma, lo cierto es que por regla general no sabemos dormir correctamente. Esto en realidad no es extraño, ya que no existe una educación del sueño, algo que debería de enseñarse en la educación escolar como las matemáticas, la geografía o la educación física. Dormir mal puede acarrear irritabilidad, pérdida de memoria y de concentración, fatiga, etc. Además, con una buena educación del sueño se evitarían, por ejemplo, muchos de los accidentes de tráfico provocados por la somnolencia del conductor.

Dormir bien ayuda a combatir el cansancio anormal durante el día, a memorizar mejor, a reducir o eliminar el estrés… En definitiva, a sentirse mejor. Hay que saber que dormir mal es un efecto; hay que buscar la causa. Pero también, o sobre todo, tus sueños pueden serte de gran ayuda. No vamos a anticipar cómo, vamos a dejar que lo descubras a lo largo de las siguientes páginas.

Participa en tu vida onírica. Es solo tuya.

Los sueños paranormales

Mientras dormimos, lejos de lo que pudiera parecer nuestro cerebro no está ni mucho menos en reposo: hay mucha actividad allí dentro. Nicholas Humphrey, profesor de Psicología en la Universidad de Nueva York e investigador en el Colegio de Londres, asegura: «Soñar es una de las actividades más sofisticadas de la mente». Además, durante los sueños se activan las mismas zonas del cerebro que durante los pensamientos en vigilia; es decir, que no hay tanta diferencia cerebral entre estar pensando despierto y estar soñando, como se creía hace pocos años.

El parapsicólogo Charles Chuck Honorton propuso un modelo de percepción extrasensorial (conocida como PES) que vendría a ser algo semejante a un «sentido débil». Según postuló, la PES podría quedar disminuida considerablemente o incluso abolida por la actividad de los sentidos convencionales. En estado normal, el cerebro tiene que registrar y procesar toda la información de los «sentidos fuertes» o convencionales, algo que Honorton llamó «ruido». Ese «ruido» puede ser disminuido a través de estados alterados de conciencia como la hipnosis, la meditación o los sueños. Y bien sabemos que la mayor parte de los fenómenos de percepción extrasensorial se dan con mucha más facilidad en dichos estados.

Joseph Banks Rhine y su esposa Louise, pioneros en el estudio de la parapsicología científica, analizaron durante los años 70 del siglo pasado 7.119 casos de percepción extrasensorial espontánea. En su mayoría se trataba de premoniciones, seguidas de comunicaciones telepáticas. El 65 % de los sucesos de PES tuvieron lugar durante el sueño.

Pero veamos ahora tres tipos de sueños que podríamos llamar paranormales: los premonitorios, los telepáticos y los clarividentes. El investigador Alan Vaughan sugirió la amplia definición de «sueño psíquico» para referirse a cualquier sueño de los que entran en alguna de las tres categorías o a los que combinan varias de ellas. Esto lo hizo porque, como veremos, resulta a menudo difícil diferenciar un tipo de sueño de otro. Creo que sobra decir que incluso la suma de estos tres tipos de sueños es una ínfima parte del total de los sueños que tenemos.