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Índice

 

 

 

 

Portada

Introducción. Yihadista en el corazón de Europa

Capítulo 1. Los orígenes internos del fenómeno

Capítulo 2. El actual tsunami yihadista

Capítulo 3. ¿Qué territorios quiere dominar el islamismo radical?

Capítulo 4. El top del terror

Capítulo 5. ¿De dónde sale el dinero?

Capítulo 6. Atentados que han sacudido el mundo

Capítulo 7. La captación: de la mezquita a internet

Glosario. ¿Qué significa...?

Créditos

Introducción

Yihadista en el corazón de Europa

 

 

 

 

 

“Ustedes atacan al califato, atacan al Estado Islámico. Nosotros les atacamos. Ustedes lloran a sus víctimas como si no entendieran qué está pasando con las gentes de mi pueblo que mueren. Mientras, ustedes y su coalición, con ustedes a la cabeza, bombardean regularmente y nos envían a sus fuerzas asesinando civiles, matando a soldados. Ustedes son los únicos que matan. ¿Por qué? ¿Porque nos basamos en la charia? ¿Ustedes deciden qué pasa en la Tierra? ¿Es eso? Nosotros no vamos a permitir que eso ocurra. Vamos a luchar”.

 

Con estas palabras, Amedy Coulibaly, un ciudadano francés musulmán de origen maliense, delincuente común, radicalizado en el extremismo mientras estuvo en prisión, de 32 años, justificó el jueves 8 de enero de 2015 el asesinato a sangre fría por la espalda de una policía local de París que estaba interviniendo en un accidente de coche. Le disparó con su kaláshnikov, el arma fetiche del yihadismo como en el pasado fue la cimitarra para los combatientes musulmanes en las guerras santas. Al día siguiente mató a cuatro judíos franceses que se encontraban en una tienda de alimentos kosher también de la capital francesa. Coulibaly se sentía y estaba muy cerca en cuerpo, espíritu e ideología de los hermanos Chérif y Said Kouachi, autores de la matanza en la redacción de Charlie Hebdo ocurrida la mañana del 7 de enero de 2015 cuando dos extremistas musulmanes encapuchados y armados de los consabidos kaláshnikovs mataron a doce personas, dos de ellas policías, e hirieron de gravedad a otras cuatro. Al Qaeda en la Península Arábiga se atribuyó la masacre como una venganza por el honor profanado del profeta Mahoma, fundador del islam.

 

Antes de llevar a cabo sus crímenes, Coulibaly grabó un vídeo a modo de testamento en que explicaba los motivos que se escondían detrás unas acciones de extrema violencia que conmovieron al mundo. Lo primero que mostraba la grabación era un texto que reproducía palabras del Corán que los yihadistas consideran dogma de fe: “Y preparaos todo lo que podáis para luchar contra ellos como fuerza y como equipo para aterrorizar al enemigo de Alá y al vuestro, y a otros que todavía no conocéis pero que Alá sí conoce. Y todo lo que gastéis en el sendero de Alá os será devuelto por completo y no seréis perjudicados”. Inmediatamente después, aparecía el siguiente título: “soldado del califato”, y acto seguido mostraba ya la imagen del yihadista, vestido con una túnica blanquecina y un turbante de tonos oscuros. A su espalda, tan sólo una sábana blanca de la que pendía la bandera del Estado Islámico.

 

Coulibaly se presentó como soldado del califato a las órdenes del califa Ibrahim, el de Siria e Iraq, el del Estado Islámico, y hablando despacio y con un tono monocorde se expresó en francés, su lengua, y posteriormente, con evidentes dificultades, en árabe. “Me dirijo a todos los hermanos musulmanes, en especial a los de los países occidentales. Les pregunto: ¿qué hacéis con las agresiones, con las matanzas de poblaciones enteras, con los insultos; qué hacéis cuando frente a vuestra casa molestan a vuestros hijos?”, para concluir asegurando haber visto que las diferentes mezquitas que había visitado en Francia estaban “llenas de hombres, fuertes, sanos y deportistas” y preguntarse por qué “esos miles, millones de personas, no defendían al islam”. Ésta no sería la última aparición audiovisual de un personaje que reunía las características del nuevo islamista europeo que se suma a la lucha de Al Qaeda o del Estado Islámico o de los numerosos grupos islamistas que luchan por derrotar al infiel e implantar el Califato Universal, con el último objetivo de la que ley de Alá, la charia, reine en el mundo entero interpretando de forma literal las enseñanzas de Mahoma y sus primeros seguidores, a los que se conoce como los compañeros.

 

Coulibaly encarnaba el prototipo de personaje inadaptado a su país –en este caso Francia–, educado en escuelas con los valores republicanos del Estado de derecho, radicalizado luego en la calle, en prisión o a través de las redes sociales, y que, una vez convencido de un destino marcado por Alá a través de Mahoma, ataca en su propia casa a quien considera su enemigo o viaja a Siria e Iraq y se suma a un ejército extremista islámico que, aplicando el Corán en su sentido más estricto, somete a la mujer hasta extremos medievales ya olvidados y no duda en practicar el exterminio de los que discrepan y no piensan como ellos, quemando vivos a los infieles, decapitándolos o ametrallándolos en masa para hacerlos caer muertos en enormes fosas comunes que recuerdan las matanzas masivas de los nazis.

 

Durante aquel secuestro, el “soldado del califato” atendió algunas llamadas de los medios de comunicación franceses durante las horas que mantuvo secuestrados a empleados y clientes del supermercado kosher. Utilizando una cámara y vía internet no dudó en ampliar los motivos y pormenores que le impulsaban a llevar a cabo su crimen. Se grabó a sí mismo y la escena tiene un decorado distinto al del vídeotestamento. Coulibaly aparece sentado sobre lo que parece ser un sofá de color rojizo, viste una cazadora de piel marrón, luce un gorro negro que le cubre la cabeza y lleva guantes negros. Está apoyado sobre una pared blanca, y a su izquierda, de pie, se ve el fusil de asalto ruso. Entonces se da la vuelta y muestra al mundo cómo piensa un extremista, un yihadista. El agresor habla de lo que considera un ataque de los occidentales, de los infieles, contra el Califato, la nación musulmana, a la que él defiende con toda su alma. Se considera una víctima que será vengada por otros yihadistas que no van a permitir más agresiones contra ellos. Convencido, armado y con rehenes dijo: “Lo que hacemos está totalmente legitimado por lo que ustedes hacen. Es una venganza ampliamente justificada desde hace tiempo”. Es el argumento del yihadista hecho a sí mismo en el corazón de Europa. En este libro encontrarán otras explicaciones de los propios yihadistas, luchadores por la fe en Alá, que justifican y exponen sus ideas. No hace falta decir hacia donde conducen y no parece que sea necesario interpretarlas, pues el lector comprobará que los salafistas extremos se explican por sí solos con absoluta claridad. Explicaciones adicionales se hacen innecesarias.

 

En esta guía queremos sacar a la luz pública la especial idiosincrasia de los islamistas fundamentalistas, los salafistas, que se presentan a sí mismos como los ortodoxos de los principios defendidos por Mahoma, el gran profeta, y el Corán, principios entre el que destaca la conversión al islamismo de toda la humanidad, por los medios que sea. Este matiz –el de la ortodoxia– es importante, porque no es compartido por todas las personas que profesan la religión mahometana, la mayoría de las cuales no justifica los atentados y las matanzas que protagonizan los fundamentalistas. Se calcula que en el mundo hay entre 1.700 millones y 1.900 millones de musulmanes, de los cuales, sin embargo, según los últimos datos, unos 425 millones son fundamentalistas que dan cobertura a los yihadistas o muyahidines que recurren a las armas para imponer la ley islámica. Se calcula que los yihadistas con vocación terrorista rondan los 75 millones, según datos que maneja el Pew Research Center, Religion & Public Life de Washington.

 

Los daños causados por este conflicto se dejan sentir con fuerza en las democracias occidentales aunque la cruda realidad pone de manifiesto que las peores consecuencias las sufren los musulmanes que mueren en Siria, Iraq, Afganistán, India, Yemen, Nigeria, Egipto, Túnez o Mali, países que sufren un 11-M diario. En efecto, son los propios musulmanes las principales víctimas del radicalismo yihadista. Alrededor de 11 millones de ellos han sido asesinados violentamente desde 1948. Más del 90% perdieron la vida en lucha fraticida religiosa, según el estudio realizado por profesor Heinsohn, director del Raphael Lemkin Institut für Xenophobie und Genozidforschung de la Universidad de Bremen. Esto quiere decir que la gran mayoría del colectivo musulmán persigue alcanzar el Califato Universal por la vía del convencimiento religioso y del proselitismo.

 

Los autores hemos querido explicar de forma sencilla y de fácil comprensión el significado de siglas, palabras y conceptos referentes a la violencia desatada en nombre de Alá y que desde hace años forma parte de la información diaria de prensa, radio, televisión y redes sociales. Que el ciudadano sepa qué es un muyahidín o un yihadista y qué le diferencia de un salafista, qué es la yihad, qué persigue el Estado Islámico, qué es el Califato Universal y qué se debe entender cuando se oye hablar de Al Ándalus. Y hemos pretendido que este trabajo fuera respetuoso con las creencias de los musulmanes y estricto al dar a conocer los postulados de los islamistas más radicales. Nuestro objetivo, en todo caso, es el de explicar con la mayor claridad posible quiénes son exactamente los que siembran el terror indiscriminado, los motivos que aducen para justificar sus acciones y cuál es su meta final. Aunque al conflicto se le pueden atribuir causas de orden económico y social, la razón de fe que está en el origen pesa tanto y es tan determinante que sólo se puede concluir que se trata de un problema de naturaleza religiosa. El fanatismo que caracteriza un fenómeno de dimensiones tan colosales y en constante crecimiento como el que aquí tratamos hace muy difícil poder confiar en un aliento de esperanza que invite a un mínimo optimismo.

 

Las referencias al Corán que aparecen en esta obra se deben a varias fuentes. Estas son The Noble Qur’an, traducido del árabe al inglés por los profesores de Fe Islámica y Enseñanazas Islámicas, dr. Muhammad Taqi-ud-Din Al Hilali y dr. Muhammad Muhsin Khan, anterior director de la Universidad Islámica de Medina, Arabia Saudí. También de The Gracious Qur’an: A Modern Phrased Interpretation in English, por el dr. Ahmad Zaki Hammad, de la Universidad Al Azhar de Egipto. Igualmente hemos consultado la versión castellana traducida directamente del árabe de Rafael Castellanos y Ahmed Abboud, de Editorial Arábigo, Buenos Aires; y la traducción al español del Centro Salafi de México. También hemos consultado la traducción del árabe al inglés de Abdullah Yusuf Ali.