Para el pícaro Santi, por su alegría de niño.
La llevo siempre conmigo.

No te fíes, hombre, en dar tú la baraja, que te la trocarán al despabilar de una vela. Guarda el naipe de tocamientos, raspados o bruñidos, cosa con que se conocen los azares. Y por si fueres pícaro, letor, advierte que, en cocinas y caballerizas, pican con un alfiler u doblan los azares, para conocerlos por lo hendido. Si tratares con gente honrada, guárdate del naipe, que desde la estampa fue concebido en pecado, y que, con traer atravesado el papel, dice lo que viene. No te fíes de naipe limpio, que, al que da vista y retén, lo más jabonado es sucio.

QUEVEDO