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COLECCIÓN: Recursos educativos

SERIE: El diario de la educación

TÍTULO: La educación en venta

Primera edición (papel): febrero de 2020

Primera edición electrónica: marzo de 2020


© Enrique Javier Díez Gutiérrez

© de esta edición:

Ediciones OCTAEDRO, S.L.

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ISBN (papel): 978-84-18083-10-5

eISBN: 978-84-18083-77-8


Diseño de la cubierta: Tomàs Capdevila

Realización y producción: Editorial Octaedro

Introducción

A veces tengo la impresión de que en el mundo de la educación estamos tan preocupados por las cuestiones técnicas que se nos olvidan las cuestiones más globales y críticas. Presionados por cómo implantar el emprendimiento en el currículo escolar, cómo establecer listados de competencias o estándares de aprendizaje, cómo preparar la clase bilingüe o cómo introducir la última «moda» educativa que se ha viralizado, sea el mindfulness, la gamificación, la educación maker o la educación disruptiva, no tenemos tiempo ni posibilidades de reflexionar sobre el sentido y la finalidad de la educación.

Esta presión por el «cómo» nos dificulta centrarnos en el «para qué» y plantearnos que, por muchas técnicas y estrategias educativas que hayamos podido desarrollar en las aulas, por mucha creatividad e innovación que pongamos en el proceso educativo, al paso que vamos podemos quedarnos sin el propio sistema de educación público, gratuito y de calidad como un derecho garantizado para todos los niños y todas las niñas.

Porque, mientras nos tienen entretenidos y agobiados con esa ingente carga de estándares, competencias, reválidas y clasificaciones, nos están desviando del sentido y la finalidad de una educación pública, laica e inclusiva que durante tanto tiempo ha sido uno de los emblemas de la comunidad educativa. Están reconvirtiendo radicalmente el propósito de lo que es una educación pública, equitativa, coeducativa, ecológica, integral, intercultural, inclusiva y democrática al servicio del bien común. Una educación que sirva para ayudar a las jóvenes generaciones a comprender e interpretar el mundo, sí, pero que también les dé herramientas para mejorarlo y poder aprender a convivir con los demás y con el planeta de forma justa y solidaria, armoniosa, constructiva y respetuosa, como ha puesto de manifiesto el movimiento juvenil Fridays for Future al exigir a los gobiernos que actúen contra el cambio climático.

El problema es que, salvo casos excepcionales, la orientación global actual sobre el futuro de la educación no presenta perspectivas muy esperanzadoras. En la Estrategia de educación 2020 del Banco Mundial, asumida como guía orientadora por numerosas naciones y organismos internacionales, se considera que los sistemas educativos deben estar al servicio del crecimiento económico y del mercado.

Por eso no es de extrañar que la educación haya pasado a ser parte de las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC), organización internacional que se ocupa de las normas que rigen el comercio entre los países a través de sucesivas rondas de privatizaciones de los servicios y bienes públicos, como la educación. Estas privatizaciones se plasman en los denominados «tratados de libre comercio», en los cuales las corporaciones tienen poder por encima de los estados, y pretenden convertir un derecho como la educación en un producto sujeto a las «reglas del libre mercado», redefinido como «sector de servicios educativos». Lo cual pone una vez más de relieve el imperativo del lucro como factor clave en este proceso de privatización y venta de la educación (Croso, 2017).

Surge así la global education industry, la cual no solo tiene que ver con la privatización de la educación, sino con un cambio radical del sentido y la finalidad de la educación, marcado por la ideología neoliberal, pasando a considerarla no como un derecho humano y social, básico para el desarrollo vital de toda la población y la cohesión de la sociedad, sino como un medio para potenciar la competitividad del sector industrial de un territorio y una oportunidad de éxito individual para quienes sean capaces de aprovecharla con el fin de triunfar en una sociedad de mercado competitiva y darwinista.

Por lo tanto, se considera que las familias y los propios estudiantes deben estar cada vez más dispuestos a invertir su dinero en una educación «rentable», en aquellos productos y servicios relacionados con la educación orientados a mejorar los resultados de los estudiantes para aumentar su empleabilidad individual en el futuro mercado laboral y, a su vez, incrementar el crecimiento y la competitividad del país a escala internacional (Burch, 2009; Lingard, Sellar, Hogan y Thompson, 2017).

Este fenómeno, como dice Laval (2004), tiende a transformar el sistema educativo mismo y el sentido de la propia educación, pone en marcha una «verdadera industrialización educativa y de la formación» y crea auténticos «mercados educativos» impulsados por los principios de la elección-selección y la competición.