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Irene de Puig

¡VAMOS A PENSAR!

CON NIÑOS Y NIÑAS DE 2 A 3 AÑOS

GUÍA EDUCATIVA

[Este libro forma parte del Proyecto Noria y se complementa
con el libro de cuentos ¡Vamos a pensar con cuentos!]

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Colección Recursos - Proyecto Noria

Título original: Pensem-hi! Propostes per reforçar les habilitats de pensament en els infants de 2 i 3 anys. Eumo Editorial, 2013

Traducción del catalán: Irene de Puig

Nota: A lo largo de todo el texto, siempre que se usan los términos genéricos niño, educador, etc., se quiere hacer referencia a ambos sexos.

Primera edición: abril de 2015

© Irene de Puig

© De esta edición:

Ediciones OCTAEDRO, S.L.

C/ Bailén, 5 - 08010 Barcelona

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eISBN: 978-84-9921-727-7

Ilustraciones: © Claudia de Puig

Obras pictóricas: © Tarsila do Amaral Empreendimentos (© fotografías de Romulo Fialdini)

Diseño y producción: Servicios Gráficos Octaedro

Sumario

Presentación

Introducción

1. Formación de hábitos y habilidades de pensamiento

2. Las actividades y la metodología del programa

3. Los juegos

4. Los cuentos

5. La pintura

Epílogo

Anexos

Presentación

Investigaciones recientes demuestran que las experiencias de los niños y las niñas durante los tres primeros años de vida influyen de manera decisiva en su desarrollo.

Los profesionales de la educación –educadores, maestros, pedagogos y psicólogos– coinciden en considerar la etapa educativa de 0 a 3 años como aquella en que se construyen los fundamentos de la personalidad, del lenguaje y la comunicación, de la socialización, de los hábitos individuales y colectivos, de los comportamientos emotivos y de las pautas de convivencia.

En la primera infancia se empiezan a adquirir actitudes y valores, y se desarrolla una función de prevención y detección de dificultades para evitar no solo el fracaso educativo, sino también el personal y el social. Es por ello que las escuelas infantiles desempeñan un papel importantísimo en la educación de los más pequeños.

La infancia es el reino de la exploración, todo es nuevo y es preciso situarse en el mundo. La curiosidad y el descubrimiento son las palabras clave de esta etapa.

En este libro proponemos dar consistencia y coherencia pedagógicas a algunas de las experiencias que ya tienen lugar en muchas escuelas infantiles. Partimos de diferentes ejes de trabajo: potenciar la oralidad (aprender a escuchar, a comunicar, incorporar nuevo vocabulario, etc.); reforzar habilidades de conocimiento, como la observación, la clasificación o la precisión conceptual; pautar las habilidades afectivas (autoconocimiento, empatía, contención y espontaneidad, etc.) y preparar metodológicamente para la investigación (sentarse en círculo, hablar de uno en uno, seguir un hilo temático…).

La capacidad investigadora de los niños de 2 y 3 años se estimula a través de juegos, cuentos y pintura.

Lo que os presentamos es un programa dirigido específicamente a las escuelas infantiles de 0 a 3 años, a madres y padres y a todas las personas que tienen contacto con niñas y niños de estas edades.

Introducción

Si miramos la historia de la niñez nos damos cuenta de que hasta hace muy poco –y puede que aún sea así en algunos lugares del mundo–, los niños eran considerados seres irracionales, egocéntricos y amorales, y se decía que su pensamiento era limitado, irreflexivo y concreto.

Esta concepción choca totalmente con lo que establece actualmente la psicología cognitiva y la neurología. Los niños y las niñas, los bebés, no son adultos en potencia, ni adultos deficientes o primitivos. Son diferentes a nosotros, pero no son aspirantes a algo. La infancia no es un estado que deba superarse. Aquello específico de la infancia es el desarrollo, el cambio, y son características de esta la fragilidad y la dependencia.

Alison Gopnik, en el libro El filósofo entre pañales, tiene un capítulo titulado «¿Cómo ser un bebé?». Simplificando mucho, lo compara a lo que sería para un adulto un viaje a un país donde no reconoce casi nada y en el cual tiene que adaptarse a partir de lo que sabe o de aquello que ve. Si alguien va al corazón de la China o de la India solo, tiene ante sus ojos una gran cantidad de información que debe codificar. No entiende la lengua ni las expresiones de los rostros, ni reconoce gustos ni olores, ni siquiera las miradas… Cuando viajamos, de alguna manera volvemos a la infancia, porque debemos descifrar un mundo desconocido y nos situamos en la posición de exploradores.

Afortunadamente, disponemos de bibliografía abundante que nos permite determinar cómo aprenden los niños ya desde muy pequeños. Ahora sabemos, por ejemplo, lo que sucede durante los primeros años de vida de una criatura, desde el nacimiento hasta los tres años de edad, y que ejerce una enorme influencia en la forma en que se desarrolla después de la infancia y la adolescencia: la higiene, la nutrición, pero también el afecto, el estímulo y el entorno vital. Tal y como explicaba hace unos años Fulghum: «Todo lo que sé lo aprendí en el parvulario».1

El objetivo de este material en manos de las educadoras de las escuelas infantiles es sistematizar algunas actividades para el aula dándoles una coherencia pedagógica y una consistencia educativa. Se trata, pues, de convertir en un tema de conversación regular y habitual con los niños algunas actividades que les ayuden a ordenar y a estructurar habilidades cognitivas que les preparen para acceder con más bagaje a la segunda etapa de la educación infantil. Creemos que existen tres grandes ejes sobre los cuales se puede incidir:

•Potenciar la oralidad. Que los niños y niñas empiecen a describir y a narrar, a explicar las propias experiencias y sentimientos con la ayuda de gestos, entonación, etc.

•Prepararlos metodológica y formalmente para poder crear una comunidad de investigación: sentarse en círculo, hablar por turnos, escuchar, seguir un hilo temático, etc.

•Introducir sutilmente, a través de actividades lúdicas (juegos, cuentos y pinturas), las habilidades que tanto necesitarán más adelante en su vida escolar e intelectual: observación, clasificación, precisión conceptual, búsqueda de alternativas, etc.

No se trata solo de conducirlos, sino de enseñarles a conducirse. La autoridad o el control autoritario no sirven para eliminar progresivamente el egocentrismo infantil. La autoridad del adulto produce tanto respeto al niño que le impide la crítica, y por lo tanto, impide que surja la razonabilidad y la moralidad. Solo la cooperación entre iguales lleva a la autonomía lógica y moral.

El programa que os proponemos proviene del sustrato pedagógico y metodológico del Proyecto Noria, que forma parte del movimiento internacional Philosophy for Children, iniciado por M. Lipman y A. M. Sharp en los años setenta del siglo XX e introducido en Cataluña por el GrupIREF.2

El cerebro infantil

Cada vez sabemos más sobre el cerebro y especialmente sobre el cerebro infantil, ya que la neurociencia evolutiva nos aporta muchas pruebas de su funcionamiento gracias a nuevas y sofisticadas herramientas. Estos descubrimientos nos dicen mucho sobre cómo funciona y evoluciona el cerebro y, por lo tanto, nos orientan sobre cómo hay que tratar a los niños con el fin de potenciar sus capacidades. Gracias a la diversidad de experiencias los niños y niñas van configurando la corteza cerebral, y el cerebro se va especializando.

El cerebro de los niños es una increíble máquina de aprender.

Los neonatos distinguen todos los sonidos de todas las lenguas del mundo, pero al final del primer año solo distinguen los sonidos que han oído en las conversaciones de las personas que los rodean. Por ello si exponemos a los niños a un entorno lingüísticamente rico desarrollan más competencias lingüísticas que si se encuentran inmersos en una sola lengua. El bi o tri lingüismo tiene efectos beneficiosos en las estructuras cerebrales y hasta puede favorecer a mejorar otros aspectos del desarrollo cognitivo. Y esta constatación es solo un ejemplo de las capacidades de los más pequeños. Aun así quedan todavía preguntas sin respuesta.

Ciertamente la genética tiene un papel importante en el aprendizaje, pero gracias a una enseñanza adecuada, planificada y regulable se pueden solucionar ciertas deficiencias o carencias.

Se sabe que los niños tienen más neuronas y más conexiones que los adultos. Un niño de 18 meses tiene el cerebro en plena ebullición, aprende unas 10 palabras nuevas cada día. Y hasta los tres años se producen más circuitos nuevos de los que mueren. Más adelante, el nacimiento y la muerte de los circuitos se equilibran y a partir de los 10 años se eliminan más de los que se crean.

En la etapa que nos ocupa el niño va afinando sus sentidos y necesita explorar su entorno. Gracias a los sentidos va asimilando información sobre el mundo natural y el social. Aprende a distinguir frío y calor, blando y duro, puede distinguir colores y formas, y también afecto, simpatía o temor.

A los dos años los niños adquieren mucha autonomía motora y desarrollan su personalidad afirmando su «yo». A veces esta afirmación se hace en «contra» de los otros usando el no como palabra preferida y reclamando atención a base de rabietas ya sea porque no saben expresar lo que les pasa o porque han notado que un comportamiento violento da buen resultado.

Desde el punto de vista cognitivo tienen una curiosidad insaciable y, por tanto, analizan, comparan, clasifican y establecen relaciones. Poco a poco su atención se hace más constante. Pueden hacer y responder preguntas, mantener una conversación aunque con un lenguaje precario y comprenden las órdenes sencillas.

Por todo ello la escuela infantil es tan importante, y no nos podemos quedar en la idea de beneficencia o guardería como a veces se la ha visto y calificado, sino que debe ser una etapa de plena educación y de la buena. Cuando la estimulación es pobre los circuitos se consolidan y funcionan «al ralentí».

Los primeros años en la escuela infantil

La infancia es el periodo de desarrollo que se caracteriza por la dependencia de los adultos. A causa de su fragilidad e indefensión, los bebés humanos necesitan un periodo de aprendizaje más largo que el de otras especies, como muestran todos los experimentos que se han hecho relacionando bebés humanos y chimpancés, por ejemplo.

Dada esta necesidad de apoyo de las crías humanas, la educación infantil es una etapa educativa de gran importancia para asegurar el pleno desarrollo del niño. En esta etapa los pequeños desarrollan las capacidades que les posibilitarán conocer, interpretar y posicionarse en el entorno; es la etapa ideal para adquirir instrumentos de aprendizaje y un grado de autonomía que les permita formar parte de la sociedad.

Aprender entre los dos y tres años significa construir significados de la realidad física y social que rodea al niño y la escuela infantil debe ser un espacio para la adquisición de conocimientos, la experimentación de vivencias emocionales y la educación en valores éticos y democráticos.

En esta etapa se habla de desarrollar capacidades. Las capacidades son las habilidades o aptitudes que hacen posible la realización de tareas, ejercicios y actividades. Las capacidades son las que finalmente deben permitir que los niños sean competentes cuando su madurez lo permita.

La socialización es una de las tareas fundamentales de la educación infantil, y significa la integración del niño en la sociedad, que se hace, evidentemente, a partir del autoconocimiento y de la interrelación con el mundo social y natural.

Como bien sabemos la institución responsable del niño es la familia, pero la escuela puede potenciar su desarrollo y aprendizaje, ofreciéndole modelos de actitudes –el respeto al respeto y la aceptación de las diferencias individuales, así como de la diversidad sociocultural– que le servirán de referencia.

Las áreas de conocimiento y experiencia

En el primer tramo de la educación infantil se presentan tres áreas de conocimiento y experiencia:

1. El área del conocimiento de uno mismo y de los demás

2. El área del descubrimiento del entorno natural y social

3. El área de comunicación y lenguajes

1. El conocimiento de uno mismo y de los demás

Una de las tareas de la educación infantil es posibilitar el descubrimiento y la construcción de la propia personalidad.

Los niños y las niñas avanzan en el descubrimiento de sí mismos a partir de las relaciones que establecen con los demás. La interconexión entre el yo y el otro hace posible la convivencia y el propio crecimiento como persona.

Y es que la identidad no se descubre, no es un rasgo que se desvela; la identidad se debe construir y se hace desde uno mismo, pero con y gracias a los demás. Es, por tanto, una tarea que requiere esfuerzo individual y participación colectiva. Es una tarea compleja que contiene:

•Elementos de percepción en la construcción de la autoimagen. Entendiendo por autoimagen la representación que cada uno se hace de sí mismo, y que está muy relacionada con la percepción de los demás, con la comparación de diferencias y semejanzas, etc.

•Elementos conceptuales, en relación con la idea que uno se ha formado de sí mismo, es decir, el autoconcepto o la representación mental que cada uno tiene de sí mismo.

•Elementos emocionales que nos dan la medida de cómo se valora cada uno o de la autoestima.

El conocimiento de sí mismo es el resultante del conjunto de experiencias que los niños y niñas van adquiriendo cuando interaccionan con su medio físico, natural y, sobre todo, social. La identidad se construye a través de la interacción, que promueve la imagen positiva de uno mismo, la autonomía, la conciencia de la propia competencia, la seguridad y la autoestima. Estos sentimientos deben contribuir a la progresiva elaboración de un concepto personal ajustado que les permita percibir y actuar conforme a sus propias posibilidades y limitaciones para un desarrollo pleno y armónico.

El autoconocimiento está directamente relacionado con la manera que tiene cada uno de captar sus propias capacidades y posibilidades y su relación con los demás: la familia, los amigos, la escuela, etc.

El autoconocimiento es una adquisición importante para descubrir la propia identidad y poder construir una personalidad sana y equilibrada que permita desarrollar las capacidades intelectuales y afectivas de los individuos. El conocimiento de sí mismo también ayuda a dar seguridad al niño, le permite un autodominio que posibilita el camino hacia la autonomía.

En esta etapa se deben promover las relaciones y la exploración del yo y de los otros, descubriendo y desarrollando posibilidades emocionales, sensoriales, de acción, de expresión, de afectividad, de relación y de regulación, referidas al movimiento, a las emociones y los sentimientos, y a los hábitos. Habrá que dar al cuerpo la importancia que se merece, y promover el juego como actividad natural del niño de esta etapa, que le permitirá integrar espontáneamente la acción con las emociones y el pensamiento, favoreciendo su desarrollo personal y social.

El valor formativo del área implica el progreso en los siguientes ámbitos de aprendizaje y desarrollo:

•El conocimiento de su cuerpo, de sus componentes y de sus funciones.

•La identificación de sus posibilidades de acción, de coordinación y de control gradual.

•La formación de una imagen ajustada y positiva de sí mismo reconociendo sus características, posibilidades y limitaciones.

•El desarrollo de un sentimiento de autoconfianza y de la capacidad de iniciativa para actuar en su entorno.

•El reconocimiento de sus intereses, necesidades, emociones y sentimientos.

•La adecuación de su comportamiento a las distintas situaciones, necesidades y requerimientos de los otros.

•El desarrollo de actitudes y hábitos de respeto, ayuda y colaboración, evitando comportamientos de sumisión o dominio.

•La adquisición gradual de hábitos.

2. El descubrimiento del entorno natural y social

Una de las actividades clave de esta etapa es la adaptación del niño al mundo que le rodea, entendiendo este mundo como la duplicidad entre el entorno físico y el entorno social en el que se mueve. Para adecuarse y poder dar respuestas al medio, el niño necesita tener un conocimiento mínimo de él y al mismo tiempo la posibilidad de ir ampliándolo a medida que crecen sus necesidades de «saber». Esta actitud de conocimiento no responde solo a una demanda cognitiva y relacional, es preciso considerar que intervienen –¡y mucho!– los sentimientos y los afectos.

El mundo en el que vivimos cambia mucho y rápidamente. No es necesario entrar en profundidad en este tema que tantos investigadores y pensadores contemporáneos han mostrado. Hasta la ciudadanía común tiene percepción de algunos efectos de estos cambios vertiginosos. A nivel mundial estamos y estaremos inmersos en procesos de transformación y surgimiento de nuevos órdenes en todos los campos.

Por ello se hace necesario generar la capacidad de aprender de forma abierta y permanente y por ello la educación futura consiste más en estimular capacidades que en dar contenidos.

Debemos procurar, pues, que nuestros estudiantes, por pequeños que sean, adquieran espíritu crítico para poder hacer un análisis permanente de lo que pasa en el mundo y valorar las posibles respuestas; y también para ayudarles a ser creativos con el objetivo de que puedan encontrar nuevas respuestas a estos nuevos retos. Consecuentemente deben ser sensibles para ser capaces de percibir y matizar los hechos y las actitudes. Finalmente deberíamos procurar que fueran cuidadosos en el trato con los demás y con el entorno.

El entorno natural suele ser una fuente inagotable para la curiosidad y el interés infantil. Las vivencias que tienen en relación con los elementos y objetos de la naturaleza les llevarán, con el apoyo adecuado de la escuela, a la observación de fenómenos naturales, sus manifestaciones y consecuencias. También les permitirán acercarse gradualmente al conocimiento de los seres vivos, de las relaciones que se establecen entre ellos y de algunas de sus características y funciones.

El acercamiento a la diversidad y riqueza del medio natural favorecerá una proximidad afectiva que potenciará actitudes de respeto y atención. Asimismo, el conocimiento de personas en diversos contextos, la vivencia de situaciones diversas y las experiencias de vínculos interpersonales facilitarán el desarrollo social de los niños.

La escuela infantil es el lugar privilegiado para fomentar relaciones de confianza, empatía y apego que constituyen la sólida base de la socialización. En las relaciones afectivas, será fundamental ayudarles a alcanzar la expresión y la comunicación de las propias vivencias, de las emociones y sentimientos para la construcción de la propia identidad y para favorecer la convivencia.

En síntesis, el valor formativo de esta área implica el progreso en los siguientes ámbitos de aprendizaje y desarrollo:

•La manipulación de objetos, identificando los rasgos y cualidades, estableciendo relaciones de agrupamiento, de clasificación, de orden y de cuantificación como base para el desarrollo de habilidades más complejas posteriormente.

•El conocimiento y la comprensión de los elementos más significativos del medio físico y natural.

•La observación, el análisis y la comprensión de relaciones, cambios y transformaciones en los elementos y fenómenos de la naturaleza.

•El desarrollo de actitudes de atención, respeto y responsabilidad en la conservación del medio.

•La exploración activa del entorno, con interpretaciones sobre situaciones y hechos significativos.

•El establecimiento de vínculos de relación con los demás.

•La interiorización y el ajuste progresivo de pautas de comportamiento social.

•La identificación de grupos sociales cercanos, sus características, valores y formas de vida.

•El fomento de actitudes de confianza, respeto y aprecio hacia la gente que le rodea.

El área de conocimiento del entorno debe ayudar a los niños a elaborar explicaciones sobre los objetos y las relaciones que les interesan y preocupan.

3. Comunicación y lenguajes

En el área de comunicación y lenguajes las niñas y los niños aprenderán los diferentes usos y funciones de los lenguajes, en un ambiente con condiciones favorables que lo facilite y donde se desarrolle la comunicación tanto verbal como no verbal.

A lo largo de esta etapa es importante trabajar la oralidad a través de conversaciones colectivas, planteando situaciones diferentes que ejerciten distintos niveles de intervenciones, orientados a la comunicación y a la expresión.

Gracias a la lengua oral el niño podrá relatar hechos y vivencias, explorar conocimientos, expresar y comunicar ideas y sentimientos, podrá verbalizar lo que está pensando y sintiendo, y disfrutar de algunas formas literarias, pequeños poemas, cuentos y relatos.

El lenguaje oral es especialmente relevante en esta etapa. Es el instrumento de aprendizaje por excelencia. La verbalización, la explicación en voz alta de lo que están aprendiendo, de lo que piensan y lo que sienten configura la identidad personal, porque las diversas formas de comunicación y representación sirven de nexo entre el mundo exterior y el interior.

Se hace especial énfasis en el uso de lenguajes múltiples: dibujo, expresión corporal, lenguaje oral y gestual, etc. como previos a la adquisición del lenguaje escrito. Hablamos de formas de comunicación no verbal porque todas estas formas de comunicación presuponen el lenguaje: comunicación corporal, gestual, musical, plástica, etc., que tienen como misión interpretar, comprender e incidir en la realidad, expresándose de múltiples formas.

El trabajo en diferentes lenguajes permitirá al alumnado de infantil descubrir diversas realidades o dimensiones distintas de una misma realidad. Los lenguajes plástico, musical, corporal deben facilitar a los niños los medios para desarrollar sus posibilidades de expresión.

Capacidad lingüística como capacidad de comprensión del mundo

La actividad de entender y razonar solamente se desarrolla en el intercambio social. Hablar no es una actividad privada sino una actividad dentro de una tradición social. Dicho en palabras de Humboldt: el verdadero sentido del lenguaje es el diálogo y no el monólogo.

El conocimiento es un producto comunitario y social que se realiza desde las posibilidades y estructuras que ofrece la propia lengua. Por ello se puede decir que la lengua impone un orden en el mundo percibido.

El lenguaje verbal constituye uno de los principales instrumentos culturales objeto de apropiación y de aprendizaje progresivo; es lo que posibilita la expresión, la comunicación y, por tanto, el aprendizaje.

Cuantas más oportunidades tenga el alumnado de intercambiar sus pensamientos con los compañeros o los adultos que tiene cerca, más posibilidades tendrá de comprender y construirse explicaciones sobre el mundo y sobre sí mismo.

Aspectos a destacar:

•Lejos de ver la comprensión como un acto pasivo, debemos señalar el carácter dinámico y activo del sujeto, el cual aplica estrategias de análisis que culminan con la representación mental del significado.

•La comprensión no se produce al final de un proceso ordenado, donde cada relación se va estableciendo una después de la otra, sino al mismo tiempo que se está produciendo el proceso.

•La comprensión activa todo el bagaje personal. Cuantos más conocimientos previos se tengan de un hecho o situación más posibilidades de comprensión hay. Entran en este bagaje tanto las experiencias personales como el dominio de campos específicos.

1. Robert Fulghum. Todo lo que realmente necesito saber lo aprendí en el parvulario. Plaza y Janés, Barcelona, 1990.

2. El GrupIREF es una asociación que se ocupa de la divulgación y formación del profesorado del Proyecto Filosofia 3/18 en el ámbito de lengua catalana. Más información en la web: <www.grupiref.org>.

1. Formación de hábitos y habilidades de pensamiento

La formación de hábitos

Si hay un objetivo claro a lo largo de la escuela infantil este es el de crear hábitos, unos hábitos que se acabarán transformando en actitudes y pautas de comportamiento, que determinarán la personalidad de los individuos. Evidentemente, desde este programa se hablará de determinadas clases de hábitos. No entraremos aquí en los hábitos de tipo higiénicos, motrices, alimentarios, de postura, etc., del todo fundamentales y que favorecen el crecimiento armónico desde el primer momento, sino que, desde un proyecto que parte de un movimiento que incluye el término filosofía en sus siglas, nos limitaremos a tratar los hábitos que consideramos cognoscitivos o de pensamiento.

Un hábito es una actuación, ya sea física o mental, que se ha automatizado gracias a un ejercicio repetitivo y sistemático. A través de dicho ejercicio, aquello que en un primer momento nos puede costar realizar se va haciendo cada vez más amable y cercano hasta el punto de que acaba por no ofrecer resistencia: pensemos en un pianista o un atleta.

Para incorporar un hábito es preciso tener una cierta consciencia de aquello que hacemos. No se trata de un acto inconsciente o espontáneo, hace falta esfuerzo y atención. Aunque, una vez adquirido, el esfuerzo desaparece porque se ha interiorizado. Por ello resultan tan eficaces y también económicos desde el punto de vista de la realización.

Algunos niños y niñas que llegan a primaria con «dificultades de aprendizaje» son niños que no han adquirido unos determinados hábitos y actitudes básicas que hay que fomentar en cuanto llegan a la escuela. Hablamos de hábitos intelectuales como por ejemplo: saber escuchar, seleccionar la información, expresar verbalmente las ideas; de hábitos emocionales: nombrar situaciones o reconocer sentimientos, y de hábitos sociales: resolver conflictos, interactuar de forma positiva, pactar, etc.

A los dos años, los niños ya tienen un pequeño bagaje emocional: saben que si lloran llamarán la atención, saben sonreír y reír cuando están satisfechos, muestran sorpresa, tristeza y miedo ante algunas situaciones, y poco a poco, entre los dos y los tres años, se van concienciando de estos estados de ánimo y les ponen nombre.

En referencia a la relación con los demás, van tomando consciencia de las relaciones, ya sean positivas o negativas, y ya empiezan a escoger con quién jugar o compartir y de quién quieren distanciarse. De las relaciones con los demás surgen los sentimientos de vergüenza, culpa u orgullo (les gusta agradar), por ejemplo.

Es el momento de descubrir lo que pueden hacer y lo que son capaces de hacer solos, de manera que a veces deciden explorar incluso extremos peligrosos. También en esta línea de no ser conscientes del peligro descubren aquello que no se les permite hacer, y eso en general no les gusta.