GuíaBurros Suplementos dietéticos

Sobre los autores


Javier Cano nació en Jaén. Cursó estudios de Enfermería en la Universidad de Granada. Lleva 20 años como Supervisor de Farmacia Hospitalaria del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete. Licenciado en Antropología por la Universidad Complutense de Madrid. Estudió Psicología. Compagina su actividad profesional, desde hace 18 años con la formación de personal sanitario y divulgación de temas de interés social y sanitario.

Es autor del libro Guíaburros Primeros auxilios: Tu puedes salvar vidas.

Ha participado como experto en la elaboración de manuales sobre estándares y recomendaciones de calidad del Ministerio de Sanidad.

Ha participado como ponente y autor de trabajos, en numerosos congresos nacionales e internacionales relacionados con diversas áreas sanitarias.

Es un enamorado de diversos temas de interés antropológico y le encanta el estudio sobre antiguas civilizaciones.

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Sonia Martín nació en Jaen, estudió la Licenciatura en Derecho en la Univesidad de la ciudad que la vio nacer, habiendo desempeñado su actividad profesional desde el año 2002 en diferentes despachos de Abogados de Jaen y Albacete. Es Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales en Seguridad en el Trabajo, Higiene Industrial, Ergonomia y Psicosociología aplicada, experta en Relaciones Laborales por la Universidad de Castilla la Mancha desde 2014, formadora ocupacional, impartiendo diversos cursos para el SEPECAM (Servicio de Empleo de Castilla la Mancha), asesora Jurídico Legal en Protección de Datos, autora de distintos libros formativos, alguno de ellos publicados con la editorial Logoss, desarrollando su actividad profesional actual en el ambito formativo como Experta en Legislación Sanitaria con mas de 15 años de experiencia.

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Prólogo

Hace varios años ya, para mi cuadragésimo cumpleaños, sentí un impulso irrefrenable de hacer cambios en mi vida.

El hecho de tener ya los 40 años cumplidos y abandonar mi tercera década, me hizo reflexionar durante unos días, asumiendo que la juventud se me estaba pasando, y que había ciertos cambios en mi cuerpo que no estaba aceptando bien.

Es a partir de entonces cuando decidí cuidarme de forma seria, controlando un poco mejor la comida y hablando con mi marido, al que le trasmití la necesidad de apuntarme a un gimnasio, para así obligarme a realizar ejercicio de forma regular.

No podía creerme (el día que comencé en el gimnasio) la cantidad de gente que había tomado mi misma decisión.

En aquel gimnasio tan concurrido comencé a establecer amistades varias, que empezaban a nombrarme una serie de sustancias (de las que no había oído hablar nunca), que consumían en pro de la salud, el ejercicio, y el rejuvenecimiento.

Sustancias para aumentar la masa muscular, disminuir la fatiga, antioxidantes, etc. Tanto nombre empezó a agobiarme, y todo aquello me resultaba demasiado complicado.

Incluso por entonces, a Lola (una amiga habitual de un club de lectura al que pertenezco) le sacaron cifras de colesterol un poco elevadas, y me habló de unas cápsulas que iban bien, y que compraba en una herboristería (se lo había sugerido una compañera de trabajo).

Era bien entrado ya el mes de noviembre, y el frío se hacía intenso. Las calefacciones ya llevaban semanas funcionando, y mi hijo de apenas tres años apuntaba ya su segundo catarro, complicándose con una bronquitis (es un niño que pasa todo el invierno resfriado tras resfriado).

La guinda de todo este pastel llegó cuando unos amigos nos hablaron de un complemento que le daban a sus hijos todos los años, durante el otoño e invierno, que aumentaban sus defensas, consiguiendo resfriarse mucho menos.

A raíz de todo esto pensé:

  • ¿Forma parte todo esto de una moda que pasará dentro de un tiempo?
  • ¿Nos estamos volviendo locos con tanto complemento?
  • ¿Realmente estos productos son efectivos?
  • ¿Hacemos bien en tomarlos así, por nuestra cuenta?

Espero y deseo que todo el trabajo que se ha plasmado en este libro, nos ayude a contestar a estas preguntas.

Sonia Martín García

Madre y abogada

Introducción y justificación

En la actualidad nos vemos inmersos en diversas corrientes de pensamiento, movidas por ciertas modas, que nos hacen actuar y dirigir nuestro comportamiento y forma de vivir.

Desde hace ya unos cuantos años existe una tendencia cada vez más arraigada y que empieza a tomar mucha fuerza, que consiste en volver a llevar lo que llamamos “una vida saludable”, practicar ejercicio (incluso personas de cierta edad que lo dejaron hace tiempo), a mantener una dieta sana y equilibrada, exagerando el culto por el cuerpo, la belleza, la “juventud”, intentando aparentar una edad menor que la que realmente tenemos.

Se trata de una corriente que nos hace volver a lo natural, a evitar el consumo (en lo posible) de fármacos y productos químicos (entre comillas), y recurrir a las propiedades que nos brinda el entorno y la naturaleza, entendiendo que “todo lo natural es sano”.

Tendemos cada vez más a una dieta, ya no vegetariana, sino vegana, evitando cualquier producto animal o derivado de este.

Todo ello sin dejar de lado el movimiento “antienvejecimiento”, procurando retrasar todo lo posible la llegada de la vejez, para mantenernos eternamente “atractivos”, “jóvenes”, “vitales” y “sanos”.

El estilo de vida tan frenético que llevamos, cargado de demasiado estrés (físico y mental), nos impide en muchas ocasiones poder llevar una alimentación sana y equilibrada.

Más a menudo de lo que nos gustaría, no podemos dedicar todo el tiempo necesario ––por ejemplo–– a seleccionar los alimentos adecuados, planificar las comidas semanales, cocinar al modo tradicional esos platos: “pucheros”, “guisos”, “ensaladas”, “pescados”, “potajes”, “verduras”, etc. Un estilo de cocina que formaba parte de una alimentación sana, tomada hoy día como un referente mundial.

Nos topamos a menudo, con demasiados productos manufacturados, platos preparados, comida rápida, etc.

Debido a todo esto, recurrimos en muchas ocasiones a determinados complementos/suplementos alimenticios que puedan suplir ese déficit de vitaminas o nutrientes en general, que no conseguimos aportar a través de la dieta.

En otras ocasiones recurrimos a dichos complementos para aumentar nuestra vitalidad, para encontrarnos mejor, más jóvenes, más delgados, o también echamos mano de ellos por sus diversas utilidades terapéuticas (reducir el colesterol, conciliar el sueño, aumentar la capacidad de concentración, la salud de nuestra piel, proteger nuestro corazón, etc.).

Es indudable que la naturaleza y los productos naturales aportan innumerables beneficios y propiedades a nuestro organismo.

En la larga evolución humana el hombre ha ido encontrando en la naturaleza todos los recursos alimenticios, y las sustancias que le han ayudado a sanar y a tratar dolencias de todo tipo.

De hecho, muchos de los llamados avances de la industria farmacéutica” no han sido otra cosa que la utilización de ese conocimiento ancestral de diversas tribus y sus expertos en el conocimiento de las plantas y sus propiedades.

Un conocimiento que se ha ido construyendo durante miles de años, y se ha transmitido por vía oral de generación en generación. Los chamanes, brujos de la tribu, médicos naturistas, expertos en hierbas o como queramos llamarlos, disponían de dicho conocimiento desde tiempo inmemorial.

Pero esta vorágine de pensamiento está siendo utilizada a nivel comercial y de marketing, para hacernos ver todas las excelencias que nos aportan estos productos, exagerándolas en algunas ocasiones o incluso haciéndonos ver de forma errónea que necesitamos tomar más sustancias y más cantidades para obtener mayores beneficios.

Por ese motivo, actualmente mucha gente se lanza a consumir de forma compulsiva y sin ningún control profesional todo tipo de complementos.

Este libro procura arrojar un poco de luz y sentido común al uso de los complementos y suplementos alimenticios, que en muchas ocasiones son útiles y beneficiosos, pero que en otras ocasiones o bien no sirven para nada o incluso pueden ser contraproducentes y provocar daños y perjuicios en nuestro cuerpo.

He tratado, desde la humildad, de hacer una revisión bibliográfica de los complementos más utilizados y conocidos (no pudiendo tratarlos todos aquí), viendo sus beneficios y las precauciones que debemos tener en caso de consumirlos.

Espero que os guste y os sirva para entender mejor el enrevesado mundo de los complementos alimenticios.

Nutrición y alimentación sana

Evolución antropológica de la alimentación humana.

La alimentación es uno de los procesos más importantes en la vida de las personas. Necesitamos obtener nutrientes a partir de los alimentos que encontramos en nuestro entorno, también llamado medio ambiente.

Estos nutrientes son necesarios para la vida, ya que aportan sustancias químicas imprescindibles para poder vivir.

Desde el punto de vista antropológico, la alimentación cumple una función fundamental de socialización del ser humano y de relación con el medio ambiente que le rodea, que es del que obtiene los alimentos que necesita.

Por tanto, el medio ambiente en el que vivamos condicionará irremediablemente nuestro tipo de alimentación. De esta forma podemos decir que hay muchos tipos distintos de alimentación, en función de los recursos disponibles en el entorno en el que viven las personas, siendo por ello la alimentación la forma en que los seres humanos obtenemos esos alimentos de entre los disponibles a nuestro alcance en el territorio en el que vivimos. Es por lo que decimos que la alimentación es un proceso consciente y voluntario del ser humano, distinta según los lugares en los que viven las personas.

Sin embargo, la nutrición (proceso por el que se transforman los alimentos en el interior del organismo en los nutrientes necesarios para el funcionamiento del mismo), es el mismo proceso para todos los seres humanos, siendo un proceso involuntario e inconsciente.

La nutrición comienza en el mismo momento en que el alimento masticado y que forma el bolo alimenticio es tragado.

Cada alimento puede tener varios nutrientes; por ejemplo, un trozo de carne (que sería el alimento), contiene proteínas, grasas y vitaminas del grupo B (que serían los nutrientes).

A excepción de la lactancia materna, no existe ningún alimento que nos proporcione todos los nutrientes en las cantidades que necesitamos. Por ello debemos proporcionar una dieta lo más equilibrada posible, compuesta por diversos alimentos.

A través del aporte de nutrientes, satisfacemos tres tipos de necesidades:

  • Energéticas
  • Estructurales
  • Funcionales y reguladoras

Los alimentos, a través de sus nutrientes, nos aportan calorías necesarias para crecer, para realizar actividad física, para mantener la temperatura corporal, etc. El aporte calórico debe ir acorde con el gasto que realizamos en función de nuestro nivel de actividad, peso, edad, sexo, etc.

Las proteínas cumplen su función primordial, que no es otra que servir de “material de construcción” que forman parte de muchas estructuras corporales. Aunque también cumplen otras funciones:

  • Coagulación
  • Fuente de energía
  • Formación de enzimas y hormonas que intervienen en el metabolismo
  • Etc.

Una amplia gama de vitaminas y oligoelementos tienen funciones diversas y reguladoras del organismo en general.

No es el propósito de esta guía profundizar en aspectos de nutrición y alimentación.

Sí me gustaría hacer referencia, desde el punto de vista antropológico, a la importancia de la alimentación como proceso de socialización del ser humano. Un ser humano considerado como generador de cultura.

Nos reunimos constantemente en distintos tipos de celebraciones y fiestas, en las cuales todas giran en torno de una mesa llena de alimentos. Pero esta alimentación aquí tiene un significado mucho más profundo y extenso que el simple hecho de aportar nutrientes a nuestro organismo.

Qué decir de las creencias, rituales y aspectos simbólicos, como por ejemplo en la Última Cena de Jesús con sus discípulos.

En todas las culturas hay ritos y celebraciones con una importante carga simbólica en torno al proceso de alimentación.

Para la antropología cultural, que es una rama de la antropología que centra su estudio en el conocimiento del ser humano por medio de su cultura (costumbres, mitos, creencias, normas y valores) que guían su comportamiento como miembro de un grupo social, el ser humano se concibe como una parte de la sociedad generadora de cultura. La alimentación es una parte importante de la antropología, y un condicionante imprescindible de la evolución biológica del ser humano.

La antropología de la alimentación pretende dar un enfoque social, religioso y científico de este proceso. Por tanto, convendría entender la historia de la alimentación humana para ver su evolución en el tiempo e intentar analizar los importantes cambios en la alimentación que se han ido produciendo desde el hombre prehistórico hasta el actual.

De esta forma podremos comprender por qué hay unos alimentos más saludables que otros, y por qué unos alimentos nos sientan mejor que otros, visto desde la perspectiva y la evolución en el tiempo, con la adaptación del ser humano a los recursos disponibles de su entorno.

Si analizamos la dentadura del hombre actual, compuesta por una serie de piezas dentales (incisivos, caninos, premolares y molares) vemos que la mayor parte de dientes han evolucionado a lo largo del tiempo, para cortar y triturar alimentos (incisivos, premolares, molares). Sin embargo solamente tenemos unos caninos poco desarrollados (destinados a desgarrar carne de los animales), y esto nos hace ver que quizás no hemos evolucionado comiendo demasiada carne. Y en la actualidad, el exceso de productos cárnicos no es recomendado desde el punto de vista saludable por los expertos. Nuestro organismo ha ido evolucionado comiendo carne, pero no en la cantidad tan abundante de las dietas actuales.