Cubierta

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Sobre Marcelo L. Ducruet

Lic. Marcelo L. Ducruet es psicólogo clínico. Egresó en el año 1992 (Universidad de Belgrano) con Diploma de Honor de la carrera. Se formó en Psicoterapia Sistémica en el Centro Privado de Psicoterapias, asociado al Mental Research Institute de Palo Alto, California, dirigido por la licenciada Celia Elzufán.

Incorporó a su trayectoria terapéutica el trabajo en Constelaciones Familiares y los Órdenes del Amor, luego de haberse formado en el Centro Bert Hellinger de Argentina.

En el año 2012 fundó el Centro Cambio Energético, del cual es director. Este es un espacio donde convergen diferentes disciplinas terapéuticas para brindar a los pacientes o consultantes respuestas y soluciones integrales a cada una de las problemáticas que presentan.

Su vocación por la escritura cobró impulso con su primera obra, El constelador y las profundidades familiares del alma (2016).

Índice

Dedico esta edición a mis sobrinos

Martina, Bautista, Mora y Tobías, por mostrarme que la vida sigue su curso sabiamente, que el amor profundo y espontáneo es un reflejo del alma y por devolverme a mi sentir de niño y a la magia.

INTRODUCCIÓN

Si tengo que contar cómo surgió este libro, nos perderíamos en una infinidad de causas y efectos. Sin embargo, podría mencionar algunas cuestiones cruciales: la lectura de los textos de Bert Hellinger y las presencias e influencias trascendentales de mi querida y siempre recordada maestra, la licenciada Celia Elzufán (directora del Centro Privado de Terapias Breves, asociado al Brief Therapy Center del Mental Research Institute de Palo Alto, California, donde me formé en Terapia Sistémica Focalizada) y de Olga Giordano, amiga y excelente colega quien me guio hacia el camino de las Constelaciones Familiares.

Debo también mencionar mi anterior obra, El constelador y las profundidades familiares del alma, porque su escritura me permitió evocar muchos temas de mi pasado, historias de pacientes, inquietudes de constelantes y conocimientos que estaban olvidados en rincones de mi mente. Tal fue el impacto que causó este texto en pacientes, diversos lectores, amigos, familiares y en mí, que tomé la firme decisión de continuar con esta ¿tarea?, ¿vocación?, ¿pasión?, mágicamente descubierta.

Este nuevo libro, pues, no será un compendio de teorías, ya que se trata de un trabajo hondamente personal que surgió del entrecruzamiento entre mi desempeño profesional y mi individualidad. Es aquí donde, a través de la escritura, transmitiré esta fusión entre la terapia y mi propia vida, porque, para mí, ser psicólogo, psicoterapeuta, no es solo una profesión sino una forma de ver, sentir y existir.

Yo creo en esta terapéutica. Vi y veo a diario los resultados. Confío plenamente en ella y me oriento con ella. La coherencia entre esta terapia, mi creencia y mi vida son fundamentales para ser feliz y poder ayudar a mis pacientes.

Ahora bien, ¿se le podría poner el rótulo de autoayuda a este libro? Eso lo dejaré en manos de los lectores. A algunos profesionales les podrá ser útil como manual para introducirse en esta terapia fenomenológica y sistémica, que denominé Psicoconstelaciones (verán a medida que avancen en la lectura que podrán hallar características que la diferencia de las Constelaciones), otros lo verán como un texto que les amplía la información que ya tenían al respecto y, finalmente, para una cantidad de gente que probó con las terapias tradicionales y no les dio el resultado que esperaban, podrá funcionarles, tal vez, como una herramienta para comprender su situación actual y buscar una solución más puntual a su problemática.

Por otro lado, ante la excesiva oferta de terapias, cursos, seminarios y talleres, el lector que ahora me acompaña podría preguntarse si esta metodología de trabajo es mejor que otras, y allí hay una gran cuestión… bajo ninguna circunstancia les ofrezco este camino como algo mejor, sino que pongo ante ustedes una forma diferente de acceder a la sanación y equilibrio justo. No afirmo que esta es superior a otras terapias sino que se las presento porque, quizá, la Constelación es la forma apropiada para su conflicto específico. A otros podría funcionarles realizar biodanza, un taller de escritura… no lo sé.

La idea es poner al alcance de todos un método que, por ser heterodoxo, pues emplea conceptos filosóficos, espirituales y psicológicos, se convierta en un eje ordenador, como una luz que alumbra y dispersa las tinieblas, puesto que cuando caminamos a tientas, sin ver bien, cometemos errores, caemos, tropezamos, atropellamos y eso es lo que trataré de enseñarles para que no suceda, pues una persona con sus pensamientos y emociones en orden funciona asertivamente y se da la posibilidad de crecer y amar.

Bert Hellinger afirma: “Cuando algo se ha arreglado, ha encontrado el orden, la sensación resultante es de alivio, de paz, de posibilidades de hacer algo conjuntamente. Éste es el significado de la frase simple de: ´El asunto se pone en orden´. De repente, uno se siente aliviado. Estos órdenes se encuentran, no se propagan. Yo los encuentro a través del trabajo con constelaciones familiares”1.

Con referencia a este tema, les obsequio un maravilloso cuento popular que ilustra perfectamente el concepto de orden del que hablé con anterioridad.

 

El Hombre de la Lluvia

En una aldea, hacía tiempo que no había llovido. Como todos los rezos habían sido en balde, recurrieron al gran Hombre de la Lluvia, que pidió una cabaña a la entrada de la aldea, así como agua y pan para cinco días. Al cuarto día llovió. La gente volvió jubilosa de sus campos y lugares de trabajo, y se fue ante la cabaña del Hombre de la Lluvia para festejarlo y preguntarle por el secreto.

Él les contestó:

—Yo no puedo hacer que llueva.

—Pero sin embargo llueve —dijo la gente.

El Hombre de la Lluvia les aclaró:

—Cuando vine a vuestra aldea, vi el desorden exterior e interior. Fui a la cabaña y yo mismo me puse en orden. Cuando yo estuve en orden, vosotros también os pusisteis en orden. Y cuando ya estuvisteis en orden, también la naturaleza se puso en orden y, al ponerse en orden, llovió.

1 Hellinger, Bert y Ten Hövel, Gabriele, Reconocer lo que es. Conversaciones sobre implicaciones y desenlaces logrados, Herder, España, 2004.

AGRADECIMIENTOS

“Somos en el hoy nuestra historia, y en cada vivencia están presentes las personas que dejaron en nosotros un aprendizaje. Poder sentir esa presencia nos hace sentir completos”.

Deseo agradecer a mis padres porque me apoyaron y sostuvieron en mi formación personal y profesional. Hoy su recuerdo sigue acompañándome como una presencia que guía cada uno de mis pasos.

A mi familia por el amor, contención y felicidad que me brinda cada día.

A mis amigos entrañables por su amor y compañía.

A mis compañeros de trabajo por la maravillosa tarea de dar y tomar desde un sentir que nos convoca en la tarea terapéutica.

A mis pacientes porque, desde el equipo que conformamos y como amigos en el sentir, me enseñan que la ayuda es un enriquecimiento mutuo en el cual todos crecemos.

A todos los que forman parte de cada taller de constelaciones por elegir este espacio desde el respeto y la entrega que enaltece la herramienta.

A mi editora Gabriela Pomi por entregarse con pasión y dedicación a la tarea de enriquecer mi pensamiento y mi palabra.

A mi anterior obra, El constelador y las profundidades familiares del alma, por el aprendizaje que me brindó en cada etapa de su creación y por el regalo de cada momento compartido de su mano; porque me enseñó a perseverar, a entender que, más allá de las dificultades y los sinsabores, hay una plenitud que es posible sentir si nos comprometemos con nuestros sueños.

Al Centro Cambio Energético, mi espacio sagrado, por cada recuerdo que habita en él y por haber sido el testigo de mi crecimiento personal y profesional a lo largo de estos años.

Finalmente, a todos mis lectores por confiar en mí y en esta obra para su búsqueda de una vida más plena.

 

 

 

 

«Dediquemos todos los momentos posibles de cada día a agradecer todo lo bueno que hay en nuestra vida. Si es poco lo que tienes ahora, aumentará. Si tu vida ya es abundante, esa abundancia también aumentará. De este modo siempre se gana. Tú te sientes feliz y el Universo se siente feliz. La gratitud aumenta nuestra abundancia».

Louise L. Hay

Talleres de Psicoconstelaciones

«Entreveo lo que no funciona en el orden existente. Y para eso, me apoyo en mis percepciones y en mi experiencia. En este ejercicio el terapeuta no tiene ningún objetivo definido. Sólo se concentra o más bien se centra, y se mantiene abierto a cualquier cosa que pase. No sabe adónde irá a parar... Se expone a los fenómenos a medida que van llegando. No debe tener miedo de lo que aparecerá, ni mostrarse crítico, obviamente. El miedo y la crítica son dos elementos que pueden perturbar la percepción. Es lo que sucede en la filosofía del Tao: lo más presente posible, pero en un soltarse sin intención total. Lo importante de las constelaciones sólo es lo que sale a la luz lo que actúa no es el terapeuta sino la realidad emergente de la situación que representa. El terapeuta no interviene, no manipula a nadie al servicio de dicha realidad».

Bert Hellinger

 

Hay una circunstancia que abre una posibilidad en la cual puedo superar ampliamente lo que me legaron, pero siempre actuando con absoluto reconocimiento de lo heredado, eso es posible mediante el trabajo constelativo.

Primeramente, es imprescindible para iniciar el proceso terapéutico una preentrevista, porque a través de ella puedo evaluar la situación del paciente. Esta abre la posibilidad de participar en un taller de los que coordino, en la fecha en la que el futuro constelante siente que es el momento adecuado para hacerlo. Eso lo dejo reservado a la expresión de su sabiduría interior.

Una vez que establecemos un día para constelar, comienza un trabajo maravilloso de aprendizaje y crecimiento mutuo.

En ocasiones me preguntan si se puede realizar una constelación individual en el consultorio, movidos, en parte, por la timidez de insertarse en un grupo de trabajo. A pesar de que es perfectamente posible, por lo general, sugiero el trabajo grupal porque es muy enriquecedor por lo que allí se vivencia. Todos somos transformados en este proceso: quienes traen el tema a constelar, quienes representan en los trabajos de otros en una perfecta sincronía con los temas que cada persona necesita sanar y, también, los miembros de mi equipo de trabajo y, sin duda, yo, como facilitador.

En la rueda, la gente que compone el grupo puede conocerse o no. Allí, los constelantes manifestarán el tema que necesitan sanar con algún miembro de su entramado familiar, con algún síntoma emocional o físico, una enfermedad o consigo mismos.

Es frecuente iniciar el trabajo con esta frase: Que mi alma muestre en la constelación lo que necesito sanar.

Esto abre la posibilidad de que el tema planteado se escenifique con el reflejo exacto de lo que sea preciso sanar.

En el grupo, el constelante deberá elegir a los que representarán su situación específica. Obviamente, en esta “escenificación”, también yo intervendré, cuando sea oportuno, para analizar la figura que se arma, para retirar a alguien o insertar a otra persona tal cual lo que dicte mi percepción y desde la escucha de lo que se manifiesta en forma sutil, incluso, en las personas de la rueda. Esto, justamente, ratifica mi certeza de trabajar con grupos pequeños... puedo percibir qué siente cada uno, el cambio de las emociones y la necesidad de que se incorporen al movimiento más personas.

Una vez elaborado ese entramado o constelación, todos los integrantes, incluido yo, comenzamos a sentir que nuestros cuerpos se comportan como antenas receptoras, es decir, recibimos energías. Quedamos inmersos en reflejos, imágenes, sensaciones, y se siente que se abre un portal hacia otra realidad, una que hasta el momento permanecía cerrada. Cada percepción deberá ser leída y entendida para llegar a una genuina comprensión.

El desafío, entonces, es ver cómo a través de esas sensaciones y ubicaciones dentro de las Constelaciones se desvelan conflictos que permanecían ocultos hasta ese momento para poder producir un cambio. Esa transformación no es más ni menos que una “iluminación”, un profundo entendimiento y también una reconciliación con el pasado.

También, desde este lugar, se produce una reelaboración de las creencias, puesto que se entra en un aprendizaje donde ya no se piensa en términos de bueno o malo, justo o injusto, sino que se ingresa en una sabiduría donde no hay juicios sino entendimiento de que las cosas suceden por una razón.

Sin embargo… siempre hay “sin embargos”, existen circunstancias en donde si veo que el des-ocultamiento de un conflicto no aporta nada bueno a la realidad del paciente, elijo otro camino para operar una sanación en él. Elijo para el constelante ciertos senderos que lo lleven a un bienestar emocional, anímico y espiritual, sin comprometer su salud y paz.

Caso I: Cuando el alma se repliega
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Quiero constelar el mensaje que mi alma necesita transmitirme en el hoy…

Se inicia la jornada del taller y la consultante elije a Valeria (integrante del equipo de Constelaciones) para que la represente. Valeria tomará su lugar y percibirá todo aquello que surja (emociones, sensaciones, sentimientos) a partir del trabajo constelativo.

La forma en que se disponen las personas dentro del espacio me brinda una información crucial para entender qué sucede con la paciente y su problemática. Valeria comienza a movilizarse, sobre unas alfombras que dispongo de una manera específica, hasta hallar el sitio en el que siente que debe estar. No olvidemos que en esta terapia el orden de las cosas y los acontecimientos poseen un significado profundo y preciso. Entonces, Valeria expresa sentirse a gusto en ese punto particular de la habitación.

En principio, mantiene los ojos cerrados, pero luego los abre y dice que siente mucha emoción y que percibe presencias a su alrededor. Repentinamente nos dice que siente las piernas totalmente rígidas.

La invito a que, poco a poco, intente recorrer nuevamente el lugar para hallar un mejor lugar. Vuelve a desplazarse, con cierta dificultad y profundamente emocionada.

En un momento determinado, percibo que Silvina (otra de las asistentes del grupo de trabajo) se siente inquieta. Desde esta agitación expresa su necesidad de ingresar en esta constelación.

Le digo que se ubique donde crea que es el lugar que la representa. Se coloca frente a Valeria, pero a cierta distancia.

Silvina es la que, en realidad, “encarnará” a la paciente. Representa la construcción de su yo, de su ego que está ubicado en un plano bien concreto del aquí y ahora.

La invito a Valeria a que se acerque poco a poco a Silvina, sin embargo, esto le produce cierta dificultad.

Por otro lado, le había solicitado a Silvina que pusiera sus manos extendidas y hacia arriba para recibir a Valeria.

Así dispuesto todo, las invito a que se miren, que hagan contacto visual.

Silvina tiene la intención de que Valeria se acerque, sin embargo, ambas manifiestan no sentirse relacionadas, conectadas.

Claramente se puede observar ante esta incomunicación, ante esta des-unión, un corte, una escisión entre el alma y la esfera de la personalidad. Porque Valeria es el alma de la paciente.

Valeria dice no poder acercarse. No se siente a gusto en ese lugar y necesita tomar distancia. Vuelve a internarse en las profundidades de otro plano. Se dirige a un lugar cada vez más apartado. Allí se siente más tranquila y sin intención de volver a conectarse con Silvina.

En ese momento, decido trabajar con plantillas que tienen la forma de pisadas. Las ubico de tal forma que van marcando un camino frente a Valeria, un camino que la conduce nuevamente hacia Silvina. Se trata de un sendero de conexión entre estas dos instancias, es decir, un camino de vuelta a casa, al abrigo de la calidez que nos da el alma.

Le pido que simplemente se conecte con su sentir en lo profundo y que se deje guiar.

Comienza poco a poco a transitar el camino, apoyando sus pies en cada una de las pisadas. Exactamente arriba de ellas. Sin embargo, cuando está próxima a Silvina afirma que no puede continuar.

Silvina dice que ella quiere que se acerque, pero Valeria no lo desea.

Le digo a Silvina que la invite a acercarse y que la atraiga mediante imágenes positivas, como si estuviera mirando un álbum con fotos de lugares preciados, de gente amada y con momentos de profunda conexión y confianza.

En ese instante sucede algo extraño… en vez de acercarse, Valeria se aleja nuevamente.

Silvina, por su parte, también percibe una sensación rara y se pone a llorar. Afirma que no tiene imágenes positivas, que no las puede ver.

Entonces, decido acercarme. Coloco mis manos en su pecho y espalda, justo a la altura del Chakra corazón. En esa posición, comienzo a entrar en contacto con imágenes diversas que van viniendo a mi mente y se las transmito a Silvina.

Le digo suavemente… Estás mirando imágenes olvidadas de momentos felices. Es como si estuvieras abriendo distintas cajas donde te encontrás con objetos muy queridos que los habías guardado durante mucho tiempo. Estaban ahí esperándote y ahora te podés encontrar con ellos. Estás en un espacio nuevo, un sitio muy blanco, con mucha luz y ventanas abiertas por donde entra una brisa fresca que te acaricia.

Silvina logra ver todo esto y se conecta con estas imágenes que estaban olvidadas o reprimidas, y llora profundamente de emoción.

Decido que ya es suficiente y retiro mis manos, pues el canal ya está abierto.

Ahora bien, establecida nuevamente la conexión, Valeria puede acercarse. Ambas se abrazan y se conmueven profundamente. Al mismo tiempo, la constelante se siente, también, emocionada.

Se toman de las manos e invito a la protagonista a que se sume a la rueda para que pueda tomar el lugar que le corresponde, el sitio donde su yo y su alma se encuentran en perfecta comunión.

Así, el movimiento se cierra. Se cumple el objetivo de volver a moverse en el mundo desde esta unidad indisoluble.

Un aire de alegría y de paz invade el espacio.