TETRALOGÍA PARA LA PLANEACIÓN Y EL ORDENAMIENTO TERRITORIAL Y URBANO EN LA ALBORADA DEL SIGLO XXI






LIBROS DIDÁCTICOS BÁSICOS






LIBRO I




El método para planear haciendo: Experiencias y sugerencias para lograr prácticas óptimas en el siglo XXI

Prólogo

La autora de esta tetralogía utilizó, desde sus primeros trabajos profesionales, un método basado en un proceso de análisis, para el conocimiento de las manifestaciones urbanas de una localidad y, en consecuencia, la identificación de los requerimientos para su atención posterior, con el objetivo de mejorar las características del ambiente natural y crear un lugar a través de su planeación territorial. Esta actividad la aprendió de su padre, quien en 1936 llevó a cabo la primera planeación urbana regional integral y sustentable del siglo XX en el país,1 específicamente en la cuenca sur del bajo río Bravo (ejemplo de una mejor práctica de las que se exponen en el cuarto libro de esta tetralogía sobre la participación ciudadana, perspectiva de géneros de personas y mejores prácticas). Con ese método y esos criterios, Eduardo Chávez continuó su labor profesional en muy diversas cuencas hidrológicas y desarrollos urbano-regionales, tratando siempre de enmarcarlos en procedimientos sustentables y dirigidos al bienestar de los campesinos y habitantes dedicados a las actividades terciarias y complementarias de los poblados de esas regiones.2

Desde mediados de la década de los cincuenta la autora llevó a la práctica la planeación operativa, es decir, la tesis de planear haciendo –descrita en el primer libro de esta serie–, en varias localidades; primero en Veracruz, en el municipio de Tierra Blanca, posteriormente en Oaxaca, para la reubicación del ejido Benito Juárez en el municipio de Tuxtepec, cuando era asesora del gobierno estatal en Guanajuato, donde propuso la descentralización de las actividades universitarias y culturales, así como la creación de una ciudad administrativa en el poblado de Yerbabuena.

En el sexenio que va de 1970 a 1976 la autora llevó a cabo el planear haciendo, como asesora del gobierno estatal de Tabasco y en algunos de sus municipios, sin embargo, en esa ocasión –como muchas de las anteriores–, no quedó documentada como una experiencia concreta.

De 1980 a 1986 el gobierno de Michoacán puso en práctica el Método para planear haciendo, en cuyo proceso se estableció la necesidad de capacitar a los servidores públicos responsables de la labor. Se fueron formando aprendices del urbanismo en el ámbito estatal para que, a través de dicho método, del conocimiento de su localidad y de contar con la asesoría externa de la autora de este trabajo, quien a su vez fue la responsable de promover la formación y capacitación del equipo estatal de planeación urbana, fueran ellos quienes asesoraran a los equipos de planeación en el sector municipal. Para que esto se hiciera posible fue necesario –además del conocimiento de los antecedentes del proceso urbano en el país y en la entidad–, contar con el apoyo de un marco jurídico y reestructurar la administración estatal en lo referente a la planeación y el ordenamiento urbano, lo cual permitió ver decretado mayor número de planes y programas de los que se logró en cualquier otra entidad del país en ese periodo (Chávez, 1990).3

En el ámbito académico, desde su incorporación a la Universidad Nacional Autónoma de México en 1959, Estefanía Chávez contribuyó activamente al impulso del conocimiento del urbanismo en la carrera de Arquitectura, proponiendo e impartiendo clases en asignaturas relacionadas con la materia y paralelamente en el Seminario de Profesores de Urbanismo creado ex profeso por estos para promover el diálogo y el intercambio de experiencias entre ellos. El seminario fue eso, un semillero de formación de profesores a través de ayudantías y servicios sociales que propiciaban intercambio de experiencias y enriquecimiento de las asignaturas impartidas. Dicho seminario se reunía frecuentemente y, en ese entonces, la arquitecta Estefanía Chávez fungía como secretaria académica del coordinador del área. En ese espacio fueron variando las asignaturas e incorporándose nuevas a las iniciales de urbanismo y diseño urbano, entre las primeras se crearon seminarios y conferencias para impartir con posterioridad las asignaturas optativas de Higiene, Economía, Geografía y Sociología Urbanas. De igual manera se promovió, con cierta frecuencia, la posibilidad de que se abriera una carrera de Urbanismo, la cual no fue posible instituir sino muchos años más tarde, cuando en 1982 el director –arquitecto Ernesto Velasco León–, permitió que se estudiara la posibilidad de crear otras dos carreras: Urbanismo y Arquitectura de Paisaje, las cuales fueron aprobadas por la Junta de Gobierno de la Universidad en Noviembre de 1985.

Con la tesis de planear haciendo, la autora busca abolir las prácticas de planear sin hacer –como aquellos consultores que no evalúan con posterioridad sus propuestas– o hacer sin planear –como los improvisados–, ya que esto ha traído como consecuencia el desorden, la desorientación y la falta de confianza de los pobladores en una transdisciplina fundamental para el ordenamiento del territorio: el urbanismo. En este sentido, considera que el propósito de los profesionales del urbanismo no debe ser sólo llegar a dar consultorías sin hacer un seguimiento y evaluación de la operación del método de planeamiento urbano utilizado, sino colaborar con los gobiernos estatales en formar equipos de planeación capaces de interpretar y ejecutar el Plan, y que a su vez, sean posteriormente los formadores de equipos municipales de ordenamiento del territorio.

La experiencia de la autora en el estado de Michoacán (1980-1986) fue el punto de partida para la realización del libro Urbanismo en ciudades medias y pequeñas publicado en 1996, con el propósito de brindar herramientas a los interesados en llevar a cabo planes y programas de ordenamiento territorial; en vista de que era –y sigue siendo– urgente la atención al crecimiento acelerado de muchas de las ciudades del país. Este libro, a su vez, sirvió de base para la realización de esta tetralogía en la que se expone el proceso de análisis, operación y ejecución de un programa de desarrollo urbano y ordenamiento territorial a través del Método para planear haciendo, con el objetivo de poner al alcance de estudiosos del urbanismo material didáctico que les ayude a entender el proceso urbano de un lugar dado, en donde se hace necesario establecer, institucionalizar y operar planes y programas de ordenamiento urbano, a través de un método que considere –además de los aspectos propios de un plan– las características y los géneros de personas, esto es, a todos los autores de la ciudad.






1 Manuel Terán Carbajal, Agua, tierra y hombre: semblanza de Eduardo Chávez, México: Ediciones Desfiladero, 1985.

2 Eduardo Langagne O., Eduardo Chávez el tiempo le dio la razón, México: JC Impresores S.A. de C.V., 1998.

3 Estefanía Chávez Barragán, La mujeres en la tarea de hacer ciudad, presentado en la IV Sesión plenaria del Eje Equidad para los Avances del Programa General de Desarrollo Urbano del Distrito Federal, agosto de 2009.

Presentación

A más de cuarenta años del decreto de la Ley General de Asentamientos Humanos (LGAH), en 1976, el Gobierno de la república ha considerado necesario replantear la tarea de ordenar el territorio en el país y revisar esta ley y las estructuras jurídico administrativas que permitan institucionalizar una nueva manera de llevar a cabo dicha tarea, la cual sigue siendo urgente, dado el crecimiento acelerado de muchas de las ciudades de nuestro país.

En esta situación y momento histórico, la autora de esta tetralogía se ha comprometido con su institución, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con el respaldo de la Dirección General de Apoyo al Personal Académico (DGAPA), a través del Programa de Apoyo a Proyectos para la Innovación y Mejoramiento de la Enseñanza (PAPIME), para elaborar cuatro libros didácticos que sienten las bases fundamentales de la tarea de hacer ciudad; dirigidos, en particular, a los interesados en el ordenamiento territorial y, en general, a los autores de la ciudad que quieran ser conscientes de su autoría y la responsabilidad que con ella contraen, para, así, poder sumar participantes a la tarea de humanizar las ciudades.4

Es por ello que es necesaria la formación de más profesionales del urbanismo, la cual puede acelerarse a través de la creación de escuelas de urbanismo en las universidades del país o de la formación de urbanistas locales en el exterior, bien sea a través de licenciaturas o posgrados. Cabe aclarar que la educación para hacer ciudad es más efectiva cuando se inicia desde los grados de educación primarios a través de su enseñanza en los libros de texto gratuitos. En este sentido, las lecciones para aprender a vivir en ciudad contenidas en los libros de civismo de las escuelas públicas de épocas pretéritas eran un buen principio.5

Este trabajo no es resultado de una investigación académica exhaustiva, sino fruto de la experiencia de más de 60 años de práctica profesional y más de 50 en la docencia, cuyo objetivo es proporcionar material didáctico que, a través de un lenguaje sencillo, plantee los conocimientos básicos que debe tener todo profesional de la transdisciplina del urbanismo.

Es importante resaltar la necesidad de contemplar al urbanismo no como una disciplina, sino como una transdisciplina, en el sentido que Edgar Morín menciona en el prólogo de Los siete saberes necesarios para la educación del futuro,6 en donde indica que la visión fragmentada de las disciplinas obstaculiza la elaboración de conexiones entre las partes y el todo, por lo cual habrá que buscar una forma de conocimiento que permita su mayor comprensión e interrelación. En vista de la complejidad del tema urbano, éste sólo será posible de entender si se vincula el conocimiento de las distintas disciplinas en torno suyo. Es por esto que la propuesta didáctica se basa en la tesis que Morín expone en la mencionada obra:

1) dado que el conocimiento lleva intrínseca la incertidumbre, la educación deberá “dedicarse a la identificación de los orígenes de errores, ilusiones y cegueras”;

2) la procuración de un conocimiento pertinente “capaz de abordar los problemas globales y fundamentales para inscribir allí los conocimientos parciales y locales”, supere el conocimiento fragmentado de las disciplinas y dé paso a un “conocimiento capaz de aprehender los objetos en sus contextos, sus complejidades, sus conjuntos”, y “enseñar los métodos que permiten aprehender las relaciones mutuas y las influencias recíprocas entre las partes y el todo en un mundo complejo”;

3) enseñar la condición humana que es “a la vez físico, biológico, síquico, cultural, social, histórico”;

4) enseñar la identidad terrenal, “[…] mostrando que todos los humanos, confrontados desde ahora con los mismos problemas de vida y muerte, viven en una misma comunidad de destino”;

5) enfrentar las incertidumbres, para lo cual “se tendrían que enseñar principios de estrategia que permitan afrontar los riesgos, lo inesperado, lo incierto, y modificar su desarrollo en virtud de las informaciones adquiridas en el camino. Es necesario aprender a navegar en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certeza”;

6) enseñar la comprensión, estudiándola “desde sus raíces, sus modalidades y sus efectos. Este estudio sería tanto más importante cuanto que se centraría, no sólo en los síntomas, sino en las causas de los racismos, las xenofobias y los desprecios”; y

7) la ética del género humano, “a partir de la conciencia de que el humano es al mismo tiempo individuo, parte de una sociedad, parte de una especie”. […] “La educación debe no sólo contribuir a una toma de conciencia de nuestra tierra-patria, sino también permitir que esta conciencia se traduzca en la voluntad de realizar la ciudadanía terrenal.”

Lo que se pretende es que los lectores encuentren los recursos para comprender mejor el momento que les ha tocado vivir en esta alborada del tercer milenio, atiendan los compromisos que el urbanismo le exige para hacer felices a los habitantes con los que piensan dialogar –con el lenguaje de la ciudad– y para que intenten ser autores de un cambio en las estructuras urbanas, con vistas a una mayor humanización de un futuro predominantemente urbano.

La organización de esta tetralogía se basa en la idea de que el proceso de hacer ciudad debe apoyarse, entre muchas otras cosas, en cuatro pilares fundamentales que corresponden a cada uno de los que la conforman, y que son los siguientes:

1. El Método para planear haciendo, que contiene las bases fundamentales para llevar a cabo un diagnóstico y un pronóstico, y así poder conocer las características del espacio y el tiempo en el que va a llevarse a cabo el ordenamiento urbano de una localidad. El objetivo es brindar a la sociedad, que en dicha localidad habita, los satisfactores mínimos de bienestar a la brevedad posible, a través de proyectos o propuestas Participativas, Integrales, Sustentables y de Acción Inmediata (PISAI),7 y no de un plan de desarrollo urbano convencional.8 En este libro se describe la experiencia de Michoacán (1980-1986), donde se puso en práctica el método de planear haciendo.

2. El proceso urbano, donde se proporciona un panorama general de este proceso en nuestro país, ya que el análisis y conocimiento de ahí en donde se quiera llevar a cabo el ordenamiento territorial y urbano es fundamental en los ámbitos nacional, regional y local.

3. El marco jurídico-administrativo, en el cual se abordan los aspectos de este rubro que han sido necesarios para que los planes, programas y proyectos que han emanado del Método planear haciendo y de los distintos métodos empleados para en el ordenamiento de las ciudades, puedan institucionalizarse y cumplirse a través de la definición y estructura de la institución que vele por su buen funcionamiento; en este caso, el municipio.

4. La participación ciudadana y las mejores prácticas. En este libro se abordan algunas consideraciones en torno a estos temas –ya que forman parte de los tres aspectos anteriores–, con el propósito de hacer conscientes, partícipes y responsables de la conformación urbana de sus espacios a los autores de la ciudad.

Otra razón de haber abordado los cuatro puntos en capítulos separados obedece a que cada uno de ellos puede corresponder a algunas asignaturas de los planes de estudio de las escuelas de urbanismo, como son los talleres de planeación urbana, el análisis histórico del desarrollo urbano, la legislación y administración urbana, o bien en las relativas a la participación ciudadana.






4 Este tema se desarrolla de forma específica en Estefanía Chávez, Los autores de la ciudad, México: PUEC-UNAM, 2014.

5 Corona y De la Peza (2000) presentan una reseña de la evolución de los contenidos de los libros de texto de educación básica en relación con la educación ciudadana.

6 Edgar Morín, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, París: UNESCO, 1999.

7 Los denominados proyectos PISAI se exponen de forma más detallada en el documento de trabajo de Estefanía Chávez, Las mujeres en la tarea de hacer ciudad, op.cit.

8 A diferencia de las metodologías oficiales, planear haciendo simplifica los documentos resultantes de diagnóstico, pronóstico y propuestas, siendo estas últimas más concretas respecto a su realización o puesta en marcha, ya que a los aspectos que en la metodología de la SAHOP son indicativos en este caso se les otorga el carácter de norma; además las propuestas reconocen las estructuras socio espaciales existentes, lo que contribuye a la apropiación del plan por parte de los pobladores.

En relación con la metodología de los libros didácticos

La realización de los libros didácticos que conforman la tetralogía se basó en un sistema de cuestionamientos, a manera de un diálogo con la autora, para que a través de las preguntas9 y de las respuestas proporcionadas –con las que se podrá concordar o no–, los lectores encuentren líneas de análisis y estudio que les permitan reflexionar, formular nuevas preguntas o elaborar sus propias conclusiones, a fin de que construyan su propio conocimiento. En el caso de los universitarios, estos podrán complementarlo con los proyectos extracurriculares y los procesos de integración y extensión universitaria que se lleven a cabo para ese fin en las respectivas escuelas y facultades.

Como parte de la investigación realizada dentro del programa del PAPIME se señaló la necesidad de hacer algunas visitas a cinco ciudades en las que la autora tuvo, en algún momento, un vínculo con la planeación urbana del estado para conocer algo de la evolución del proceso de planeación en esas ciudades después de haberse instituido la LGAH.

Las ciudades son Guadalajara, Jalisco; Morelia, Michoacán; Villahermosa, Tabasco; y Xalapa, Veracruz. Cabe aclarar que la primera no era ciudad media desde el inicio de la investigación, pero contaba con una mayor experiencia en planeación urbana.

Como resultado, se formularon unas entrevistas, y al final de cada libro se sintetiza la información generada. Cada cuestionario, que también se anexa al final de cada libro, fue enviado previamente a estas ciudades para contestarse predominantemente por académicos, funcionarios y ex funcionarios en el ámbito estatal y municipal.



Estefanía Chávez Barragán






9 El diseño de las preguntas en gran medida fue realizado con el apoyo de estudiantes de diversos semestres de las licenciaturas de Arquitectura y Urbanismo, de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.

Introducción a los cuatro libros

La ordenación del territorio urbano por sus autores (gobernantes, profesionales, empresarios, grupos organizados de la comunidad y población en general) ha sido y seguirá siendo una actividad humana permanente. Hasta mediados del siglo XX, en nuestro país esta actividad se practicaba de una manera intuitiva y en muchos casos apoyada solamente en la experiencia. Ninguno de estos autores consideraba como parte de sus tareas cotidianas velar por el ordenamiento urbano, así como atender las demandas necesarias y urgentes al crecimiento lento y paulatino que se registraban en México desde los inicios del periodo independiente.

A partir de los movimientos migratorios y la incorporación de población ajena a las culturas locales, se fueron densificando las zonas ya consolidadas y ocupando las periferias de las ciudades, lo cual fue cambiando no sólo la estructura de la ciudad y su imagen urbana, sino la calidad del ambiente en esas zonas y la cohesión social que en muchas de ellas existía y que hasta la fecha, en algunas, sigue existiendo.

En 1950 todavía 57.4% de la población era urbana y el resto era rural, de esta última, muchos ya intercambiaban productos en las ciudades, y en algunos casos eran avecindados en ella. Esto acentuó los cambios de imagen urbana y la incorporación de otros satisfactores a la ciudad que antes existían en menor proporción, como escuelas primarias, mercados; centros culturales, comerciales, recreativos y deportivos, así como redes de infraestructura.

Desde entonces la dinámica del proceso urbano se ha tornado acelerada, al punto que hacia el año 2010 la población urbana representaba cerca de 80%, pero las ciudades, resultado de este proceso, no han proporcionado la calidad de vida que, se supone, debiesen ofrecer a quienes las han ido habitando, dado que la conformación de las ciudades ha obedecido a intereses que no son bienestar de las personas, sino la competitividad y la obtención de beneficios económicos.

Conocer estos procesos, saber que cada día se vuelven más complejos y por ello se dificulta su comprensión, hace más urgente la necesidad de un conocimiento transdisciplinario de los fenómenos sociales, físicos y económicos que se dan en una estructura urbana con una dinámica cultural acelerada. De ahí la importancia de formar profesionales serios para ordenar racional y profesionalmente el territorio, y evitar las frecuentes improvisaciones.

Introducción al libro primero

Este libro tiene como objetivo principal sustentar un método que agilice y permita su fácil aplicación para la elaboración y seguimiento de los planes y programas de ordenamiento urbano en las ciudades medias y pequeñas. A éste se le ha llamado Método para planear haciendo y para exponerlo se establecen los antecedentes de los diversos métodos que se utilizaron a lo largo del siglo XX en México.

La denominación de la escala de las ciudades según la clasificación del Programa Nacional de Desarrollo Urbano y Ordenación del Territorio 2001-2006, en el Sistema Urbano Nacional propuesto por el Consejo Nacional de Población (CONAPO), por el número de habitantes: las que tienen un millón o más, las ciudades medias de entre 100 000 y 999 999 y las pequeñas entre 15 000 y 99 999.10

Entre los propósitos de señalar algunas de estas metodologías está el hacer énfasis en que para la transdisciplina del urbanismo se requiere aplicar métodos sencillos y que resulten de fácil comprensión y realización, sobre todo en el ámbito del municipio, donde quienes tienen la responsabilidad de la operación del ordenamiento urbano, aun no son egresados de las carreras de Urbanismo y, por por tal razón, no tienen una preparación práctica más amplia al respecto.

Para describir este proceso se mencionan las primeras experiencias de principios del siglo XX (apoyadas en la Carta de Atenas de la década de 1920) donde se describe lo más exhaustivo posible el método utilizado para tener un conocimiento del sitio, motivo de análisis de actuación. Esto se expone en la primera parte de este libro, donde también dicha descripción se complementa con la de algunos otros métodos aplicados en el tercer cuarto del siglo XX, anterior a la Ley General de Asentamientos Humanos (LGAH).

Posteriormente se hace mención de la expedición de la LGAH, la creación de la Subsecretaría de Asentamientos Humanos y el método propuesto por ésta para hacer cumplir el mandato de la ley, en este sentido, durante el primer sexenio de su operación (1976–1982). En este proceso se perdió la tradición de la planificación urbana en México y modificaron el camino para llevarla a cabo, que en lugar de simplificar y ayudar al urbanismo, lo hizo más complicado, costoso y confuso para sus operadores: gobernantes, profesionales responsables de concretarlo y la población que cada día se mostró más interesada en participar y manifestar sus necesidades por satisfacer en las ciudades de las postrimerías del siglo XX. Para describir y explicar esta segunda parte del proceso de planeación urbana se expone el método propuesto a nivel central de la federación a través de la Secretaría de Asentamiento Humanos y Obras Públicas (SAHOP), creada con el propósito de institucionalizarla a lo largo del país.

El método propuesto por la SAHOP se trató de imponer y llevar a cabo en todas las entidades, pero por sus características no se generalizó ni se pudo concretar debido a lo extensivo y exhaustivo del proceso, ya que muchas veces requería para su elaboración más de los tres años de duración de los gobiernos municipales encargados de velar por su ejecución y operación; de igual manera, se requería un alto presupuesto para su instrumentación y ejecución.

En este libro se expone un método alternativo planteado para su operación en el estado de Michoacán, durante el sexenio de 1980–1986, que por su sencillez fue posible utilizarlo para hacer los planes de desarrollo de 67 poblaciones del estado, en las que participaron como coautores los profesionales de la Secretaría de Urbanismo (SU) y los servidores públicos de los municipios que se responsabilizaron del diseño y operación de los últimos planes ejecutados.

Se señala también, someramente, el resultado de algunas experiencias más recientes que, en ese sentido, se han planteado en los primeros dos sexenios del tercer milenio y las conclusiones y recomendaciones sobre este tema.

La importancia que la autora le da al método y a la experiencia aplicada con él motivó la razón de ser de este primer libro de la tetralogía, cuyo principal objetivo es poner al alcance de los estudiosos y profesionales del urbanismo esta herramienta para ser adaptada y aplicada en los municipios del país que así lo requieran, utilizando procedimientos sencillos para hacerla accesible a los gobiernos municipales que aún no están preparados para llevar a cabo programas largos y costosos en un país en donde nuestros recursos humanos y económicos deben aplicarse para beneficio de los pobladores y el cuidado de su ámbito.

Un caso similar podría ser la experiencia de Rodolfo Livingston, plasmada en su libro El método,11 que es resultado de una práctica que llevó a cabo en diferentes zonas de Cuba y en su país, Argentina, y que pudo registrar en dicho libro. Es importante que se estimulen trabajos como éste para que los investigadores tengan ejemplos de acciones operativas exitosas.






10 Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), 2001.

11 Rodolfo Livingston, El método, Argentina: Ediciones de la Urraca, 1995.

Capítulo I. Método para planear haciendo

Antecedentes

El libro correspondiente al Método para planear haciendo va dirigido –como los otros tres de la tetralogía de libros didácticos– a los estudiosos del urbanismo en México que sean capaces de creer en la posibilidad de alcanzar un conocimiento mayor e intentar incorporar al suyo las experiencias de otros. Este texto forma parte de una experiencia personal concreta, de una labor profesional que a lo largo de los últimos cincuenta años ha confirmado su validez; se trata de transmitir esta experiencia y conocimientos a aquellos interesados en esta actividad transdisciplinaria que es el urbanismo, actividad en la que intervenimos, en la que de alguna forma, hacemos, deshacemos, conservamos e intentamos embellecer nuestros espacios urbanos y hacer felices a sus habitantes.

Como bien menciona Solís:

Si el trabajo de planeación ha de orientarse en la dirección a la que apunta el patrón cultural del que somos herederos, debe preocuparse por facilitar la creatividad plena de los ciudadanos. Esto lleva hacia una planeación de carácter más amplio que la tradicional, que pueda conceder una orientación más precisa y a la vez una flexibilidad considerable a todo proceso, pues de lo que se trata es de cubrir el desarrollo de los aspectos más variados bajo las condiciones más diversas. Se deriva de esto una actitud hacia el cultivo y cuidado de ámbitos y espacios propicios para que de ellos surja la acción, y no hacia la naturaleza de la acción misma. Obviamente esto será aplicable más bien donde se identifique la presencia de agentes que sólo requieren de medios para cumplir propósitos definidos, sin descartar las acciones directas y profundas donde los problemas sean de una gravedad extrema. Dicho sea de paso, tras de todo plan debe existir el deseo de estimular la iniciativa individual más bien que suplirla y conjugarla con las ventajas de la acción colectiva más que enfrentarla.12

¿Cuándo se consideró importante pensar en un método para planear y prever el crecimiento urbano?

En los casos de los países europeos, estos procesos nacieron desde el siglo XVII pero en forma paulatina, como resultado de la Revolución industrial iniciada desde ese siglo. A partir de entonces empezaron a crecer brusca e incomprensiblemente los asentamientos humanos en donde se instalaron las primeras industrias. En Europa no se ubicaron en las grandes ciudades, si no, por el contrario, en las bocaminas de carbón de coque o en los lugares donde estaban las fuentes de energía (agua o viento); y las industrias fueron principalmente extractivas y en algunos casos de transformación. En el caso de nuestro país el crecimiento urbano se inició antes del impulso de la industria. Esto se debió al conocimiento de las ventajas que ofrecían aquellas ciudades con nuevos satisfactores urbanos.

En Europa, cuando se inicia la Revolución industrial el tamaño de los establecimientos humanos en que se ubicaron las industrias era muy reducido, y el proceso de poblamiento resultó lento. De ahí que la palabra urbanismo surgiera hasta alrededor de 1910 como una disciplina que pretendía estudiar y entender el fenómeno de las ciudades en esa época. Más tarde el urbanismo se amplió para tratar de plantear alternativas de solución a estos fenómenos, que se agudizaron aún más después de la destrucción de las ciudades europeas durante las dos Guerras Mundiales del siglo XX.

¿Cuáles fueron estos nuevos satisfactores urbanos?

Los servicios educativos, de salud, comercios, centros de recreación, etcétera, así como las medidas profilácticas para evitar la morbilidad y mortalidad provocadas predominantemente por la contaminación biológica (en nuestro país, principalmente por la contaminación del agua causada por la falta de servicios y mala infraestructura); en menor medida, por la contaminación química que generaba la industria; el desgaste físico de jornada laboral de más de ocho horas, que aún no se daba tan generalizadamente en México y por supuesto en muchos casos por la generación y de nuevos empleo.13

¿Cómo continuó en México el desorden urbano provocado por la Revolución industrial?

En el caso de los países en vías de desarrollo, las industrias se instalan en las ciudades mayores por razones de economía de escala (donde los servicios reducen el costo de la instalación).

Al iniciarse los procesos de urbanización –con un incremento demográfico, por la migración del campo a la ciudad, de las ciudades pequeñas a las medianas y de éstas a las metrópolis– empezó el desorden urbano en algunas entidades y centros de población del país. Las autoridades estatales y municipales, los profesionales y la población misma no estaban prevenidas ni preparadas para entender estos movimientos migratorios ni su impacto social, político, económico y ecológico. La consecuente falta de métodos de planeación urbana para atenderlos, se hizo presente a pesar de que sí se siguió atendiendo con cuidado este proceso.

¿Qué hicieron los profesionales del urbanismo al enfrentarse con un problema tan grande de desorden urbano y, en el caso de Europa, con la reconstrucción de las conflagraciones mundiales ocurridas a principios del siglo XX (principalmente durante la primera y la segunda Guerra Mundial)?

Es muy frecuente que cuando nos enfrentamos a un problema, si no tenemos la práctica de resolverlo, nos lleva mucho tiempo ordenar nuestras ideas, conocimientos y acciones para encontrar la solución. Es difícil que intentemos improvisar nuestras acciones para lograrlo o copiar experiencias ajenas a las nuestras, sobre todo cuando tenemos la urgencia de ejecutar un plan de inmediato. De ahí la importancia de proponer un método en el que podamos apoyarnos y hacer planteamientos consecuentes.

En el caso de los países europeos, los arquitectos que en aquel tiempo manejaban problemas urbanos más sencillos, se reunieron en los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM), de los cuales hablaremos más adelante para establecer un método de análisis y referentes al ordenamiento urbano en esa época.

¿Y qué pasó en América Latina?

Respecto a Latinoamérica y el Caribe, Luis Lira menciona lo siguiente:

Si bien, varios países establecieron tempranamente oficinas de planificación nacional, su aceptación generalizada como instrumento para promover el desarrollo deriva de las resoluciones de la Carta de Punta del Este en 1961 y de su mecanismo principal la Alianza para el Progreso que, entre otras, condicionaba la ayuda internacional a la preparación e implementación de programas nacionales de desarrollo económico y social. Es así, como las resoluciones del capítulo I (requerimientos básicos para el desarrollo económico y social) del título II (desarrollo económico y social) de esta conferencia señalan lo siguiente: “1) Que se pongan en práctica, de acuerdo con los principios democráticos, programas nacionales de desarrollo económico y social bien concebidos y comprensivos, dirigidos al logro del crecimiento auto sostenido; 2) Que estos programas nacionales de desarrollo económico y social se basen en el principio de la auto-ayuda tal como se estableció en el Acta de Bogotá y en la utilización al máximo de recursos internos, tomando en consideración las condiciones especiales de cada país; y 3) Que en la preparación y ejecución de estos planes de desarrollo económico y social, las mujeres sean consideradas en igualdad de condiciones que los hombres...” A su vez el capítulo II (programas nacionales de desarrollo) plantea que “1) Los países latinoamericanos participantes concuerdan en introducir o reforzar los sistemas para la preparación, ejecución y revisión periódica de los programas nacionales de desarrollo económico y social coherentes con los principios, objetivos y requisitos contenidos en este documento. Los países latinoamericanos participantes deben formular, si es posible dentro de los próximos dieciocho meses, programas de desarrollo a largo plazo...”14

Esta Carta la suscribieron 20 repúblicas americanas, con excepción de Cuba.15






12 Leopoldo Solís, “Perspectivas de la planeación” en Comercio Exterior, Vol. 30, Núm. 11, Noviembre, México: Banco Nacional de Comercio Exterior, 1980, p. 1186.

13 Jeener, Pasteur y Koch dieron su aportación para prevenir muchas de las enfermedades que la Revolución industrial y el congestionamiento urbano trajeron consigo en México se aplicaron las vacunas aun antes de que la Revolución industrial cobrara auge antes del siglo XX. Edward Jenner (1749-1823) descubrió la vacuna antivariólica en 1796, Luis Pasteur (1822-1895) desarrolló la teoría germinal de las enfermedades infecciosas y, en 1880, inventó la vacuna antirrábica. Heinrich Hermann Robert Koch (1843-1910) se hizo famoso por descubrir el bacilo de la tuberculosis en 1882, y el del cólera en 1883, es considerado así el fundador de la bacteriología.

14 Luis Lira, “La revalorización de la planificación del desarrollo” en Serie Gestión Pública, núm. 56, p.9.

15 La versión en inglés de este documento se encuentra en The Charter of Punta del Este, Establishing an Alliance for Progress Within the Framework of Operation Pan America; August 17, 1961 [en línea] http://www.yale.edu/lawweb/avalon/intdip/interam/intam16.htm.