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TODO

sobre la técnica de la

ILUSTRACIÓN

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sobre la técnica del la

ILUSTRACIÓN

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Todo sobre la técnica de la ilustración

Dirección editorial: Ma Fernanda Canal

Textos y coordinación: David Sanmiguel

Realización de ejercicios: Vicenç Ballestar, Josep Torres, Myriam Ferrón,

Judith Morales, Yvan Viñals, David Sanmiguel y Antoni Vidal.

Diseño gráfico de la colección: Toni Inglès

Maquetación: Toni Inglès y Alba Marco

Fotografía: Nos & Soto, Marina / Ilustración Stock

Archivo iconográfico: Ma Carmen Ramos

Segunda edición

© 2013, ParramónPaidotribo.

www.parramon.com

E-mail: parramon@paidotribo.com

© de las reproducciones autorizadas, VEGAP, Barcelona, 2000

ISBN: 978-84-342-2312-7

ISBN EPUB: 978-84-342-4279-1

Derechos exclusivos de edición para todo el mundo

ParramónPaidotribo quiere manifestar su agradecimiento a Marcel Socias y a Pacmer, S.A. por su amable colaboración y por su asesoramiento técnico.

Es curioso que la ilustración ocupe un lugar subalterno en la educación artística cuando en realidad se trata de la manifestación visual más presente en nuestra vida cotidiana; libros, revistas, diarios, anuncios, etiquetas: todos los medios impresos de difusión contienen ilustraciones. Tan habituados estamos a ellas que muy pocos se detienen a considerar su valor artístico. Pero detrás de cada ilustración, está el trabajo de un profesional creativo que conoce los secretos del oficio pictórico tan bien como un artista plástico.

Naturalmente, existe una diferencia crucial entre un ilustrador y un artista plástico: el primero debe ceñirse a las necesidades de un encargo concreto, mientras que el pintor o escultor produce obras no necesariamente ligadas a la demanda de un cliente. Dentro de esta distinción básica caben todos los matices imaginables: desde ilustradores que adaptan su manera de trabajar y varían su estilo con cada petición, hasta profesionales que gozan del crédito suficiente como para seguir una línea de trabajo claramente personal y que pueden mantenerla y satisfacer al mismo tiempo los deseos de quien contrata sus servicios. El ideal de todo ilustrador es, por su puesto, trabajar de una manera personal y creativa sin tener que desvirtuarla en función del cliente. Muy pocos lo consiguen, si bien son también muy pocos los artistas que logran imponer su obra en el mercado del arte. Tanto en uno como en el otro campo, el éxito es siempre producto del trabajo, de la creatividad personal y de una sólida formación técnica.

Esta obra ofrece una amplísima visión de las técnicas y los estilos vigentes en la ilustración actual. Desde la tradicional acuarela hasta los más modernos procesos de ilustración con ordenador, pasando por todos los procedimientos pictóricos convencionales (guache, pastel, lápices, tinta, óleo, acrílico) y los más recientes (aerógrafo, fotomontaje, colage e ilustración tridimensional). Todas las técnicas mencionadas se explican a partir de uno o varios ejemplos prácticos desarrollados en una detallada secuencia paso a paso. Además, cada una de estas secuencias vincula la técnica en cuestión con un tipo de encargo concreto para que el lector pueda hacerse una idea cabal no sólo de las posibilidades del procedimiento sino también de la temática a la que se adapta con mayor naturalidad. Esta estrecha vinculación entre técnicas y temas (que constituye un aspecto fundamental en el mundo de la ilustración) ha centrado gran parte del esfuerzo editorial que ha dado lugar a este libro y es su mejor baza pedagógica.

Como complemento de todo ello, se incluyen algunos interesantes apartados sobre la evolución histórica de la ilustración, los géneros y estilos de mayor actualidad y algunas orientaciones y comentarios sobre el trabajo del profesional en relación con los procesos editoriales contemporáneos. Nada que afecte al trabajo del ilustrador se ha dejado de lado en este libro, y es seguro que tanto el profesional en activo como el estudiante de arte encontrarán en él una guía fiable y verdaderamente útil.

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El cambiante mundo de la ilustración

En propiedad, la ilustración moderna comienza con el invento de la imprenta y la posibilidad, a partir de ese momento, de editar imágenes en serie que difundan informaciones de todo tipo (literarias, artísticas, científicas, técnicas) o que decoren y comenten gráficamente los textos. Desde entonces, los diferentes estilos de la ilustración se han desarrollado a la par de los avances técnicos en la reproducción de imágenes. En cuanto al estilo de ilustración, las tendencias de cada época han estado en consonancia con los cambiantes modelos pictóricos, adaptándolos a las necesidades gráficas en un tono más popular.

LOS ORÍGENES DE LA ILUSTRACIÓN

Los antecedentes de la ilustración tal como la conocemos hoy son las miniaturas con que los artistas medievales decoraban los manuscritos. Estas miniaturas están más cerca de muchas realizaciones contemporáneas que de la ilustración mediante grabados que inauguró el Renacimiento. En efecto, al tratarse de obras originales (pintadas, por lo general, a la acuarela), su efecto es muy similar a las modernas técnicas de reproducción que permiten una perfecta fusión del texto y la imagen. Entre los ejemplos más impresionantes de la ilustración medieval se encuentran las letras capitales de los evangelios irlandeses (entre ellos, el célebre Evangelio de Lindisfarne, del siglo X, uno de los más antiguos de Europa). Las miniaturas eran con frecuencia obras muy detalladas, trabajadas con sumo esmero, que podían entrar en la categoría de verdaderas obras de arte.

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Martirologio de Usuardo, hacia 1400. Museu Diocesà de Girona (España). La ilustración medieval abarca la concepción entera de la obra escrita, desde la tipografía hasta el último detalle ornamental.

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Ilustración perteneciente al Beato de Liébana, Códice del Monasterio de San Pedro de Cardeña (España) hacia 1180. En la Edad Media no se advierten diferencias entre el estilo de ilustración de manuscritos y el de pintura artística (retablos o murales); ambas tareas solían ser realizadas por los mismos artistas.

EL GRABADO: MEDIO DE DIFUSIÓN UNIVERSAL

Tras la invención de la imprenta, los grabados se realizaban siempre sobre madera e incorporaban imagen y texto en una misma plancha. Hasta el siglo XIX (cuando nuevos métodos de grabado en madera relanzaron esta especialidad), la técnica de grabado sobre madera no facilitaba la finura de detalles; la precisión fue una consecuencia del grabado en plancha metálica (a partir del siglo XVI), que obligaba a imprimir por separado imagen y texto, lo que llevó a la moda de las ilustraciones independientes a toda página y a las obras de gran formato. Esta técnica inaugura la época de esplendor de las láminas grabadas (retratos realistas, mapas geográficos, imágenes científicas, etc.); esta manera de emplear el grabado llega hasta nuestros días (punta seca, aguafuerte, aguatinta…), aunque hoy suele quedar circunscrita a la actividad de artistas plásticos y no de ilustradores. La siguiente gran innovación fue la ilustración en piedra litográfica (nacida en 1798), que, a diferencia de los grabados anteriores que debían colorearse a mano, llevó a la impresión en colores, antecedente de las modernas técnicas de fotograbado.

LA ILUSTRACIÓN SATÍRICA

El enorme impulso que tomó la ilustración de libros durante el siglo XVIII, gracias a la gran labor de difusión cultural de los intelectuales ilustrados franceses e ingleses, llegó también a las revistas y publicaciones periódicas, mucho más volcadas a la actualidad que a la recopilación cultural. En Inglaterra aparece un género, la sátira política y social, que se convertirá en una de las formas de ilustración más populares del mundo moderno. El gran satírico inglés es William Hogarth (1697-1764), cuyos magníficos grabados caricaturizan todos los vicios y miserias de la sociedad urbana inglesa del siglo XVIII y de su sistema político. El equivalente francés será, un siglo más tarde, Honoré Daumier, quien se vio envuelto en graves problemas con la justicia por satirizar a Luis Felipe de Orleans en una serie de célebres caricaturas. Ambos fueron grandes pintores, pero en su época se les conoció sobre todo por su labor como ilustradores.

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Letra florida. Scriptorim de la abadía Allerheiligen de Schaffhausen, finales del siglo XI. Biblioteca Estatal de Schaffhausen (Suiza). Entre los ejemplos más tempranos de ilustración se encuentran las filigranas decorativas de letras capitales realizadas para evangelios manuscritos.

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Esta deliciosa ilustración de Aubrey Beardsley es muy representativa de su estilo: línea decorativa, siluetas estilizadas en blanco y negro y temática simbolista extraída de obras literarias.

ILUSTRADORES DEL SIGLO XIX

La segunda mitad del siglo XIX es la época de esplendor de la ilustración narrativa; asimismo, es el momento de auge de la ilustración de carteles y de todo tipo de propaganda gráfica. Muchos autores consideran que el cartelismo nace en Francia a mediados del siglo XIX de la mano de dos grandes pintores: Honoré Daumier (1808-1879) y Édouard Manet (1832-1883). El estilo de estos dos artistas y de sus seguidores marcará la estética de lo que será el modernismo decorativo; en la ilustración, este estilo se distingue por la estilización de las formas y la influencia de la estampa japonesa: siluetas y línea cursiva que define los contornos sin dar volumen. La ilustración modernista se caracteriza por los colores vivos, las formas curvilíneas, la temática mundana y una clara supresión de los detalles en favor de las manchas planas.

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Gérard de Lairesse, plancha para el tratado Les principes du dessin. Las planchas metálicas permitieron reproducir ilustraciones independientes del texto. Esta técnica posibilitaba un detallismo fuera del alcance de la ilustración grabada en madera.

La evolución de la ilustración de finales del siglo XIX tiene uno de sus puntos álgidos en las obras de Toulouse-Lautrec; muchos carteles de este pintor se encuentran entre lo más célebre de su producción. Bonnard (1867-1947) y Steinlen (1859-1923), Gustave Doré (1832-1883) y Aubrey Beardsley (1872-1898) son también artistas cuyos carteles, ilustraciones para revistas y láminas para obras literarias marcarán un hito en la estética de la época, que favorecía las volutas y la estilización de los motivos vegetales.

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Gustave Doré, ilustración para el poema de Coleridge La balada del viejo marinero. Doré fue uno de los ilustradores más célebres de su época. Su estilo, detallado y minucioso, fijó las imágenes por las que hoy seguimos identificando a personajes como Don Quijote o los protagonistas de las novelas de Julio Verne.

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Théophile-Alexandre Steinlen, La conversión de Ángela (ilustración para el semanario ilustrado Gil Blas). Ilustraciones como ésta hicieron de Steinlen el más renombrado ilustrador de prensa de su tiempo. Su influencia es visible en la obra temprana de artistas de la talla de Picasso o Bonnard.

IMPRESIONISMO Y SIMBOLISMO

En las últimas décadas del siglo XIX conviven dos movimientos artísticos cruciales: el Impresionismo y el Simbolismo. El primero es una apuesta por el realismo, por los temas cotidianos y por el estilo abocetado y rápido. El Simbolismo, por el contrario, desarrolla una temática fantasiosa y literaria en un estilo extremadamente refinado y decorativo. Ambas tendencias cuentan con ilustradores de primera categoría que extienden su influencia hasta nuestros días.

EL SIGLO XX

Antes del siglo XX, los ilustradores trabajaban, por lo general, dentro de la tradición realista y humorística establecida por los grandes artistas victorianos. El núcleo central de aquella tradición era el riguroso dibujo académico, incluso cuando la ilustración era decorativa, cómica o dedicada a obras infantiles: uno de los mejores ejemplos de esta tendencia, que continuó vigente en las primeras décadas del siglo XX (y que se extiende hasta hoy), son las deliciosas siluetas del ilustrador inglés Arthur Rackham (1867-1939).

Sin embargo, en los años veinte y treinta se puso de moda entre editores y publicistas un cierto tipo de estilización procedente de los nuevos lenguajes que aportaban los pintores y escultores de la vanguardia. La expansión comercial de la postguerra dio a los ilustradores más inquietos la oportunidad de trabajar a partir de formas más modernas y expresivas: un tipo de ilustración calculada para capturar y promover, así como para criticar, el espíritu de la nueva era: la era de la comunicación masiva, los nuevos medios y la sociedad de consumo.

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John Heartfield, fotomontaje para un cartel sobre la Guerra Civil española. Colección IVAM-Marco Pinkus, Valencia (España). El fotomontaje se ha revelado como uno de los recursos más eficaces del ilustrador para crear imágenes de fuerte impacto gráfico y psicológico.

En términos técnicos, la nueva ilustración superó la obligada preeminencia del dibujo fielmente figurativo y se abrió a la exploración de la pincelada, el color, las texturas y los juegos puramente visuales, cercanos al arte abstracto; también al fotomontaje y a nuevas técnicas surgidas a raíz de modernos aparatos, como el aerógrafo, que descubrieron un nuevo campo a las ilustraciones de gran formato y a las representaciones más depuradas de máquinas e ingenios

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Antoni Clavé, Cartel para el bar Boliche. Colección particular. Las formas de este cartel están inspiradas en los estilos pictóricos de las primeras décadas del siglo XX, concretamente en el Cubismo. Ejemplos como éste demuestran que los movimientos de la vanguardia artística tuvieron puntual reflejo en las ilustraciones.

LA CULTURA POPULAR

A mediados del siglo XX las tendencias artísticas volvieron la vista a los movimientos de cultura popular urbana o, mejor dicho, a los productos del mercado de consumo que constituyen el paisaje gráfico de la vida contemporánea: fue el movimiento conocido como “Pop Art”. Los pintores y escultores de esta tendencia tomaron como tema iconos populares, por ejemplo los personajes del cine o de las tiras cómicas; muchos de los artistas más famosos del momento (el estadounidense Andy Warhol o el inglés Peter Blake, entre ellos) pasaron del campo de la ilustración comercial al de las Bellas Artes sin apenas alterar su estilo ni su imaginería. Esto repercutió en el ámbito de la ilustración, pues se revalorizaron temas y estilos que habitualmente estaban arrinconados en los géneros menos reconocidos. Los nuevos ilustradores comenzaron a elaborar versiones de estas formas populares y a experimentar con fórmulas y técnicas propias de otros tiempos: viejos anuncios callejeros, antiguas tipografías, historietas infantiles, viejas películas cinematográficas y fotografías antiguas, etc.

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Arthur Rackham, ilustración para el cuento La Bella Durmiente. Rackham se hizo famoso realizando ilustraciones a base de siluetas para libros infantiles. Son obras de gran fuerza gráfica que consiguen su objetivo con una sorprendente economía de medios.

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Eliezer Markovitch “El Lissitzky”, ¡Abajo los blancos con una cuña roja! Colección particular. Ésta es una de las obras pioneras en el estilo gráfico que se desarrolló con la Revolución rusa. Un estilo plenamente vanguardista y que hoy sigue estando de actualidad, aunque del todo integrado con la estética de nuestro tiempo.

LOS NUEVOS CAMINOS

De todos los campos que requieren ilustradores, las revistas y las publicaciones periódicas son las que ofrecen más posibilidades al trabajo experimental o vanguardista. Éstas se hallan en constante demanda de nuevas imágenes y de ilustradores experimentados. Todo tema imaginable puede aparecer en las páginas de estas revistas y diarios y el ilustrador puede desarrollar su imaginación contando sólo con los límites que imponen su capacidad profesional y el criterio de los directores editoriales. Basta una ojeada a las revistas ilustradas de mayor tirada para comprobar la gran riqueza de estilos y técnicas que se emplean en la actualidad; cada momento histórico tiene sus propias tendencias y sus modas (que suelen cambiar de forma significativa cada diez años aproximadamente), y el ilustrador debe estar al corriente de cuál es la estética del día para adaptar su trabajo a ella; no obstante, dentro de estas corrientes caben múltiples aportaciones personales y todas las combinaciones técnicas imaginables.

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Alexandre de Riquer, Salón pedal. Museo de Arte Moderno de Barcelona (España). Este cartel lleva el sello inconfundible del estilo modernista (o “Art Nouveau”), un estilo que dio origen a la profunda renovación gráfica del siglo XX.

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Alexander Rodchenko, Kino-Glaz. Kunstgewerbemuseum (Zurich). El fotomontaje es una de las grandes novedades que aportó la ilustración del siglo XX. La influencia del cine y de la fotografía se deja sentir en este cartel propagandístico.

EVOLUCIÓN DEL DISEÑO GRÁFICO

El diseño gráfico y la ilustración se mueven en ámbitos separados pero paralelos, de manera que las tendencias en un campo afectan siempre a las del otro. Es lógico que ocurra así, ya que ambas disciplinas están condenadas a convivir en la misma página impresa. El ilustrador debe saber leer las tendencias del momento no sólo en las ilustraciones realizadas por sus colegas sino en la estética característica del diseño gráfico, en la tipografía, la distribución de los espacios, los colores, etc.

Géneros y estilos en la ilustración

En las siguientes páginas se comentan algunos tipos de ilustración con la intención de dar una visión lo suficientemente amplia del campo que cubre la especialidad. La clasificación no es exhaustiva y la relación de géneros podría haber sido otra muy distinta; además, no se incluye un tipo concreto de ilustración especializada, como es la ilustración técnica y científica, de la que se hablará más adelante. Con todo, los apartados y ejemplos que aquí se glosan abarcan una buena porción del territorio que es propio del trabajo del ilustrador.

LA ILUSTRACIÓN CONCEPTUAL

Puede definirse como aquella que no está obligada a ceñirse a los datos proporcionados por un texto, un argumento literario o una información, sino que desarrolla una idea personal nacida de las consideraciones que hace el ilustrador acerca del tema que se propone ilustrar.

La ilustración conceptual es esencialmente creativa y buena parte de su éxito radica en la originalidad del estilo del ilustrador. Una ilustración conceptual representa ideas generales y no hechos en particular; el ilustrador debe conocer la línea editorial de la publicación para encajar su trabajo en ella. Una imagen conceptual debe ser gráficamente atrevida y captada con mucha rapidez, pero no tiene que condicionar la lectura ofreciendo un enfoque demasiado personal. Sea cual fuere el estilo del ilustrador, debe tener calidad gráfica (algo distinto y mucho más específico que la calidad pictórica o artística en general). La ilustración conceptual crea un clima de lectura o da expectativas al lector acerca de lo que puede encontrar en el texto, además de ofrecer un atisbo general del contenido.

LA ILUSTRACIÓN NARRATIVA

Aunque la mayoría de las ilustraciones conceptuales pueden considerarse narrativas, existen géneros de ilustración cuyo cometido es mostrar un suceso o secuencia de sucesos según un guión literario o de tipo cinematográfico (humor gráfico, cómic, animación, etc.). Hay una larga tradición de relatos donde las ilustraciones han alcanzado tal popularidad que resulta difícil imaginar esas historias sin las imágenes que las acompañan. Las narraciones clásicas son siempre una tentación para los editores por lo que respecta a sus posibilidades de ilustración, pero la tarea es arriesgada: el lector tiende naturalmente a figurarse la apariencia de los personajes y la fidelidad al detalle nunca puede obviarse; la reconstrucción de una época histórica pasada constituye también una obligación, lo cual implica a un arduo trabajo de investigación y reconstrucción. Por lo general se prefiere ilustrar obras contemporáneas.

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Las ilustraciones narrativas (como ésta de Du Lac, realizada para un relato fantástico) deben ajustarse a los contenidos y detalles del texto ilustrado, manteniendo un difícil equilibrio entre la interpretación personal del ilustrador y el mundo imaginativo que el lector se figurará al leer la obra.

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Las ilustraciones conceptuales son interpretaciones libres de un argumento literario, divulgativo, científico, etc. Combinan una síntesis de ese argumento con la visión personal del ilustrador. Obra de David Sanmiguel.

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Ésta es una ilustración narrativa que participa en cierta medida de la estética del cómic. El estilo lo proyecta una síntesis de sombras y el énfasis en el puro contraste del blanco y el negro ayuda a subrayar el dramatismo de la escena. Ilustración de Vicenç Ballestar.

EL CÓMIC

Puede considerarse un mundo aparte dentro de la ilustración. El ilustrador debe ser capaz de interpretar un guión y plasmarlo de forma no muy distinta de la técnica cinematográfica, además de crear personajes perfectamente caracterizados. El dibujante de cómics no ilustra un libro, sino que lo realiza por entero.

Todavía más especializada que el cómic, la animación suele ser el resultado de un trabajo en equipo, muy tecnificado y basado en una minuciosa planificación. Existen especialistas que elaboran diferentes partes de una misma producción. Los encargos consumen una gran cantidad de tiempo y los realizan agencias o pequeñas compañías más que profesionales autónomos. En nuestros días, las técnicas de animación conllevan el uso del ordenador.

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La ilustración narrativa suele implicar la caracterización de los personajes; este tipo de caracterizaciones debe respetar escrupulosamente toda posible información dada en el texto. Ilustración de Vicenç Ballestar.

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Viñeta de un cómic de Francesc Infante. El cómic es un género por derecho propio dentro del mundo de la ilustración. El talento gráfico y narrativo deben darse simultáneamente.

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Ilustración de Antoni Clavé. La estética “años 40” del humor gráfico vuelve a estar vigente en la actualidad: buena parte de la inspiración de los ilustradores radica en estilos del pasado con posibilidad de adaptación gráfica a las tendencias del momento.

ILUSTRACIÓN DECORATIVA

La ilustración decorativa es la que acompaña los textos para embellecer la página. Suele tratarse de ilustraciones marginales que enriquecen el diseño gráfico de la publicación (guardas, formas abstractas o manchas, objetos o detalles que aparecen mencionados en el texto, etc.).

La ilustración ornamental es la más antigua de las formas de ilustración (letras capitales, manuscritos…). Constituye un tipo de ilustración íntimamente ligada al diseño global del libro o revista y acostumbra a ser un complemento técnico, didáctico o documental. La ilustración decorativa puede ser también un refuerzo de los contenidos explicados, incluyendo detalles que tengan una especial gracia visual.

ILUSTRACIONES EN BLANCO Y NEGRO

Casi todas las revistas especializadas y de información general incluyen en sus páginas ilustraciones en blanco y negro. La mayoría de los periódicos y muchas revistas trabajan sólo a una tinta (el negro). El ilustrador que realice este tipo de trabajos debe tener muy en cuenta las limitaciones del medio, ya que un exceso de sofisticación produce resultados de baja calidad gráfica. Asimismo, tiene que conocer el texto y encontrar el punto en que su estilo adaptado al contenido puede dar lugar a una ilustración interesante.

HUMOR GRÁFICO

El humor gráfico es, posiblemente, el tipo de ilustración más especializada de todas, porque transmite el ingenio y el humor de un individuo a través de un grafismo personal, por lo general caricaturesco: se trata de un tipo de ilustración en la que los aspectos técnicos quedan completamente subordinados al ingenio y el talento personales. Un buen humorista gráfico es toda una personalidad en el ámbito de las publicaciones periódicas, su trabajo no sólo goza de más fidelidad, por parte de los lectores, que el del resto de colaboradores periodísticos y literarios sino que imprime una verdadera “marca de fábrica” en la publicación.

LA ILUSTRACIÓN INFANTIL

Hay muchos tipos de libros infantiles, desde los argumentos más esquemáticos dirigidos a niños de muy corta edad hasta narraciones muy elaboradas que nada tienen que envidiar a la literatura para adultos, además de los libros pedagógicos infantiles y juveniles, cuyas ilustraciones requieren tanta documentación como las más exigentes ilustraciones técnicas.

La ilustración infantil abarca un inmenso campo en el que cuenta la edad del público a quien va dirigida. Puede decirse, en general, que estas ilustraciones deben proporcionar una interpretación clara y legible del tema o argumento, siempre en consonancia con el tipo de obra (narrativa, pedagógica, de actividades, etc). Deben complacer a los niños, si bien no son ellos los consumidores directos de esas ilustraciones, sino los padres, ni tampoco los que encargan la ilustración, sino los editores. No obstante, no deben mostrar condescendencia hacia los pequeños; todo lo contrario, tienen que tomar en serio las reglas del juego argumental que propone la publicación y buscar los resortes gráficos que atraigan la atención hacia ellas. También deben ser atractivas para los adultos, quienes leen estos libros y son, en realidad, quienes los compran. Normalmente, el ilustrador de publicaciones infantiles suele estar especializado en ellas y posee un estilo versátil que encierra las claves de esta disciplina.

LA ILUSTRACIÓN DE PORTADAS

La ilustración de portadas exige el máximo poder gráfico del ilustrador, tanto si tiene toda la libertad de acción como si debe ajustarse a unos parámetros establecidos por el editor. Las ilustraciones de portadas deben estar en conjunción con el diseño íntegro del libro: a menudo, se extienden por toda la sobrecubierta y condicionan el diseño global de la publicación. La ilustración de portadas puede implicar también la rotulación de textos o su tipografía. La complejidad de la ilustración acostumbra a estar, con frecuencia, en función del tamaño de la port ada en cuestión (que puede ser de libros convencionales, discos compactos, libros de sobremesa, novelas, libros infantiles, etc.).

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John Heartfield. Cubierta para una novela (detalle). Colección IVAMMarco Pinkus, Valencia (España). El montaje fotográfico es una de las opciones abiertas al ilustrador para sintetizar el espíritu (más que el argumento) de un libro de ficción.

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Las ilustraciones infantiles son un reto para el ilustrador; requieren un talento especial para conseguir la expresión amable y atractiva que exige el género. Esta obra de Anna Llorens constituye un magnífico ejemplo de expresividad y delicadeza.

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Esta ilustración infantil, en el típico estilo silueteado de Arthur Rackham, transmite el ritmo y la vitalidad de la escena antes que su particular contenido episódico. La intención gráfica domina cualquier otra consideración.

CARTELISMO

La realización de carteles tiene mucho en común con la de portadas (en ocasiones, las portadas de libros se editan como posters de reclamo publicitario), pero exigen mayor brillantez gráfica que éstas, porque deben competir con muchos otros reclamos visuales. Hoy en día, los posters basados en ilustraciones convencionales son muy pocos, porque la fotografía y las técnicas de ilustración por ordenador han ocupado ese espacio tradicionalmente reservado a pintores e ilustradores.

LA ILUSTRACIÓN PUBLICITARIA

Está destinada a acompañar o dar forma y personalidad a una marca comercial o un producto, o también a anunciar un acontecimiento. Muchas veces lo que la distingue del resto de ilustraciones es una simple cuestión de formato. Por ejemplo: la mayoría de las editoriales amplían y ajustan el diseño de las portadas de sus libros para emplearlos como posters promocionales. En cualquier caso, lo fundamental de la ilustración publicitaria es su inmediato y eficaz impacto visual.

LA ILUSTRACIÓN DE MODA

La ilustración de moda no ha quedado desplazada por la fotografía, su utilidad abarca desde la inspiración para el diseñador hasta la expresión de un estilo característico aplicable a los books de moda, revistas y publicidad en general. La ilustración de moda es muy estilizada y normalmente se encarga a especialistas que sepan realzar las calidades de color y textura de los tejidos, su vuelo y sus pliegues con sofisticación y espectacularidad. Las técnicas empleadas para la ilustración de moda suelen ser rápidas y obligan a un uso virtuoso de los materiales: el trazo y la mancha ágiles (con tinta, lápices, acuarelas o rotuladores, y muy a menudo con técnicas mixtas) son los recursos más habituales en este género.

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Esta espléndida ilustración publicitaria de Miquel Ferrón incorpora la línea de productos de la marca anunciada, al tiempo que crea una imagen adecuada y atractiva desde el punto de vista comercial.

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Henri de Toulouse-Lautrec, El Divan Japonais. Musée Toulouse-Lautrec, Albi (Francia). Éste es uno de los muchos carteles que realizó Lautrec para cabarets y marcas comerciales parisinas. El incomparable atractivo gráfico de estas obras, el tratamiento de la mancha de color, de la silueta y de la tipografía las convierten en piezas clásicas del cartelismo.

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Ilustración de moda realizada por Marina. Las figuras en la ilustración de moda suelen ser figurines estilizados.

PACKAGING

Las ilustraciones para packaging (envoltorios y presentaciones de productos comerciales) ofrecen una imagen de marca global y se aplican con ligeras variaciones a los diversos envases, envoltorios o accesorios que una marca muestra al público (etiquetas, líneas de productos de alimentación, locales públicos, etc.). No existe una línea definida en este tipo de proyectos; lo habitual es que cada empresa encargue ilustraciones en consonancia con su imagen de marca, y que en caso de que esa imagen no exista, trabaje en conjunción con diseñadores gráficos e ilustradores para crearla.

El dibujo en la ilustración

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