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Para Emiliano y Tao

Capítulo I


El lobo

El fuego ardía y sus ojos enormes, brillantes, viajaban en recuerdos, buscando respuestas en las chispas que desprendía la leña.

Saboreaba los restos del estofado, cuando tocaron la puerta.

–Buenas noches Manuel, disculpa que moleste en la cena, sólo quería recordarle que mañana temprano, por la mañana, hemos de partir de cacería. ¡Vamos que te hará bien!. Los hombres estarán en la colina, antes del amanecer, llevarán lo necesario para los próximos días y además, pues el dinero no viene nada mal.

–Está bien, sólo iré porque insistes, tú sabes lo que pienso de esos hombres.

–Pues bien, mi amigo. Nos vemos mañana al amanecer. Que tengas buen descanso.

–Igual para ti.



Aún no salía el sol. El pueblo se veía bañado en un manto gris de neblina, que se perdía entre las piedras de las casas. Las montañas aún no estaban nevadas, aquel invierno se había hecho esperar.

Se preguntaba que hacía allí, cuando su amigo lo sorprendió y despertó con un golpe en la espalda.

–Buenos días Manuel, pues, me alegro que hayas venido. Enseguida llegarán el resto de los loberos. Están terminando de preparar las trampas. Serán días tranquilos, no se esperan lluvias y ya han visto, dicen, los primeros lobeznos.

–¿Aún no ha venido Félix?

–Pues si, se encuentra allí más abajo. No se perdería ninguna cacería con tal de estar lejos de su casa. –Rió.

–Tienes razón. Por la noche vino a mi casa, se lo veía entusiasmado con la cacería. Estuvo semanas insistiendo en que venga. –Resopló con una sonrisa– Creo que sería granjero con tal de estar lejos de los niños.

–¡Jaj! Tú lo conoces mejor que yo.

En la neblina, un grupo de hombres apareció.

El sonido de las fuertes pisadas, risas exageradas y sonidos de metales, hacían saber la presencia de los cazadores.

–Buenos días– Se escuchó una voz decir.– Serán buenos días de caza, se han visto ya, dos cachorros cerca del pueblo, sabemos que su madre andará cerca y que sus cuevas no se encuentran muy lejos de aquí. Se pagarán ciento sesenta reales como recompensa por adulto y treinta y dos reales por cachorro.Aún no se han anunciado muertes de ganado, salvo mis ejemplares, pero aquí estamos para proteger nuestro territorio. Serán muy listos, eficaces y por sobre todo, son muy sociables entre ellos y se defenderán.Estén atentos, piensen como ellos, no se les será difícil.– Resopló en una risa bruta.



Los loberos partieron primero, perdiéndose en la espesa niebla, cuando asomaban ya, los primeros rayos del sol.

Más atrás algunos inexpertos en busca de riquezas.

Ni por un instante hubiera imaginado que estaba surcando el camino de su destino. Ni por un instante pensó lo que podría suceder durante esos días.

Simplemente avanzaba, un paso y luego el otro. Donde sus pies lo llevaran.

Delante, lo esperaba lo más importante de su vida. Lo que en esta vida le tocó vivir, lo que en esta vida lo marcaría para siempre.