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1/ Escobar, p. 118.

2/ Franco, p. 23.

3/ Kindelán, p. 103 (la cursiva es original en las memorias del protagonista).

4/ Es llamativo que todas las fuentes señalen a Sangróniz como titular de Exteriores y prácticamente ninguna adscriba a Serrat como verdadero secretario de Relaciones Exteriores. Y es que, como este último reconocía, en realidad él no mandaba nada.

5/ Moure Mariño, p. 100.

6/ Escobar, p. 169.

7/ Trapiello, p. 71.

8/ Nótese que en este ensayo voy a emplear el término «tradicionalismo» en un sentido más amplio del que se suele emplear en la historiografía, que normalmente lo asocia al carlismo. Aunque sobre el término me extenderé más adelante, entiéndase que lo empleo como la ideología (y la mentalidad) que legitima el poder en la tradición y en el que, por tanto, juegan un papel principal y preponderante en España el rey, o un poder autocrático que lo sustituya con los mismos fines de conservación, y el catolicismo. Ver por ejemplo González Cuevas, 2010 o Rivera.

9/ El discurso, tomado al vuelo, varía según las fuentes. Hacemos aquí una versión libre a partir del número de La Gaceta Regional del 2 de octubre, porque las frases, recogidas además en dos versiones discordantes en la misma página, no pueden tomarse como literales. Sin embargo, la forma y el fondo del discurso son muy parecidos en todas las fuentes.

10/ Vegas Latapié, p. 183.

11/ Lo cual no debe confundirse con falta de interés por el dinero, como recientemente ha demostrado Viñas, 2015 al descubrir la inmensa fortuna que amasó el Caudillo ya sólo durante la guerra.

12/ Vegas Latapié, p. 79. El autor incidirá en la poca religiosidad del joven Franco cuando recuerda la anécdota del general protestando por el protocolo regio de besar el pie derecho al papa: «La verdad es que el rey nos ha hecho quedar en ridículo a los españoles, hincándose de rodillas para besar la alpargata sucia de un cura viejo».

13/ Véase Nicolás Franco, el hermano brujo, de Ramón Garriga, libro en el que me he basado para seguir la vida del susodicho.

14/ Ver por ejemplo, Preston, 2010, cap. 1.

15/ Véase Gil Cuadrado.

16/ Hay que reseñar que el horario de la primera Administración franquista tampoco distaba demasiado de las costumbres de Nicolás. Según nos cuenta Francisco Serrat «las horas de trabajo no eran ni excesivas ni molestas. Por la mañana de once a una y media y por la tarde de seis a nueve; con la particularidad de que nunca pude lograr evitar el retraso en la salida». Cuando el secretario de Relaciones Exteriores intentó montar una guardia para seguir trabajando fuera de estas horas, se encontró con la resistencia de los funcionarios, que se lo impidieron. Así que se resignó a mantener la debida vigilancia y continuar trabajando desde la habitación de su hotel. En Serrat y Bonastre, p. 71.

17/ Serrano Súñer, p. 158.

18/ Escobar, p. 173.

19/ Serrat y Bonastre, p. 207.

20/ Franco, P, p. 105.

21/ Casanova, p. 21.

22/ Moure, p. 132 y ss.

23/ Esta cita y la anterior de Serrat y Bonastre, p. 96.

24/ Ídem, pp. 139, 209, 212.

25/ Moure Mariño, p. 101.

26/ Moure Mariño, p. 100.

27/ En Robledo, 2007, p. VII.

28/ También Serrat describirá la ciudad en parecidos términos: «Era una barahúnda de gente agitada y movediza con una variedad ilimitada de vestimentas caprichosas, más o menos guerreras; mucho fusil, mucha pistola y mucho puñal; camisas de todos los colores; blusas de cremallera; breeches y knickerobockers; botas altas; barbas espesas. Un solo denominador común: alarde de abandono y suciedad. Todo esto revuelto en las estridencias de la radio y el sonsonete de todos los himnos: de Falange, del Requeté, del Tercio...». Serrat y Bonastre, p. 77.

29/ Ridruejo, D., p. 98.

30/ Serrat y Bonastre, p. 109.

31/ Serrat y Bonastre, pp. 76-77.

32/ Ídem, p. 152.

33/ No quiero acabar este capítulo sin una mención al fin del Gran Hotel. En el año 2007, tras 74 años de funcionamiento y tres de polémica y luchas administrativas, se procedió a su derribo, incluso por encima de una advertencia del Centro de Patrimonio de la Unesco. El objetivo, construir un edificio de modernos apartamentos y un aparcamiento: otro broche de oro a la España de la burbuja, la corrupción y el pelotazo. Hubiera dado lo que fuera por pasearme por sus pasillos y dormir un día en una de sus habitaciones, para escuchar los susurros añejos de nazis, italianos y demás espías.

34/ Juan Antonio Suances fue ministro de Comercio e Industria en el primer gobierno de Franco, de febrero de 1938 hasta su cese en agosto de 1939. En 1941 es nombrado director del Instituto Nacional de Industria (INI), cargo que ocuparía hasta 1961, nada menos.

35/ Serrat y Bonastre, p. 215.

36/ Para una comprensión de la autarquía ver por ejemplo la excelente síntesis en Borja de Riquer, capítulo V.

37/ Garriga, p. 174.

38/ Ver Borja de Riquer, 2010, p. 272.

39/ «He de reconocer que tanto Paco como Nicolás eran muy astutos —aseguraba su hermana Pilar—. Cada uno por su lado, ninguno de los dos se perdía en eso de la astucia. Nicolás, cuando quería, no le ganaba nadie a listo. Y el Caudillo a la vista está su obra política».

40/ Garriga, pp. 283-4.

41/ Padre de Rodrigo Rato Figaredo, ministro de Economía y vicepresidente del gobierno de Jose María Aznar, director del FMI y presidente de Bankia.

42/ Ver por ejemplo Martín, p. 29.

43/ «El problema agrario se da con caracteres de verdadera servidumbre», aseguraba Marcos Escribano. Y citaba las cifras del latifundismo en Salamanca: 20 pueblos en una sola mano, 129 fincas de 105.000 ha en manos de la nobleza; otras 205.000 ha en manos de 68 propietarios. Sólo los diputados del Bloque Agrario salmantino, la derecha católica, se opusieron. Ver, Martín, pp. 174-6.

44/ Martín, p. 123.

45/ Esta cita y la anterior tomadas de Berzal de la Rosa, pp. 312-4.

46/ Ver capítulo 9 de Sánchez Pérez, F.

47/ El Adelanto, 22 noviembre de 1936. El artículo, a pesar de transcribir un discurso radiofónico de Astray en Inter-Radio Salamanca es titulado «El pensamiento de SE el general Franco en las horas actuales».

48/ El Adelanto, 13 de octubre de 1936.

49/ «Las ciudades españolas eran islas de comportamiento democrático y liberal en medio de un océano que solía recordar mucho más al mundo del Antiguo Régimen». Tusell, p. ٥٦.

50/ Ver Berzal de la Rosa, p. 302 y ss.

51/ Carta del obispo de Tarazona, Isidro Gomá, a Vidal y Barraquer, cardenal de Tarragona, del 15 de abril de 1931, en Montero, I, p. 131.

52/ Martín, p. 132.

53/ Logró 32.418 votos. Martín Veloz quedó el último, con 7.383, y Queipo de Llano, que también se había presentado por Salamanca, no corrió mucha mejor suerte: 16.359 votos. Pero todavía, antes que él, había tres candidatos con más votos que no consiguieron escaño, entre otros, Victoria Kent y Prieto Carrasco.

54/ Álvarez Tardío, p. ١٨٤.

55/ Gil Robles, No fue posible la paz, pp. 48-49, en Montero, II, p. 244.

56/ Montero, II, p. 245.

57/ En Montero, I, p 23.

58/ «El poder constituido», El Debate, 15 de abril de 1931, en Montero, I, p. 101.

59/ González Calleja, p. 233.

60/ Discurso en el Monumental Cinema de Madrid, 15 de octubre de 1933.

61/ Ver González Calleja, p. 358 y ss.

62/ Infante, pp. 186-7. Sobre Martín Veloz, también «Sables y naipes: Diego Martín Veloz (1875-1938). De cómo un matón de casino se convirtió en caudillo rural», en Robledo, capítulo 8. En ambos estudios de Javier Infante nos hemos basado para este capítulo.

63/ Para una imagen general del caciquismo salmantino, ver Martín, pp. 87-147.

64/ Martín, p. 94.

65/ Venegas López: Andanzas y recuerdos... en Infante, p. 194.

66/ Ídem.

67/ Robledo, p. 266.

68/ «Salamanca, así fue el terrorismo falangista». Interviú, n.º 177.

69/ Robledo, p. 265-6. Ampliado por el mismo autor en Infante, p. 207.

70/ Si uno lee por ejemplo, los puntos del programa de las JAP podría confundirlo fácilmente con el de la Falange o pensar que estamos ante uno de tantos movimientos fascistas del momento: «1. Espíritu español. Pensar en España. Trabajar por España. Morir por España. 2. Disciplina. Los jefes no se equivocan. 3. Juventud. Fe. Arrojo. Voluntad. Espíritu joven en la política nueva. 4. Derogación de la legislación sectaria, socializante y antiespañola. 5. Familia cristiana frente a modernismo pagano. 6. Fortaleza de la raza. Educación premilitar. Abolición del soldado de cuota. 7. Libertad de enseñanza. Los hijos no son del Estado. (...) 10. Nuestra revolución es justicia social. Ni capitalismo egoísta ni marxismo destructor». El catecismo continúa hasta en 19 puntos. Ver Montero, II. pp. 256-8.

71/ El Debate, 28-X-1932, en Montero, II, p. 253.

72/ Ver González Calleja.

73/ El Debate, 10-VIII-1933 en Montero, II, p. 255.

74/ González Cuevas, p. 33.

75/ Payne, 2009 (1980).

76/ La visión del régimen de Primo de Rivera como meramente conservador, no le hacía justicia. Calvo Sotelo intentó una reforma fiscal que llegara a todos, hasta a la aristocracia, que fracasó por la resistencia de esta, y Aunós buscó la viabilidad de un régimen corporativista como el que algunos llevaban años defendiendo, lo cual también fracasó por la resistencia de los empresarios. Pero las visiones generales suelen pecar de ideológicas, y este es un ejemplo palpable.

77/ «La dictadura de Primo de Rivera fue un ensayo patriótico y genial del retorno a lo genuino español (...) Ensayo mal esclarecido, mal encauzado, mal guiado por nuestra intelectualidad de derecha, dispersa, egoísta, adormecida. Y por eso fracasó como resultado político permanente, pero no como feliz suceso histórico». José Pemartín, AE 43 (1933), 729, en Morodo, p. 31.

78/ Pemán, p. 429. La idea de la profundización antiliberal ya aparecía en Acción Española: «La falta de Primo de Rivera —decía Aunós, ministro en su dictadura— fue ser él, en el fondo, un gran liberal, un hombre amamantado y crecido en los principios de la democracia parlamentaria, que constituían precisamente el máximo estorbo a su obra redentora (...) De ahí también que, en vez de arrinconar y barrer definitivamente el régimen nefasto, sustituyéndole por otro informado en ideología y prácticas diametralmente opuestas, se contentó con descartar a los antiguos políticos y conservó, en cambio, todos sus principios e instituciones». En Morodo, p. 32.

79/ Para una reflexión sobre el término revolución, en general, pero comparada con las revoluciones de derecha, ver el capítulo «¿Fue el fascismo una revolución?», en Gentile, pp. 109- 127.

80/ En historia se ha entendido el término «transacción» al acuerdo a que habían llegado desde mediados del siglo xix los partidarios del nuevo y del viejo régimen, mediante el cual los primeros, los liberales, aceptaban algunos principios de los segundos (rey, catolicismo predominante...) y los segundos, los realistas o conservadores, ciertas libertades políticas y sociales. Un siglo después el conflicto latente entre dos cosmovisiones parecía irresuelto, tanto en lo político como en lo cultural, pues cuando se viola uno o varios términos, la segunda parte deja de respetar el acuerdo. Para una ampliación de la «transacción», ver, por ejemplo, González Cuevas, pp. 19, 44, 80-81.

81/ Tusell, p. 56.

82/ García Delgado, p. 61. Para una descripción resumida de dicha modernización española, ver el artículo del autor, especialmente pp. 60-73.

83/ Adorno, pp. 160-1.

84/ Bloch, pp. 27-8.

85/ Escobar, p. 165.

86/ Serrat y Bonastre, p. 107.

87/ Moure Mariño, p. 71.

88/ Serrat y Bonastre, p. 106.

89/ Escobar, p. 152.

90/ Serrat y Bonastre, p. 106.

91/ Preston, 2010, pp. 89 y 95.

92/ Preston, 1998, p. 73.

93/ Ugarte, p. 189.

94/ Preston, 2005, p. 222.

95/ En realidad bastante más, aproximadamente tres meses, hasta su sustitución por Vicente Gay. A Serrat aquí no le responde la memoria. La cita en Serrat y Bonastre, p. 108.

96/ Famoso y gracioso es el caso del millón de Larache, millón de pesetas que desaparecía todos los meses tan pronto llegaba, aunque se sabía que se distribuía meticulosamente entre todos los oficiales según su rango.

97/ Un sustancioso relato del desastroso y desastrado ejército aparece en la obra de M. Leguineche, Annual 1921.

98/ Sangrador García, L. en Jiménez Burillo, p. 141.

99/ Cursiva nuestra.

100/ Adorno y compañía mencionaron otro rasgo de personalidad que no hemos apuntado, por considerarlo ya incluido en los anteriores y motivado por preocupaciones eminentemente psicoanalistas, menos interesantes para el público general: la proyectividad. La proyectividad del hombre autoritario alude a la sospecha de que gran parte de sus visiones agresivas del mundo en realidad son consecuencia de su agresividad contenida interna y toman, por tanto, forma de legitimaciones.

101/ Giménez Caballero, 1981, p. 103.

102/ No se ha conservado grabación alguna de la primera emisión de Radio Nacional de España, que ha podido ser reconstruida gracias a testimonios y documentos de antiguos redactores. Ver Vivanco, 128 y ss.

103/ Moure Mariño, p. 115.

104/ Giménez Caballero, p. 110.

105/ Preston, 2005, p. 206.

106/ Hobsbawm, E. La era del imperio. Barcelona, 2013, p. 191.

107/ Esta y las anteriores citas en Giménez Caballero, 1981.

108/ Giménez Caballero, p. 29. Cursiva no original.

109/ Giménez Caballero, p. 67.

110/ Trapiello, p. 65.

111/ Carvajosa, p. 52.

112/ Todas estas anécdotas tomadas de Carvajosa, pp. 82-86.

113/ Giménez Caballero, 1939, pp. 30-1. El lector observador reparará en el axioma que Giménez admite sin discusión, como una correlación directa, sin ni siquiera plantearse por un momento esta supuesta verdad indiscutible: grandeza imperial es igual a salud de la nación. Desde el punto de vista del simple bienestar material de la población este axioma sería, por ejemplo, inasumible.

114/ Ídem, p. 103.

115/ En Morodo, p. 168.

116/ Pemartín, «¿Qué es lo nuevo...?», en Morodo, pp. 287-8. Cursiva no original.

117/ La Gaceta Regional, 19 de marzo de 1937.

118/ El Adelanto, 6 de octubre de 1936.

119/ «La llamada monarquía constitucional no sucumbió en abril de ١٩٣١ a las embestidas directas de la revolución —defendía Vegas Latapié, alma de Acción Española—. Se derrumbó inopinadamente porque la revolución había socavado cautelosamente los fundamentos del trono; y una de las principales catástrofes se había labrado en las Cortes de la propia Monarquía, al votar en la última década del pasado siglo la instauración del sufragio universal que, en frase de Cánovas, el día que no esté corrompido nos llevará de modo fatal al comunismo». Acción Española, 43 (1933) en Morodo, pp. 301-2.

120/ «Frente a ellos (a todas las doctrinas no católicas) está el sistema católico, designado comúnmente con el nombre de “providencialista”. Que la divina providencia rige los destinos de la Humanidad, como los del individuo, lo dice abiertamente la escritura». García Villada, «El destino de España», en Morodo, p. 243.

121/ Maeztu, Defensa de España, en Morodo, p. 271.

122/ Linz, p. 27.

123/ Pemartín, «Antología de AE», en Morodo, p. 251.

124/ González Cuevas, 1998, p. 72.

125/ «El Estado, sin ser confesional, concordará con la Iglesia católica, respetando la tradición nacional y el sentimiento religioso de la inmensa mayoría de los españoles, sin que ello signifique intromisión ni reste libertad para la dirección de las funciones específicas del Estado».

126/ «Él creía, como yo y como creían, entonces, cuantos colaboraron en Acción Española, que el catolicismo era consustancial a nuestra patria. Pero no un catolicismo aparente y superficial, de espectaculares despliegues en procesiones y misas de campaña, sino más profundo y con savia suficiente para informar la vida política», sostenía en sus memorias.

127/ Sobre el papel secundario del catolicismo en el ideario del quinto hombre, ver, por ejemplo, Sánchez Pérez, F., capítulo 5. Sobre la instrumentalización del catolicismo resulta muy útil leer los capítulos III y IV de González Cuevas, 1998.

128/ Cantalupo, p. 130 y ss.

129/ En contra de la idea del fascismo italiano como tradicionalista y antimoderno y a favor de lo contrario, de la concepción del fascismo como ideología revolucionaria y moderna, ver Gentile, E., capítulo 10 y especialmente pp. 268 y ss. Por ejemplo: «los fascistas se consideraban “constructores del porvenir” (...) Bajo esta óptica, el mito fascista del “hombre nuevo” completamente proyectado hacia el futuro era concebido como “creación” de un tipo humano que no se inspiraba en modelos precedentes al nacimiento del hombre moderno y de la moderna sociedad de masas, sino que presuponía la llegada de la modernidad y se proponía como solución a la crisis del hombre moderno».

130/ Preston, 2005, p. 202.

131/ Sobre las dos raíces ideológicas del quinto hombre, la nacionalcatólica y la fascista, sobre sus convergencias y sus múltiples desencuentros antes y después del 18 de julio ha escrito con especial extensión y tino Saz Campos, 2003.

132/ Serrat y Bonastre, p. 157.

133/ Ver los tiras y afloja que relata Tusell, 1992.

134/ Cantalupo, p. 161.

135/ En este capítulo desarrollamos el artículo de Raúl C. Cancio, «Carl von Haartman, un falangista en Hollywood».

136/ Recientemente han salido a la luz datos sobre la cuantiosa fortuna oculta de Hitler. Ver Knopp, G. Secretos el Tercer Reich. Barcelona, 2014.

137/ Vegas Latapié, p. 157.

138/ Declaraciones de Franco al embajador Faupel. Escobar, p. 223.

139/ Así describe Giménez Caballero su primer encuentro con José Antonio. Giménez Caballero, 1981, p. 84.

140/ Mi amigo César Sánchez, directivo de una empresa multinacional, me sugiere otra teoría: en sociología empresarial se ha catalogado a un determinado tipo de empleado, al que podemos llamar «el tonto», que a menudo prospera y sube en la estructura de dirección precisamente por no dar problemas ni incomodar a otros miembros. ¿Podemos estar hablando de Sancho Dávila?

141/ K. Heiden, en Arendt, 2003, p. 497.

142/ Véase el título ya clásico de Emilio Gentile, El culto del littorio: la sacralización de la política en la Italia fascista.

143/ «[La derecha en Italia] no fue conservadora, porque no pudo conservar nada de la vieja Italia —sostenía Prezzolini, intelectual nacionalista y amigo de Mussolini—, dado que no tenía nada que conservar. No fue reaccionaria, porque los reaccionarios eran los “ultras”, ligados al Vaticano, a los Borbones o al “viejo orden” en general». En González Cuevas, p. 43.

144/ Me parece oportuna una reflexión a partir de la definición de ideología en función del fin que persigue, porque si lo prioritario es el objetivo que marca la ideología, de manera que se arrambla con los impedimentos lógicos que impiden ese fin, a menudo de una manera muy burda, cabe preguntarse ¿fue el desprecio de la religión tradicional en el caso fascista una consideración con una lógica realmente histórica o la concepción de la historia se adaptó a los fines que el fascismo quería conseguir, en este caso, la sustitución de la religión tradicional por otra concepción sacralizada del Estado? Lo mismo se aplica de manera inversa al caso español: ¿si se mantuvo el catolicismo como elemento constitutivo del nuevo Estado fue por su papel en la historia del país o porque realmente no se quería crear una nueva ideología de Estado que aportara un fin último a la existencia de los individuos?

145/ Acción Española, n.º 7, 1932, en González Cuevas, 1998, p. 147.

146/ Vegas Latapié, p. 175.

147/ Su propia autobiografía tiene algo de sorprendente. A diferencia de otros muchos testigos del bando nacional por los que el tiempo pasa, la madurez avanza, y con ella cierto distanciamiento filosófico de lo sucedido que admite más autocrítica y menos maniqueísmo hacia el enemigo, Bolín, en 1969, sigue hablando con el mismo lenguaje guerra-civilista subido de tono. Para él, tres décadas después, sigue siendo 1936.

148/ Arias González, 2013.

149/ Bolín, p.230

150/ Arias González, pos. 1382. En 1908.

151/ Arias González, pos. 3215 y ss.

152/ Preston, 2005, p. 205.

153/ Todo, de nuevo, en Preston, 2005, p. 226.

154/ Arias González, pos. 6729.

155/ A Aguilera se refiere al aludido comentario de Paul Preston de la página 18. Personalmente me parece demasiado maniqueo. Ya he expuesto mi modesta visión del asunto.

156/ No es el objeto de este libro señalar todas las incongruencias del quinto hombre, porque, como hemos indicado en la cita 116, toda ideología se desarrolla en función de un objetivo, apartando todas las piedras que le cruza la realidad en el camino, con mayor o menos éxito, claro. Pero no deja de ser paradójico que la Ilustración en España constituyera una época fundamental en el proceso «nacionalizador» del país, cuando además de la bandera se crearon instituciones como las Reales Academias (Lengua, Historia, Bellas Artes) cuyo principal cometido fue trabajar para la edificación de una conciencia nacional española y aportar argumentos para el patriotismo.

157/ Preston, 2005, p. 206.

158/ Casanova, p. 96.

159/ Escobar, p. 244.

160/ Por supuesto las citas de la idea de la anti-España, son infinitas. Otra, por ejemplo, en Eduardo Montes: «“España deja de ser católica y monárquica”, dice el presidente del gobierno de la República. La frase es justa, aunque quizás un poco larga. Con haber dicho “España dejó de ser” hubiera bastado». (Carvajosa, p. 74). O: «España, lo hemos visto, ha sido, a través de la Historia, nada más que esto: Fe, Monarquía y Milicia, como instrumento de su unidad. Esta es la definición de España» —sostenía José María Pemán en La historia de España contada con sencillez.

161/ «Es necesario crear una atmósfera de terror, hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todo el que no piense como nosotros. Tenemos que causar una gran impresión, todo aquel que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado».

162/ Preston, 2011, p. 183.

163/ Casanova, p. 88.

164/ Serrat y Bonastre, pp. 113-114.

165/ Vegas Latapié, p. 75.

166/ Cowles, p. 81.

167/ Serrat y Bonastre, pp. 100-101 y 113. Cursiva nuestra.

168/ Robledo, p. 282.

169/ «Lo único que quiero dejar sentado es que quizá en España no se tenía idea cabal del enorme prestigio de que gozaba [Unamuno] en el extranjero», reconoce Francisco Serrat. En Serrat y Bonastre, p. 104.

170/ Para un relato completo de la reacción virulenta y extremada de muchos intelectuales en contra del advenimiento de las masas en la Europa de finales del xix y principios del xx, hasta límites que a priori parecen increíbles en las figuras de las que habla (T. S. Eliot, D. H. Lawrence, por ejemplo), recomiendo el primer capítulo de Carey, J., 2009.

171/ Todos los anteriores entrecomillados pertenecen al excepcional ensayo dedicado a los últimos días de Unamuno, Agonizar en Salamanca, de Luciano G. Egido.

172/ Ver Egido, pp. 16-27.

173/ Egido, p. 85.

174/ Delgado Cruz, S., 2018.

175/ Rigor parecido o incluso peor tuvo Ricardo de la Cierva, que dio credibilidad al relato, pero citó una obra que nunca existió, como nos delata el artículo en su página 25.

176/ Delgado Cruz, S., p. 23.

177/ Delgado Cruz, S., p. 27.

178/ El Adelanto, 13 de octubre de 1936.

179/ Véase p. 64.

180/ Serrat y Bonastre, pp. 105-106.

181/ Los estudios de aquella escuela bajaron la teología escolástica al terreno de los hombres, fundando la moderna sociología. Reformularon el derecho natural medieval estableciendo la igualdad de derechos de los hombres y su libertad, con consecuencias jurídicas tan avanzadas que llegaron a cuestionar la ocupación de América y a aconsejar su descolonización. Crearon el derecho internacional, arguyendo que las relaciones entre los países también deben estar sujetas a normas. Con sus escritos, Francisco Suárez sentó las bases de la soberanía del pueblo y del carácter contractual de la sociedad, manteniendo además el derecho del pueblo a deponer a su gobernante en caso de flagrante injusticia. En pensamiento económico, criticaron la teoría del justus pretius medieval, hasta entonces imperante, según la cual se suponía un precio justo de las cosas acordado e inmutable, abriendo paso a la legitimación del libre mercado y de las leyes de la oferta y la demanda. Además, combatieron también la todavía fuerte censura del interés y la usura, justificándolo el primero por diferentes causas, y por tanto permitiendo en lo ideológico el avance del naciente capitalismo.

182/ Madrid Casado, 2013.

183/ Martín, p. 15.

184/ Robledo, p. 222.

185/ El Adelanto, 4 de octubre de 1936.

186/ Javier Herrero, hasta hoy el mayor estudioso del primer tradicionalismo, resume la idea: «El estudio de la filosofía desarrolla las simientes de anarquía que el pecado original plantó en todo hombre. Latentes estas en nuestro espíritu, la Ilustración las despierta y cultiva, hasta el punto de que el filósofo es el hombre que, creciendo en el pecado, va progresivamente encendiendo sus pasiones y convirtiéndose en fiera en vez de en hombre. Tal fiera se enfrenta con toda norma que se oponga a la satisfacción de sus apetitos y comenzando por rechazar la ley de su conciencia, concluye por oponerse a las leyes externas, civiles, políticas, por las que el orden querido por Dios se establece en la sociedad humana». Herrero, pp. 95-6.

187/ El esquema de pensamiento del quinto hombre se nutre de parecidos supuestos a los del primer tradicionalismo y por tanto la identificación de democracia y animalidad también se señala en la época que nos ocupa. Antonio Vallejo-Nájera, psiquiatra franquista, llegó a asegurar que «el simplismo del ideario marxista y la igualdad social que propugna favorecen su asimilación por inferiores mentales y deficientes culturales, incapaces de ideales espirituales, que hallan en los bienes materiales que ofrecen el comunismo y la democracia la satisfacción de sus apetencias animales», en González Duro, p. 135.

188/ Herrero, p. 102 y ss.

189/ El Adelanto, 18 de octubre de 1936.

190/ La Gaceta Regional, 30 de julio de 1936.

191/ La Gaceta Regional, 1 de septiembre de 1936, en Pérez, 1986.

192/ Ferré Olivé, p. 27.

193/ Ver por ejemplo p. 58 y p. 61 en González Calleja.

194/ Cesare Lombroso (1835-1909) sostenía que los actos criminales violentos se debían a la parte que el hombre compartía con los primates y que tales tendencias se podían descubrir en ciertas características corporales que denotaban ese pasado atávico animal. Para llegar a sus conclusiones, que publicó en L’Uomo delinquente (1876), se había dotado de todo un corpus estadístico, que finalmente fue demostrado un fraude, en el que «probaba» que los individuos con tales rasgos tenían una tendencia mucho más acusada que los que no lo tenían para cometer actos criminales. Pero iba más allá. Después de su primer libro cuya influencia y resonancia fue enorme a finales del siglo xix e incluso principios del xx, siguió indagando en las raíces de la criminalidad, y en pormenorizados estudios sucesivos sostuvo que las prostitutas también tenían rasgos típicamente criminoides, y lo que es aún más llamativo: los anarquistas. Según él los anarquistas más idealistas podían ser hasta bellos, pero los que cometían atentados se ajustaban en sus rasgos a su tipo criminal (frente huida, mandíbula enorme, prognatismo, orejas de asa, estrabismo, lunares de pelo, anomalías dentales, pie prensil).

195/ Ferré Olivé, p. 23.

196/ Escobar, p. 171.

197/ Ya advirtió Hannah Arendt que los verdaderos exterminios sólo se dan en países con poblaciones extensas, en verdaderos imperios como el ruso o el turco (o en regímenes que sobrepasan cualquier extremo de aberración como el camboyano). Fue precisamente uno de los autores españoles que proclama la precisión del término, el que señaló que el «exterminio» franquista se vio impedido por la realidad del país. La prueba está en un documento, prístino en su planteamiento, de la Comandancia Militar de Cádiz: «La peculiar organización de los pueblos andaluces hacía que en un pueblo de 20.000 habitantes existían 20 o 30 terratenientes, 200 o 300 tenderos o comerciantes y 15.000 braceros sin más capital que sus brazos, todos asociados a organismos del Frente Popular. Cuando ellos dominan pueden fusilar a los dos primeros grupos y quedarse solos: en cambio los dos primeros grupos no pueden fusilar al tercero por su enorme número y por las desastrosas consecuencias que acarrea». Casanova, p. 89.

198/ La Gaceta Regional, 24 de septiembre de 1936, en Pérez, p. 241.

199/ Vegas Latapié, p. 98.

200/ Serrano Súñer, pp. 30-35.

201/ Vegas Latapié, p. 98. En cursiva en el original.

202/ Escobar, p. 172.

203/ Robledo, pp. 117-8 y 154-161.

204/ Dos meses y diecinueve días exactamente. En Serrat y Bonastre, p. 106.

205/ Cowles, pp. 81-2.

206/ Bocanegra, p. 126 y ss.

207/ Philby, pp. 18-21.

208/ Knightley, p.72.

209/ Bocanegra, p. 230.

210/ Amando de Castroviejo, La democracia cristiana y la política nacional. Granada, 1909, en Montero, p. 29.

211/ Montero, p. 23.

212/ Montero, p. 39.

213/ Montero, I, pp. 15-16.

214/ Las citas se suceden con insistencia estos primeros días: poco después, el 23 de abril, el mismo periódico El Debate, con algo más de serenidad, volvía a incidir en el hecho: «Al descender hoy al terreno político, la realidad nos presenta: primero un peligro grave, que amenaza a la Iglesia; enseguida una seria amenaza, aunque no inminente, a la Patria, al orden, a la familia, a la propiedad».

215/ El 7 de mayo, tres semanas después de la llegada de la República y previamente a la famosa quema de conventos, el manifiesto de Acción Nacional identificaba a la «revolución social». «La República es la masa que niega a Dios y por ende los principios de la moral cristiana; que proclama, frente a la santidad de la familia, las veleidades del amor libre; que sustituye la propiedad individual, base y motor del bienestar de cada uno y la riqueza colectiva, por un universal proletariado a las órdenes del Estado, único amo y señor». Y recordemos también la del obispo Gomá: «Hemos entrado ya en el vértice de la tormenta (...) Soy absolutamente pesimista. Ni me cabe en la cabeza la monstruosidad cometida [la destitución real]. Que Dios guarde la casa y paz para Israel».

216/ 1881, gratuidad de la enseñanza primaria; 1882, laicidad de la escuela: supresión de la enseñanza religiosa en la escuela pública; 1886, prohibición de los religiosos de enseñar en la escuela pública; a partir de 1900, diversas prohibiciones a los militares de implicarse en actos religiosos; 1901, expulsión de los jesuitas; 1904, prohibición de enseñanza total de las congregaciones religiosas y posterior disolución; 1905, ley de separación de Iglesia y Estado, etc. Ver Darcos, X. La escuela republicana en Francia: obligatoria, gratuita y laica, Zaragoza, 2008. La expulsión de los jesuitas también tenía una larga historia en Europa: la más sonada, tal vez, la de 1872 en la Alemania de Bismarck.

217/ Montero, p. 24.

218/ Montero II, p. 45.

219/ En los 19 puntos que el congreso de abril de 1934 de las JAP (juventudes cedistas) establecían como principios programáticos, nada o casi nada permitía diferenciarlas de las proclamas del quinto hombre: morir por España, disciplina, juventud, fe, arrojo, espíritu joven, familia cristiana, antiparlamentarismo, autoridad, «ante todo España, y sobre España, Dios». Al tiempo: «aplastaremos el marxismo, la masonería y el separatismo para que España prosiga su ruta imperial»; etc., etc.

220/ Ugarte, pp. 61-73.

221/ Ver González Calleja, pp. 358-361.

222/ Robledo, p. 90. En este apartado utilizaremos como fuente principal el capítulo firmado por el propio editor del volumen, Ricardo Robledo, dedicado a la «Iglesia salmantina», pp. 71-98.

223/ El Debate, diciembre 1936.

224/ Vegas Latapié, p. 233.

225/ Robledo, p. 90.

226/ El concepto totalitario se empleó, efectivamente, en la reformulación fascista española mediante el catolicismo integrista. Por si no había quedado claro, Albarrán añade: «Todo esto no es sino la condenación del llamado laicismo de Estado, que, arrancando en su origen de las concepciones liberales del siglo xix ha venido a parar hoy a los dos errores auténticos: el ateísmo y el panteísmo de Estado. La religión bajo el liberalismo del siglo xix es asunto privado de los particulares. Al Estado no le interesa la religión. De aquí al ateísmo del Estado, que ha producido una multitud de Constituciones políticas laicas y aconfesionales».

227/ Junco, capítulo «España, luz de Trento».

228/ Cimas Leal en su artículo «No hay derecho al error» del 9 de junio de 1931 en La Gaceta Regional, en Robledo, p. 74.

229/ Vegas Latapié, pp. 233-238.

230/ En Garriga, R. Los validos de Franco. Barcelona, 1981, p. 39.

231/ Casanova, p. 99 y ss.

232/ El sobrino liberal tenía, por supuesto, otra opinión de la vieja ciudad provinciana: «He aquí un pueblo dominado por gentes que enseñan la desconfianza, la superstición y el aborrecimiento a todo el género humano».

233/ Castro Albarrán, A. El Derecho al Alzamiento. Madrid, 1941, p. 15, en González Calleja, p. 63.

234/ Robledo, p. 338.

235/ Capítulo 7, A los nazis les parecía muy fuerte.

236/ Redondo, p. 94.

237/ En Redondo, p. 79.

238/ Robledo, p. 336 y 334 respectivamente.

239/ La mayor parte de estas citas han sido entresacadas de la introducción del libro de Jordi Amat, Nostalgia, intimidad y aristocracia.

240/ Moure Mariño, p. 122.

241/ De esta y la anterior cita, Trapiello, p. 75-77.

242/ Linz, p. 28.

243/ Para esta y las anteriores citas, ver Junco, capítulo II.

244/ González Cuevas, 1998, pp. 124 y 37-8.

245/ Ídem, p. 40.

246/ Barja de Quiroga, en Morodo, p. 309.

247/ Kaputt, Curcio Malaparte, en Amat, p. 52.

248/ En sus Diarios íntimos, p. 187.

249/ Carvajosa, p. 240.

250/ Ver Amat, pp. 54-55. El hecho, por cierto, es real: ciertas checas se decoraron con motivos de arte contemporáneo para impedir el descanso de los presos.

251/ Ídem, p. ٥٧.

252/ Carvajosa, p. 243.

253/ Amat, p. 61.

Ramiro Feijoo

EL QUINTO HOMBRE

UNA CORTE DE LOS MILAGROS EN LA SALAMANCA DE 1936

Primera edición: septiembre 2018

© Ramiro Feijoo

© de esta edición: Laertes S.L. de Ediciones, 2018

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Fotografía de la cubierta e interior: Biblioteca Nacional de España. Actividades de Auxilio Social en Salamanca [Material gráfico]. [1937-1938]. GC-CAJA/102/5. 4848655-1001.

ISBN: 978-84-16783-79-3

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Para Belén, porque dormir también con Franco debe de ser muy duro.

«Cualquiera podía darse cuenta de que aquel hombre no era un “monstruo”, pero en realidad se hizo difícil no sospechar que fuera un payaso».

Eichmann en Jerusalén. Hannah Arendt