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Investigación en ciencias
sociales, humanidades y artes

Debates para su valoración

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Investigación en ciencias sociales, humanidades y artes : debates para su valoración / Gabriel Vélez Cuartas; Carlos Andrés Aristizábal; Carlo Emilio Piazzini Suárez... [et al.] -- Medellín : Universidad de Antioquia. Facultad de Ciencias Sociales y Humanas. Fondo Editorial FCSH ; Universidad de los Andes, Vicerrectoría de Investigaciones, Ediciones Uniandes, 2017.

ISBN 978-958-5413-60-3

1. Ciencia 2. Investigación en ciencias sociales 3. Investigación en artes 4. Producción científica I. Vélez Cuartas, Gabriel II. Serie.

s300.72 cd 21 ed.


El contenido de la obra corresponde al derecho de expresión de los autores y no compromete el pensamiento institucional de la Universidad de Antioquia o de la Universidad de los Andes ni desata su responsabilidad frente a terceros. Los autores asumen la responsabilidad por los derechos de autor y conexos.

   

Contenido

INTRODUCCIÓN

1. ACREDITACIÓN, RECONOCIMIENTO CIENTÍFICO Y RAZÓN DE SER DE LA CIENCIA EN LAS TEORÍAS GENERALES DE LA CIENCIA, LA POLÍTICA Y LA SOCIEDAD

1.1 Introducción

1.2 Teorías y teóricos modernos

1.2.1 Las prácticas y los procesos de la ciencia como una producción social: Mannheim

1.2.2 La ciencia como un subsistema funcional autónomo: Merton

1.2.3 Ciencia y sistema capitalista en la sociedad industrial avanzada: la Escuela de Frankfurt

1.3 Teorías y teóricos postmodernos

1.3.1 Ciencia y saber, ciencia y episteme: Foucault

1.3.2 La ciencia en la postmodernidad: Lyotard

1.3.3 Valor y validación, capital y campo científico: Bourdieu

1.3.4 La alianza histórica entre ciencia y política y la credibilidad científica: Latour

1.4 Teorías y teóricos transmodernos

1.4.1 La nueva ciencia y la nueva producción científica: Boaventura de Sousa Santos

1.4.2 Saber colonial, ciencia colonial y descolonialidad: el Giro Descolonial

1.5 Reflexiones finales a modo de síntesis

Bibliografía

2. INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS CIENCIAS Y MAPAS DEL CONOCIMIENTO

2.1 Introducción

2.2 Espacializar los conocimientos

2.3 Cienciometría espacial

2.4 Conclusiones

Bibliografía

3. VALIDACIÓN Y EVALUACIÓN EN LAS CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS

3.1 Introducción

3.2 La evaluación de la producción escrita en el contexto de las ciencias sociales y sus implicaciones en la práctica de la producción escrita

3.3 Las bases de datos y la cienciometría en la evaluación de la producción escrita en ciencias sociales

3.3.1 Mecanismos y desarrollos que dan cuenta de la crisis

3.4 Conclusiones

Bibliografía

4. PRÁCTICAS DE INVESTIGACIÓN EN ARTES: DE LA EVALUACIÓN Y LA VALIDACIÓN EN EL ESCENARIO UNIVERSITARIO COLOMBIANO

4.1 Introducción

4.2 En la búsqueda del presente: algunas referencias históricas

4.3 Investigación en arte

4.4 Los mecanismos de evaluación, validación y reconocimiento en la investigación en artes

4.5 Normatividad colombiana sobre la validación de la investigación en artes

Bibliografía

 

Introducción

El problema de la validez en la investigación en las ciencias, el humanismo o el arte moderno se ha convertido, en el último siglo, en un problema que pasa de la solidez de los argumentos o la consistencia de la obra creada, a las configuraciones sociales de las redes en las que se gesta ese conocimiento. Cuando investigar se observa como un problema social, político y comunitario, el problema de la verdad se convierte en un asunto de valoración social sobre el resultado ofrecido, después de procesos altamente formalizados. Justo esta transformación es la que permite que la investigación en las artes y las humanidades entre en tensión con la investigación científica experimental, en la definición de lo que significa investigar.

En la superficie pareciera ser una crisis del concepto de investigación, según la cual lo sólido en los descubrimientos científicos se desvanece en la opinión del conocimiento común. Decenios de luchas para reconocer al conocimiento científico como luz de la transformación moderna hacia algún tipo de sociedad más perfecta, parecieran estar sufriendo un proceso de trivialización. Por el contrario, la investigación, bajada al mundo de lo social nuevamente, permite la complejización de los campos de construcción de conocimiento en diálogos que alguna vez, en el Renacimiento, fueron fluidos y luego obstaculizados por la especialización funcional de la modernidad, pero que hoy retoman fuerza en el contexto de redes complejas que dialogan, se complementan y recrean los discursos sobre la existencia misma. Así, el arte empieza a hacer parte de las representaciones de los datos astronómicos y las ciencias sociales comienzan a utilizar lenguajes de programación para entender las dinámicas del mundo humano organizado, solo por dar dos ejemplos.

Pero esa complejización no resuelve el debate sobre la validez. La autonomía ganada por las ciencias, por un lado, las humanidades, por otro, y las artes en su propia trayectoria, hacen difícil el planteamiento de un escenario común de prácticas investigativas con pretensiones de validez. De la universalidad a la intersubjetividad hay un trecho amplio, a veces inconmensurable, que reclama autonomías con ethos propios de construcción de conocimiento, pero que a su vez es heterónomo, porque la dependencia del conocimiento generado por otros campos se hace imprescindible para responder a problemas complejos. En esta tensión, surge la pregunta por la valoración de los resultados de diferentes procesos investigativos, que no se rigen por los mismos principios epistémicos.

El problema se vuelve más complejo cuando es importante que el conocimiento científico, humanístico, artístico y social también modifique las mismas prácticas de la sociedad en general, o necesite crear argumentos para obtener financiación de actores no científicos del mercado o del Estado. Además, la autonomía de los campos de conocimiento que construyó cajas negras para cada uno, con una alta reputación social por sus resultados en términos de revoluciones tecnológicas, artísticas y de nuevo conocimiento, se abren en las discusiones sobre los efectos no deseados y negativos de herramientas tecnológicas que contaminan, obras artísticas que no se consideran obras o conocimiento que puede ser considerado dudoso, por sus efectos negativos en las decisiones políticas y económicas.

La autonomía de los distintos campos de conocimiento entra en tensión permanente con la heteronomía generada por la presión de los actores culturales, económicos y políticos. Es allí donde el impacto y su evaluación adquieren relevancia, llevando a la construcción de lenguajes comunes y estandarizados, para que todos los actores puedan hablar en términos numéricos cuando quieran consultar la importancia de los resultados de una investigación, haciendo uso de los indicadores que dan cuenta de ello: factor de impacto, índice H, cantidad de citaciones, cifras de explotación de patentes, etc.

El asunto de la valoración vuelve a ponerse en cuestión, en un momento en el cual la concepción colonial de las ciencias y las artes, como producciones de cuño europeo, aparecen descentradas y, en algunos casos, se hibridan con saberes periféricos y ancestrales. La valoración misma se convierte en un asunto geopolítico. Por un lado, aparecen tensiones territoriales en las que los países poscoloniales luchan por la construcción de campos de conocimiento consistentes, pero en tensión con la necesidad de un diálogo global. Las ciencias, las artes y las humanidades se construyen territorialmente, pero dialogan en sus textos globalmente. Así, por ejemplo, es posible encontrar textos que reclaman autonomía territorial, en donde sus referencias bibliográficas son desterritorializadas. El conocimiento se construye desde cualquier parte, pero no en cualquier parte. Dependiendo del territorio y de los recursos con los que se cuente, el conocimiento tendrá mayor visibilidad internacional.

La visibilidad, pues, comienza a jugar un papel muy relevante en los debates sobre lo que puede ser valorado o no como conocimiento válido en los diferentes campos. Y así las discusiones sobre la colaboración, los flujos de conocimiento a partir de citas, los colegios invisibles y los mapas de distribución del conocimiento comienzan a jugar un papel importante. Pero no solo para las comunidades científicas, sino también para los gobiernos que buscan herramientas que les permitan entender si su país tiene capacidades o no para poder competir globalmente con otras economías, que ya entran en ciclos de desarrollo tecnológico, incrementando la competitividad a partir del conocimiento que son capaces de producir. Nuevamente, el impacto entra como un concepto fundamental en la validación, a partir de su visibilidad para otras comunidades globales.

Todas estas circunstancias hacen surgir debates sobre los procesos de evaluación que sustentan la validez de los productos de investigación, el desarrollo de las industrias editoriales y de divulgación de la obra científica, debates entre acceso abierto y cerrado de la producción, la inclusión de nuevas formas investigativas en las herramientas de evaluación, la valoración de los programas educativos por su inclusión de componentes investigativos, entre muchos otros problemas. Este texto se plantea como una introducción a dichos problemas.

El capítulo 1 es el resultado de explorar en las grandes tradiciones teóricas de las ciencias sociales los asuntos de interés de la presente indagación. El trabajo sistematiza las diversas posturas teóricas, identifica los temas de debate y logra precisar la complejidad que supone localizar las cuestiones particulares de la acreditación, el reconocimiento científico y la razón de ser de la ciencia en una concepción global de la sociedad y la política.

Con otros nombres quizás, y con otras motivaciones, este trabajo revela la existencia de largas tradiciones y debates alrededor de lo que es valioso en la ciencia, qué es digno de ser reconocido y la finalidad que persiguen estas prácticas en el mundo científico. En esta historia larga de teorización queda bastante claro que los proyectos de valoración, validación, evaluación y el impacto hallan sus diferencias insalvables en la manera en que conciben las relaciones entre ciencia, política y sociedad. El, por así decirlo, modelo vigente es uno que postula una separación, cada vez mayor, entre estas tres entidades, porque considera que en la autonomización de la ciencia estriba su progreso y su papel como factor de transformación social.

En el capítulo 2 se analizan críticamente las políticas de internacionalización de la ciencia, desde una postura que las concibe como proceso, no solo como propósito. Para el efecto, adopta un enfoque de la geografía de las ciencias y los conocimientos que, interesado ampliamente por comprender las relaciones entre espacio, conocimiento y poder, se aplica a una operación concreta: espacializar los estudios de la ciencia. Con esta herramienta conceptual se analizan recientes enfoques que proponen una cienciometría espacial, así como ejercicios de generación de mapas mundiales de la ciencia. Los mapas, al basarse en concepciones instrumentales del espacio y, fundamentalmente, en bases de datos e índices de medición de impacto de productos científicos de “talla internacional”, destacan los nodos y las redes centrales de una jerarquía de la ciencia mundial que, no obstante, se encuentra sujeta a múltiples factores locales.

De otra parte, lo que los mapas no muestran, pero que emerge de sus espacios en blanco, es toda aquella producción científica que no se acomoda bien a los estándares de las políticas de internacionalización de las ciencias. El capítulo finaliza proponiendo criterios y procedimientos que habría que implementar en la perspectiva de hacer visibles esos otros mapas de la ciencia y sus relaciones con los primeros, enfatizando en que, al comprender mejor las dinámicas locales y regionales de las prácticas científicas, tal vez puedan hallarse claves para una internacionalización más equitativa, y no a ultranza.

En el capítulo 3 se hace una evaluación de las consecuencias de aplicar unos determinados modelos de validación en Colombia. Parte de una convicción acerca de la necesidad de realizar una revisión en profundidad de los procesos de validación y evaluación, para determinar los cambios sustantivos que han producido. El trabajo argumenta la sospecha de una generación de efectos importantes sobre lo que entendemos por conocimiento científico y humanístico. Para cumplir su cometido, efectúa una reconstrucción de los mecanismos de validación que se practican en la actualidad para evaluar libros y artículos, y desarrolla un análisis general de los sistemas de evaluación, soportado en bases de datos, en la perspectiva de dilucidar lo que es considerado conocimiento estrictamente investigativo científico y humanístico, y lo que no, con sus múltiples matices.

En el último capítulo se plantea que la introducción de los modelos actuales de valoración, validación, evaluación y determinación del impacto en el campo de las artes y las humanidades es, sin lugar a dudas, un proceso crítico y de gran controversia. La impresión es la de querer hacer encajar un mundo en un molde inadecuado y hostil, o la de la invasión de una realidad cuya naturaleza no se aviene a los mandatos de un orden sistémico, por rutinizado y homogeneizante.

En el capítulo cuarto se describe y se narra la historia reciente de los procesos de estandarización de la producción investigativa en las artes y las consecuencias que dicha asimilación acarrea. Además de esto, se incursiona en el difícil tema del esclarecimiento de la naturaleza de las prácticas artísticas y su relación con la investigación para, desde ahí, cuestionar o bien relativizar, e incluso proponer, nuevas formas de aproximación.

Después de todo lo hasta aquí expuesto como presentación de este libro, la expectativa principal es la de que los argumentos presentados contribuyan al necesario debate (que ha sido insuficiente hasta el momento) no solo sobre la índole y las consecuencias de las grandes transformaciones que se vienen produciendo en la ciencia, las artes y las humanidades, sino que también contribuyan a la búsqueda de fórmulas alternativas que reconozcan las diferencias y hagan prosperar el bienestar entre los actores que crean y desarrollan investigación en Colombia, una circunstancia que se producirá tras descubrir, en el fuero interno de los sujetos, sus concepciones íntimas sobre el papel de la investigación en la generación del conocimiento.

Sobre el equipo de trabajo

En octubre de 2013, la Universidad de Antioquia y la Universidad de los Andes, ambas colombianas, firmaron un acuerdo para la financiación de un proyecto de investigación conjunto. Una iniciativa nacida de un grupo de profesores de ambas instituciones que, transcurrido un año de trabajo mancomunado, revela el potencial de dicho encuentro en diferentes frentes. Con la denominación de “Productos de investigación en ciencias sociales, artes y humanidades: concepciones de valoración, mecanismos de validación, evaluación e impacto”, el proyecto reunió a un equipo de estudiantes y profesores multidisciplinario y multigeneracional: historiadores, sociólogos, antropólogos, artistas y comunicadores, además de un grupo de ingenieros para las cuestiones técnicas. El equipo asumió la tarea con dedicación y entusiasmo.

Desde que se dio inicio oficial a la investigación, en abril de 2014, la exploración se concentró en descubrir las tendencias de la investigación y los investigadores en ciencias sociales, artes y humanidades, así como poseer un marco de referencia conformado por los estudios y las perspectivas teóricas con las que se abordan las cuestiones atinentes a la práctica y conceptualización de la investigación. En términos básicos, hemos estudiado tanto las prácticas como las concepciones actuales o vigentes de valoración, validación, evaluación y determinación del impacto de las realizaciones científicas o artísticas de los investigadores, usando como marco de referencia y como límite la producción en el campo de las ciencias sociales, las humanidades y las artes de las dos universidades.

En este contexto, nos ha interesado saber en qué consisten estas prácticas actuales, qué las explica o propulsa y qué consecuencias desencadenan en la vida de los actores de la investigación y la creación. Nos interesaba también saber cómo se piensan y elaboran subjetivamente, de modo que constituyen concepciones sobre lo deseable y justificado en el mundo de la investigación científica, y la creación en artes y humanidades. Particularmente, una cuestión que se volvió primordial para el avance de la investigación fue la elucidación conceptual, es decir, el esclarecimiento y la estabilización semántica de los principales términos del proyecto, puesto que, como nos hemos percatado nosotros mismos, aunque normalmente se confundan, no es lo mismo valorar que validar o que evaluar, como tampoco es equivalente evaluar una realización que precisar su impacto. Esta problemática también fue atendida en lo que va de la ejecución del proyecto hasta ahora.

La construcción del presente texto a manera de recuento del proceso es necesaria, puesto que, si bien escribir un libro era uno de los compromisos del proyecto, al principio no era tan claro su enfoque general, ni su estructura, había que construirlos. Es decir, el libro tiene origen en una promesa, pero está inserto en el proceso de creación e integración de un equipo de investigación. Esta génesis se hace patente en el cuerpo de cada uno de los capítulos. En efecto, si bien tratan de cuestiones diversas y especializadas, guardan una organicidad entre sí, resultado de la congregación de perspectivas. Además, como se comprobará, los trabajos son complementarios, en virtud de que asumen tanto un nivel teórico como histórico o empírico de tratamiento de los diferentes temas, un nivel local y global, y un nivel general en cuanto a las ciencias sociales, las artes y las humanidades, pero también un nivel singular para aterrizar la cuestión en Colombia.

    

1. Acreditación, reconocimiento científico y razón de ser de la ciencia en las teorías generales de la ciencia, la política y la sociedad

Rodolfo Masías Núñez1

Gabriel Jiménez Peña2

1.1 Introducción

Las cuestiones d el valor y la valoración, la validez y la validación, la evaluación, el impacto y la visibilidad de la “producción” científica cobran en la actualidad el carácter de asuntos capitales, no solo como temas de la discusión especializada en los estudios de la ciencia, sino como problemas que intensamente laten en la cotidianidad de la actividad científica y académica contemporánea y la convulsionan.3 Su trascendencia radica en que dichos problemas tienen que ver, en lo sustancial, con la acreditación y el reconocimiento científico, pero, más todavía, con la razón de ser de la ciencia. Son, además, como todo lo indica, cuestiones de la inmediatez en la vida del investigador contemporáneo. De hecho, en cierta forma, su vida productiva se ordena obligatoriamente, y de modo principal, en el presente, de acuerdo con estos elementos. Que la acción científica haya devenido así responde al tipo de orden social y político que se ha venido imponiendo en las últimas décadas globalmente, en el mundo de la ciencia y el conocimiento.4 Todo se debe, no hay duda, a unos grandes procesos de transformación contemporáneos.

Que lo que se viene experimentando en el mundo de la ciencia responda a unos llamados procesos globales insuperables no es una respuesta cabal a por qué el valor y la valoración de un producto científico sean una preocupación consuetudinaria, y un tema de apasionado debate académico en busca de una definición, ni por qué es motivo de conflicto social entre científicos; tampoco lo es la relación entre valor y validez, es decir, su equivalencia (lo que es válido es valioso y viceversa) o la conexión entre lo que se considera digno de reconocimiento y, por tanto, de aprobación en el mundo de la ciencia.

El significado del concepto “evaluación de la producción científica” tampoco escapa a esta necesidad de esclarecimiento y precisión, en tanto que no resulta del todo convincente un criterio puramente académico de evaluación, por llamarlo así; uno que se pose únicamente en las cualidades científicas intrínsecas de un producto o una actividad científica. Otra cuestión implicada aquí es el sujeto de la evaluación, aquel actor en quien recae dictaminar la calidad, la importancia, la relevancia, o sea de lo que se trate, según la concepción de evaluación que esté en juego: por decirlo así ¿son la sociedad y la política unos actores en la evaluación científica?

Unido a todo lo anterior, se halla el problema del impacto, el cual tiene que ver con el alcance o la proyección de un resultado científico. Igual que con las otras cuestiones, la impresión es la de una carencia de dilucidación mayor, puesto que, como es obvio, un impacto no podría estar bien establecido de reducirse, o al ámbito más inmediato de la producción científica –el campo científico en términos de Pierre Bourdieu–5, o a una mera inferencia del mismo, sobre la base de una dimensión en particular.

En el centro de las preocupaciones del proyecto alrededor del que se articula este texto, ejecutado en asociación entre la Universidad de Antioquia y la Universidad de los Andes, está el discernir sobre estos conceptos, pero también atender a su dimensión subjetiva, concerniente a las concepciones de valoración, validación, evaluación e impacto de la realización de los investigadores, como también a las concepciones relativas a los procesos (prácticas) que sobre esos mismos asuntos los investigadores desarrollan, generan, defienden o dicen que existen. A estas pretensiones, se suma la de aportar, francamente, al debate vigente sobre todos estos problemas.

Este trabajo es el resultado de una exploración sobre lo que se convino en denominar Teorías contemporáneas generales de la ciencia, la política y la sociedad, con el propósito de encontrar inspiración, ideas y respuestas a los problemas de elucidación conceptual y prácticos citados, y con el ánimo de bosquejar algo así como un marco teórico de referencia para la investigación, donde pueda además advertirse, a manera de un estado de la cuestión, el conocimiento que se dispone sobre estos temas y cuáles tendencias se han expresado al respecto. Aparte de ello, e igualmente capital, es el interés de este proyecto por descifrar la concepción teórica que prevalece entre los investigadores de las artes, las humanidades y las ciencias sociales en Colombia, cosa que favorece esta exploración pues, a simple vista, se dividen entre “autonomistas”, quienes entienden la ciencia como una realidad autónoma e independiente y hacen culto de la conservación de esa condición ontológica de la ciencia, y los “heteronomistas”, para los que la ciencia no solo es un fenómeno de naturaleza social y política, sino que guarda determinantes relaciones con la llamada sociedad y con la política.

Este conjunto de teorías está conformado por los planteamientos concebidos por varios de los así llamados grandes (clásicos) pensadores contemporáneos de la sociedad y la política, pero específicamente por los que integran, en tanto le confieren una misma gravitación, el elemento de la ciencia entre sus preocupaciones teóricas, intelectuales y políticas. El desarrollo de las teorías se extiende, en general, por todo lo largo del siglo XX y continúa con igual fuerza en el presente siglo. Es también un tratamiento de amplio interés mundial, pues no son solo los pensadores europeos o estadounidenses los que hacen eco de la inquietud por precisar los vínculos entre ciencia, política y sociedad, están los que representan a América Latina y al mundo poscolonial, dicho así.6

En estas teorías, la ciencia ocupa un lugar importante tanto como factor decisivo en el desenlace de la vida política y social contemporánea, como de elemento explicativo en el discurrir histórico dado. Hay aquí unos planteamientos sobre la ontología de la ciencia, afirmaciones sobre el tipo de realidad que es y su funcionamiento. Son planteamientos, también, unos más refinados que otros, sobre el tipo y grado de conexión entre ciencia, política y sociedad, así como sobre los lugares y sujetos constitutivos y constituyentes de las prácticas de la ciencia, como son las que queremos estudiar. Varias de estas teorías revelan sus preferencias sobre la autonomía que la ciencia debería conseguir.

Como es de esperar, son estas –las teorías que examinamos– unas visiones diferentes y contrapuestas, aunque a veces complementarias. Ello se hace evidente al ver la lista de los teóricos abordados aquí: Mannheim, Merton, Marcuse, Adorno, Foucault, Bourdieu, Lyotard, Latour y Boaventura de Sousa Santos y el llamado Giro Descolonial. Una lista, como se percibe, bastante completa y representativa de los diversos movimientos y giros que ha experimentado esta discusión a lo largo de la historia.7 A continuación, véase la TABLA 1 “Conceptos y tendencias entre las teorías generales de la ciencia, la política y la sociedad”, donde sintetizamos el ámbito a tratar en este escrito, pero que será desarrollado y explicado al final de este capítulo.

TABLA 1. Conceptos y tendencias en las teorías de la ciencia, la política y la sociedad.

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Sin una pretensión plenamente exhaustiva, pues se infieren las ideas de los autores sobre la base de sus escritos clásicos, en lo que sigue se expone una reconstrucción preliminar de lo que sería una teoría de la ciencia, la política y la sociedad, sucedida de una reconstrucción deductiva de sus postulados sobre los puntos de interés de la investigación, cuando ahí se hace necesario. Así, no es una reconstrucción general de sus planteamientos, sino una que gira en torno a las cuestiones implicadas en las categorías de acreditación, reconocimiento y razón de ser de la ciencia (valor, valoración, validez, validación, evaluación e impacto de la realización científica). Al final, se desarrollan unas conclusiones con el fin de buscar confluencias teóricas y dejar unas bases para una discusión e investigación futura más profundas y detenidas.

Para finalizar esta introducción, cabe aclarar la manera como fueron clasificados los teóricos en el texto: modernos, postmodernos y transmodernos. No es una clasificación ingenua, tampoco no controvertida. Más que querer representar evolución, secuencia y superación, lo que quiere representar es un tipo de tratamiento de las cosas. Los modernos de este texto, como tendencia general, absolutizan unas relaciones entre ciencia, política y sociedad, desarrollan más un discurso categórico, hablan de causas y efectos, tienden a separar más que a relacionar. Los aquí clasificados como posmodernos lo son, o lo serían, porque relativizan estas relaciones, cuestionan las visiones tradicionales y canónicas, son capaces de escandalizar con sus desacatos a lo que fuera naturalizado y entienden que un abordaje cabal es un abordaje complejo y sin prejuicios metanarrativos. Los transmodernos, aquí, son los que creen, justamente por su subordinación estructural e insalvable al capitalismo, en la modernidad y en la colonialidad; creen que la ciencia actual, tal como es, debe ser superada. Comenzaremos entonces con una reconstrucción de los pensadores modernos.

1.2. Teorías y teóricos modernos

1.2.1 LAS PRÁCTICAS Y LOS PROCESOS DE LA CIENCIA COMO UNA PRODUCCIÓN SOCIAL: MANNHEIM

Karl Mannheim es conocido como uno de los pensadores más destacados en la reflexión sistemática en torno de la sociología del conocimiento. Es una sociología, a muy grosso modo, que sostiene que todo conocimiento, científico o no, se encuentra determinado por unas condiciones sociales determinadas. En otros términos, todo conocimiento y creencia son producto de unas fuerzas sociopolíticas, surgen en cierta época y lugar y deben comprenderse dentro del ambiente de la estructura social en que se producen.8 Los conocimientos, en apariencia aislados y separados entre sí, deben concebirse dentro de las configuraciones de la “experiencia”, siempre cambiante y contingente, en la que son vividos, en el propio decir de Mannheim.

Ahora bien, ¿cuál sería la concepción de Mannheim acerca de la acreditación, el reconocimiento científico y la razón de ser de la ciencia? Si bien este autor no desarrolla una concepción explícita sobre el particular, con todo es posible intentar una interpretación que desentrañe dicha concepción de su obra capital, Ideología y utopía. Ciertamente, cabe afirmar que el problema que Mannheim tiene ante sí es tanto cómo se produce la ciencia, qué y quiénes le dan valor o la acreditan, así como también de qué manera es posible la ciencia o el conocimiento. Y justamente en esa exploración se puede leer entre líneas su posición.

En primer lugar, a partir de lo que Mannheim sostiene sobre aquello que determina a los individuos, sería posible decir algo acerca de la figura del científico o investigador. En la concepción del sociólogo alemán, la estructura social está construida sobre la base de clases, lo que significa que las fuerzas de la competencia y la lucha social determinan el lugar y la función del individuo y, vale decir, del científico o investigador en la sociedad o comunidad de investigadores. En un sentido, la acreditación y el prestigio del científico se realizan por medio de la dominación y de la lucha, las cuales son en sí mismas irracionales, pero albergan un conjunto de fuerzas que forman la esfera de la vida social.

“Estas fuerzas irracionales de la sociedad forman la esfera de la vida social que no se ha organizado ni racionalizado, y en que la conducta y la política se vuelven necesarias. Las dos fuentes principales de irracionalismo en la estructura social (la competencia sin freno y la dominación por la violencia) constituyen la zona de la vida social que se halla aún desorganizada y en la cual es necesaria la política”.9

De ese modo, el científico no se halla fuera del campo de lo irracional, sino que participa en el conflicto de fuerzas, es decir, la competencia, lo cual tiene por consecuencia que esta participación lo liga a una concepción sobre lo valioso e interesante que, a su vez, basa en sus propias valoraciones e intereses. En última instancia, la concepción sobre qué sea valioso o acreditado en el conocimiento varía según la posición social del observador.

En segundo lugar, en Ideología y utopía el concepto de ideología tiene un peso muy importante, y permite hacerse a una idea de cómo sería el punto de vista del valor y la acreditación del conocimiento científico para Mannheim. En el corpus teórico de este autor, el concepto de ideología no asume una función negativa, como en Marx –una mentira política consistente–, sino que designa una concepción ineludiblemente asociada a una determinada situación histórica y social, y la idea del mundo y el estilo de pensamiento ligados a aquella.

En ese sentido, cualquier conocimiento científico se halla esencialmente condicionado por la situación vital del pensador o investigador y de su grupo. De ahí que la manera en que se conciba el conocimiento, y cómo se construye la “ciencia” a partir de ciertos hechos, depende de la posición social que se ocupe en la sociedad y desde qué punto de vista favorable se observaron los objetos. En última instancia, el conocimiento científico se haya íntimamente vinculado con la vida social. En ese sentido, la ciencia, en Mannheim, no tiene autonomía ontológica, pues, vale decirlo, se encuentra determinada socialmente y depende del contexto en el que es formulada. En sus palabras: “La teoría es una función del proceso del devenir [...] y surge de un proceso social que aclara la situación. En este proceso de esclarecimiento, la realidad sufre un cambio”.10

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