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“Una vez más, el Dr. Cruz logra conjugar estrategias claras junto con los últimos descubrimientos en el área del éxito personal, en una obra profunda pero fácil de entender, que le permite al lector poner en práctica, de manera inmediata, estrategias para mejorar cualquier
área de su vida”.

Brian Tracy, best selling author

“Nuevamente el Dr. Camilo Cruz nos muestra de forma directa, amena y sumamente práctica, cómo despertar a la vida y desarrollar nuestro potencial. “El Factor X” encierra las claves para vivir plenamente. Con su estilo claro y directo, Camilo nos vuelve a ofrecer excelentes alternativas para llevar nuestra vida a un nuevo nivel de desempeño

y felicidad”.

Rafael Ayala, autor y conferencista

“Finalmente, un libro que nos muestra en lenguaje sencillo y fácil de entender el ingrediente principal que caracteriza a toda historia de éxito. El factor X está en cada uno de nosotros y ahora, con la ayuda del Dr. Camilo Cruz, puedes usarlo para alcanzar todo lo que te propongas en la vida. Todo aquel que lea este libro podrá identificarse con él.

Su energía y dinamismo son contagiosos y sus mensajes claros y efectivos”.

Julie Stav,
experta financiera, autora y conductora del programa:
Tu Dinero

“El Dr. Camilo Cruz está destinado a hacer una enorme diferencia a través del mundo entero. La visión, sabiduría y entendimiento que comparte a través de sus libros y presentaciones, producen resultados inmediatos en las vidas de aquellos que los ponen en práctica”.

Mark Víctor Hansen,
co-autor de la serie “Sopa de Pollo para el Alma”

“La pasión y propósito de vida del Dr. Camilo Cruz son ayudar a los demás a utilizar su potencial al máximo y lograr todas las metas y sueños que siempre desearon alcanzar. “El Factor X” nos enseña los principios más fundamentales para vivir nuestra mejor vida ahora.
Si actúas y pones estos principios en práctica, tu vida nunca será igual”.

Louis Barajas,
autor del libro “El camino a la grandeza financiera”

“El trabajo del Dr. Cruz es un ejemplo de inspiración y una muestra de esa actitud de nunca darse por vencido. Su habilidad para motivar a otros hacia el logro de sus sueños tendrá un impacto extraordinario en la educación, el liderazgo y el éxito de sus lectores”.

Edward James Olmos,
actor y productor del Latino Book & Family Festivals

“Su presencia en nuestros congresos ha sido muy gratificante y enriquecedora. Su apoyo decidido al
sector empresarial, ha sido un factor clave para
alcanzar el éxito”.

Sabas Pretel de la Vega,
Presidente de Fenalco, y Ministro del Interior de Colombia

“Los principios que comparte el Dr. Cruz en sus libros y presentaciones son extraordinarios; no tienen comparación con lo que estamos acostumbrados a ver en el mercado. La productividad de nuestro equipo aumentó significativamente, debido a que creen aún más en lo que hacen y quieren luchar por alcanzarlo”.

Mónica Arango.
Aventis Pharmaceutical

El Factor X

Copyright © 2018 · Dr. Camilo Cruz y Taller del Éxito Inc.

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www.tallerdelexito.com

Editorial dedicada a la difusión de libros y audiolibros de
desarrollo y crecimiento personal, liderazgo y motivación.

Diseño de caratula: Diego Cruz

ISBN 13: 978-1-60738-092-4

ISBN 10: 1-607380-92-7

04-201710

Contenido

Introducción

capítulo 1

Dónde marcar tu “X”

capítulo 2

El tiempo y la acción enfocada

capítulo 3

Tu obra maestra

capítulo 4

Identifica tu norte

capítulo 5

Los sueños son el combustible de la acción enfocada

capítulo 6

El horizonte del tiempo

capítulo 7

El principio de la proactividad

capítulo 8

Metas borrosas producen resultados borrosos

capítulo 9

La trampa del trabajo duro

capítulo 10

La diferencia entre lo “urgente” y lo “importante”

capítulo 11

De lo importante a lo prioritario

capítulo 12

La regla del 80/20

capítulo 13

El arte de saber decir ¡no!

capítulo 14

El síndrome del “mañana”

capítulo 15

La trampa del perfeccionismo

capítulo 16

Elimina a toda costa las excusas

capítulo 17

Eficiencia versus Efectividad

capítulo 18

Enfócate en tus fortalezas no en tus debilidades

capítulo 19

Tu futuro comienza hoy

capítulo 20

Poniendo orden a tu día

capítulo 21

Actividad versus Resultados

capítulo 22

El exceso de “análisis” produce “parálisis”

Epílogo

Introducción

“Si tratamos de atrapar a dos liebres
al mismo tiempo lo más seguro
es que las dos escapen”.
—Proverbio Chino

Hay historias que a pesar de su enorme simplicidad guardan un profundo significado y encierran lecciones que nos obligan a cuestionar creencias que han sido parte de nuestra vida por largo tiempo. Hace algunos años, mientras me encontraba trabajando en otro de mis libros, tuve la oportunidad de reflexionar acerca de uno de esos relatos que nos marcan, dejan huella y cuando menos lo esperas, afloran para regalarnos una vez más la sabiduría que encierran. En ese momento me prometí que un día me serviría de metáfora en alguna de mis obras. Cuando comencé a escribir “El Factor X”, supe que el momento de cumplir esa promesa había llegado.

Siempre creí que el trabajo duro y constante era la clave para lograr el éxito. Nada podía sustituirlo y sin él, ningún logro era posible. Sin embargo, con el paso del tiempo comencé a notar que muchas personas trabajan arduamente durante toda su vida y al final, tienen poco que mostrar como resultado de años y hasta décadas de dedicación y esfuerzo continuo.

Era obvio que la fórmula del éxito contaba con un factor mucho más importante que el trabajo duro. Un factor sin el cual nuestro esfuerzo parecía perder su efectividad. Pero, ¿cuál era este factor?

Con el correr del tiempo, esta incansable búsqueda me ofreció un sinnúmero de posibles respuestas, muchas de ellas antagónicas. Encontré que algunas personas atribuyen sus mayores triunfos al factor “suerte”. Según ellas, la suerte ha jugado un papel fundamental en su éxito. Otras se quejan de no poder hacer todo lo que quieren debido al factor “tiempo”. Para ellas, la falta de tiempo suficiente para lograr todo lo que ambicionan parece ser una gran limitante en sus vidas. Poco después, tuve la oportunidad de ver una entrevista televisiva con una prominente figura política, quien atribuía su derrota en las recientes elecciones al factor “dinero”. Según él, la falta de capital suficiente para financiar su campaña fue su talón de Aquiles.

Así, comencé a identificar muchos otros factores que parecen influir considerablemente en la capacidad para lograr nuestros objetivos exitosamente: educación, dinero, oportunidades, tiempo, conocimiento, etc. Todos ellos indudablemente importantes pero, como he podido descubrir, ninguno absolutamente indispensable para triunfar. Muchas personas con poca o ninguna educación escolar triunfan mientras otras con largos años de preparación y estudio no logran salir adelante; aún empresarios con suficientes recursos económicos fracasan en los negocios, mientras otros construyen grandes empresas habiendo empezado con escasos recursos.

Puesto que toda esta investigación no me permitía identificar con absoluta certeza el factor decisivo para triunfar y vivir una vida plena y feliz, temporalmente decidí llamarlo, el factor “X”, y me di a la tarea de buscarlo hasta dar con él. Este libro es el resultado de dos décadas de búsqueda que me llevaron a descubrir el extraordinario poder de la acción enfocada.

Fue así como rescaté nuevamente aquella metáfora en la que había trabajado años atrás, la cual quiero compartir ahora contigo. Confío en que ella te ayude a comprender a qué me refiero cuando hablo del factor X, y te permita apreciar en toda su dimensión el poder que se genera en nuestro interior cuando sabemos dónde enfocar nuestro tiempo, esfuerzo y energía en lo que queremos lograr.

La historia cuenta que en cierta ocasión un grupo de ingenieros se encontraba realizando el estudio geológico del subsuelo de una zona en la que planeaban construir una carretera de acceso a una remota población y necesitaban determinar la eficiencia y viabilidad del proyecto antes de empezar la obra. Al llegar a cierto tramo del camino se encontraron con lo que en principio parecía un obstáculo imposible de superar: una gigantesca roca atravesada en un punto por donde, necesariamente debía pasar la vía.

No parecía haber manera de desviar el camino sin incurrir en gastos enormes que harían poco viable su construcción, así que decidieron que la única solución era despedazar el gigantesco peñón y removerlo del lugar. Pero como si este no fuera problema suficiente, había una complicación que dificultaba aún más la situación: debido a la localización de la roca y a la inestabilidad geológica del área, el acceso de maquinaria pesada o el uso de explosivos para removerla no eran posibles y tendrían que recurrir a la manera más rudimentaria de llevar a cabo aquella tarea, sin otra ayuda que el uso de un buen mazo y mucha paciencia.

Cuando la compañía anunció que buscaba un contratista local que pudiera realizar el trabajo en un plazo de dos semanas, constructores y obreros locales fueron a la zona a evaluar el proyecto en cuestión, pero a pesar de su interés inicial, pronto lo rechazaron.

Al primero en llegar no le tomó sino unos cuantos segundos de observar la descomunal roca para concluir que esa era una tarea imposible. “Es demasiado grande, no creo que sea posible para una persona lograr lo que ustedes quieren”, dijo con desdén y se marchó prontamente. El siguiente contratista no vio la tarea como algo imposible de realizar. “Puede hacerse”, declaró con cierta seguridad, “pero no me atrevo a asegurar que yo sea la persona ideal para llevar a cabo este trabajo”.

La próxima persona en evaluar el proyecto tomó un poco más de tiempo examinando el terreno, pero al final llegó a la misma conclusión: “No es imposible, y en otras circunstancias yo estaría en capacidad de lograrlo”, expresó con firmeza. “Sin embargo, sin los recursos y equipo necesarios para hacerlo va a ser imposible”.

El más cínico de todos, inventó mil excusas y se marchó de inmediato, no sin antes exclamar con marcado sarcasmo: “¡Imposible! ¿A quien se le ocurre construir una carretera en este lugar? Lo mejor es olvidarse de esa locura y dejar las cosas como están”.

Durante los primeros dos días, todos los que evaluaron el proyecto, lo rechazaron. Era sencillamente una tarea imposible o, en el mejor de los casos –si era posible— prometía ser tan difícil y tediosa, particularmente para completarse en dos semanas, que no valía la pena embarcarse en tal faena.
Sin embargo, cuando todo parecía estar perdido, apareció un joven, quien después de examinar cuidadosamente la roca, acudió a los ingenieros y les informó que, no sólo era posible, sino que él era la persona ideal para realizar tal labor. No contaba con la experiencia de los demás, pero estaba dispuesto a aceptar el reto porque intuía que la culminación exitosa de un proyecto de tal magnitud, colocaría su nombre en alto y su negocio prosperaría.

Al enterarse de las dificultades manifestadas por los anteriores contratistas, el joven emprendedor afirmó con confianza: “Sé que no será tarea fácil; sin embargo, siempre he creído que si encaramos las cosas difíciles con arrojo y prontitud, las imposibilidades suelen resolverse por sí solas”. Entusiasmados con su optimismo, y al no tener otra opción, los ingenieros decidieron contratar al joven, no sin antes advertirle que si el trabajo no se completaba en las dos semanas pactadas, no se le pagaría un sólo centavo por el esfuerzo realizado.

Al día siguiente, el joven acudió al lugar a estudiar más detenidamente el inmenso peñón, buscando identificar el punto exacto donde enfocar todo su esfuerzo. Tras largo rato, el muchacho tomó un tizón, marcó una “X” en uno de los lados de la roca y se dispuso a comenzar la tarea inmediatamente. Sabía que aquello no sería cosa de uno o dos días, y que debía trabajar arduamente si quería completar este encargo en el plazo convenido. Así que alistó su mejor mazo, desarrolló un plan de acción, organizó su horario de trabajo y comenzó la faena.

El joven tenía claro que a menos que pusiera manos a la obra a la mayor brevedad posible, todo su esfuerzo habría sido en vano. Sin embargo, lejos de desanimarlo, el gran desafío que aquello suponía, pareció motivarlo a empezar prontamente y con mayor empeño su trabajo.

Día tras día venía con su mazo y le propinaba cientos de golpes a la gigantesca roca, asegurándose de concentrar todo su esfuerzo en el punto que había marcado desde un principio. Y pese a que nada parecía estar sucediendo, ni se advertía progreso alguno, su voluntad nunca desfalleció y en ningún momento sucumbió a la tentación de cambiar el punto en el cual había decidido concentrar su esfuerzo.

Después de tres días de insistente labor, su terca persistencia terminó por llamar la atención de los vecinos de la zona. Algunos –los que habían rechazado el proyecto— comenzaron a darse cita en el lugar para observar con burlona impaciencia la testarudez y obstinación de este joven que se rehusaba a darse por vencido. Y mientras él trabajaba, con la seguridad que obtendría una buena paga, ellos preferían disipar su tiempo criticando su decisión de aceptar tal reto. Pese a las burlas, su confianza no flaqueó; ignorando las críticas y negándose a escuchar a quienes buscaban disuadirlo de su compromiso, continuó entregado a su labor, aún después de enterarse que quienes lo habían contratado ya habían comenzado a realizar planes alternos ante la evidente imposibilidad de despejar el camino.

Una mañana, como de costumbre, el joven llegó temprano a su trabajo y aunque sólo le quedaban unas pocas horas más, antes que venciera el plazo asignado para alcanzar el objetivo, tomó el mazo y se dispuso a reanudar su faena con el mismo entusiasmo con que lo había venido haciendo hasta ese momento. Sus críticos más duros se encontraban allí desde temprano, ansiosos de presenciar el instante en que él tuviera que aceptar su derrota y capitular sin haber logrado su cometido ni haber recibido paga alguna, después de todos esos días de enorme esfuerzo. Pero él tenía una meta clara y no estaba dispuesto a renunciar a ella cuando el éxito podía encontrarse a la vuelta de la esquina.

De repente, ante las miradas incrédulas de todos los allí presentes, después de dar el primer golpe, sorprendentemente la roca se partió en dos pedazos, despejando el camino. Quienes habían acudido aquella mañana por primera vez a ver al joven, no podían creer que la roca se hubiese partido después de un solo golpe.

Haciendo caso omiso al bullicio que se había generado entre los espectadores como consecuencia del súbito desenlace, y con evidente placer por haber logrado finalmente los resultados que se había propuesto, el joven tomó su mazo y partió para informar sobre la finalización del trabajo que se le había encomendado.

Esta sencilla historia nos deja varias enseñanzas de enorme trascendencia sobre el asombroso poder de la acción enfocada –el factor X—.

La primera de ellas es quizá la más obvia. En la vida, es posible encontrar gente cuya actitud se asemeja a la de quienes evaluaron el proyecto y lo declararon imposible. Para ellos, su roca puede ser una meta de tal magnitud que se ve como algo demasiado ambicioso; también puede tratarse de un problema aparentemente imposible de solucionar, o uno de esos sueños o anhelos “irrealizables” que a veces se nos meten en la cabeza y no nos dejan tranquilos hasta que los hagamos realidad; quizá sea simplemente esa interminable lista de actividades y obligaciones que debemos realizar diariamente, que de solo pensar en ella nos provoca pánico y angustia.

Independientemente de cuál sea la roca que tengan frente a sí, hay quienes la considerarán demasiado grande e imposible de conquistar. Son ellos los que utilizan expresiones como: “Este problema es demasiado grande, va a ser imposible solucionarlo”, “La meta es exagerada, no creo que sea factible alcanzarla”, “Tengo demasiadas cosas por hacer, es impensable lograrlo todo en un solo día”, y se dan por vencidos sin tan siquiera haber empezado.

Es posible que otros no vean la meta o el reto que enfrentan como irrealizables, pero no sienten que ellos sean las personas indicadas para alcanzarlos; se sienten incapaces o incompetentes para llevar a cabo lo que deben ejecutar porque no creen poseer el talento o las habilidades para lograrlo; es común escucharlos utilizar expresiones como: “No soy la persona indicada para ese trabajo”, “Yo no sirvo para eso”, “Es factible que otros puedan lograr esa meta, pero está muy por encima de mis capacidades reales”.

También existen los que ven el reto que tienen en frente como algo viable de conquistar, e inclusive creen contar con las habilidades para enfrentarlo, pero temen no contar con los recursos necesarios; sienten que tal vez, “bajo otras circunstancias hubiera sido posible, pero no ahora”, porque argumentan no tener a su disposición “los medios ni el tiempo suficientes para hacer bien las cosas”, entonces ¿para qué intentarlo?

Finalmente, también es posible encontrarnos con quienes ni siquiera desean detenerse a examinar si la meta que se encuentra frente a ellos es realizable o no, ni se preocupan en pensar cuál puede ser la posible solución al reto que afrontan; poco les interesa saber si cuentan con los recursos o las habilidades necesarios para superarlo; están tan preocupados por sobrevivir, que no tienen tiempo para considerar nuevos retos. Así que viven sus vidas evitando cualquier situación que pueda demandar un esfuerzo mayor, siguiendo el camino de la menor resistencia, conformes con hacer lo mejor que puedan, mientras eso no les exija demasiado trabajo.

Sin embargo, al igual que el joven de nuestra historia, también hay quien sueña un gran sueño, que posee una meta extraordinaria o enfrenta un reto particularmente difícil, y en lugar de sentarse a pensar si es posible o no, si está capacitado para ello, si tiene los recursos necesarios, simplemente actúa.

La segunda gran enseñanza que nos deja el relato, tiene que ver con el poder de la perseverancia. Para entender esta lección debemos preguntarnos: ¿Fue el último golpe el que en realidad rompió la roca?

La respuesta no siempre es tan obvia como en principio se prevé, porque lo cierto es que el último golpe no fue y fue el que partió la roca. No fue, en el sentido que ya había una acumulación de cientos de golpes que poco a poco fueron debilitando su interior. Y fue, en cuanto a que si el día anterior el joven hubiera decidido renunciar a su empeño, ante la aparente falta de progreso, nunca hubiese logrado su cometido, ni descubierto qué tan cerca estaba de lograr su propósito. Bien decía Emerson: “El verdadero fracasado es aquel que renuncia a su meta sin darse cuenta cuán cerca se encontraba de hacerla realidad”.

Sin embargo, la lección más importante es quizá la que nos revela los factores que le permitieron al joven lograr tan asombrosa hazaña. Cuando pregunto esto en mis conferencias, las respuestas más frecuentes que recibo se relacionan con el optimismo, el ánimo y la persistencia del joven. Sin embargo, un factor que con frecuencia se le escapa a la mayoría de los asistentes tiene que ver con la decisión que él tomó para concentrar todo su esfuerzo y energía en un mismo punto, sin perder el enfoque hasta lograr su cometido —¡Ese es el factor X!—.

Es muy probable que su tenacidad y paciencia no hubieran dado los mismos resultados, si ante la aparente falta de progreso él hubiese comenzado a golpear la roca por todos los lados con desesperación. Pero él enfocó su esfuerzo en un solo lugar y el poder de la acción enfocada y constante se encargó de devolverle los resultados que buscaba.

La naturaleza misma nos da muestra de este poder. La acción enfocada de una gota de agua, día tras día, con el tiempo puede llegar a romper la roca más fuerte. Pero la persona promedio desconoce o ignora esta increíble fuerza; si no obtiene resultados inmediatos, cambia rápidamente su curso; es demasiado impaciente y la falta de enfoque disipa su esfuerzo y diluye el poder de sus acciones; es fácil reconocerla porque trata una nueva estrategia de éxito cada semana, pero pronto pierde el ánimo y abandona sus planes. No permitas que esto te suceda.

Lamentablemente, con frecuencia muchas personas actúan de manera opuesta a la del joven de nuestra historia, y de esa forma labran su propio fracaso. Buscan desesperadamente el “golpe de suerte” que de un solo envión les abra las puertas del éxito.

Personas con esta mentalidad viven obsesionadas con encontrar el camino más corto a la felicidad, la fórmula mágica que les devolverá su figura ideal, la manera más fácil para lograr sus sueños, la idea original que las hará ricas y famosas de la noche a la mañana; lo quieren todo, pero lo quieren ya mismo y no están dispuestas a aprender o esperar; de hecho, aprenden muy poco del triunfo de otros porque son incapaces de reconocer en los demás los atributos y las razones que las condujeron al éxito. Cuando escuchan la historia de algún emprendedor que lanzó un producto al mercado y repentinamente este se popularizó disparando las ventas y convirtiendo a su creador en multimillonario, les oyes decir: “Qué suerte la de aquel”, “Le llegó fácil el éxito”, “Si yo pudiera tener una sola idea como esa…”.

Según ellos, el éxito de aquella persona sucedió de la noche a la mañana, fue un golpe de suerte, el resultado de haber estado en el sitio correcto en el momento preciso. Son como los que aquella mañana en que el joven finalmente rompió la roca, asistían a verlo por primera vez. No pueden creer que todo lo que se haya necesitado fuera un solo golpe.

Muchos con esta manera de pensar desconocen todo el esfuerzo que estos emprendedores han realizado con anterioridad, y prefieren vivir con la ilusión, o el delirio, de que si esperan lo suficiente, un día será su turno y les llegará su golpe de suerte. ¡Así que se sientan a esperar! Ignoran que quizá, al igual que el joven de nuestra historia, aquel emprendedor lleva años inventando, desarrollando y lanzando al mercado producto tras producto sin mayores éxitos, pero que lejos de desanimarse, ha enfocado aún más su empeño, aprendiendo de sus errores y persistiendo sin desfallecer hasta ver recompensado el fruto de su trabajo.

A lo largo de este libro descubrirás ideas, estrategias y técnicas muy precisas que te permitirán determinar dónde enfocar tu esfuerzo, cómo sacar el mayor provecho de él y qué hacer para persistir en tu empeño hasta lograr lo que te has propuesto.

Cada capítulo encierra una valiosa lección sobre el poder de la acción enfocada. Asegúrate de aprenderla antes de seguir adelante. Al final de cada sección encontrarás una acción enfocada que puedes poner en práctica inmediatamente. También tienes un espacio para que escribas tu factor “X”: una decisión, acción específica o compromiso que te permitan crear la vida que siempre has soñado vivir. Te recomiendo que busques una libreta o agenda personal donde tomes notas, detalles las metas que te propones lograr y lleves un diario de tu progreso en este viaje de autodescubrimiento. ¡Comencemos!