images

ÍNDICE

PRÓLOGO

PRESENTACIÓN

NOTA INTRODUCTORIA: TRADUCCIÓN Y DIÁLOGO CON MARTIN HEIDEGGER

1. PROLEGÓMENOS: HEIDEGGER ANTE LA CUESTIÓN AMBIENTAL

Del caos del universo al orden de la vida en la tierra; La encrucijada de la vida en los caminos del pensar; El llamado de la crisis ambiental

PRIMERA PARTE
SER/VIDA: HEIDEGGER ANTE LA CUESTIÓN AMBIENTAL

2. LA LEBENSPHILOSOPHIE, LA FENOMENOLOGÍA DE LA VIDA Y LA ONTOLOGÍA EXISTENCIAL

Henri Bergson: la evolución creativa de la vida; Wilhelm Dilthey: la Erlebnis y la formación del mundo histórico en las ciencias humanas; Edmund Husserl: la Lebenswelt y la fenomenología trascendental

3. LA FENOMENOLOGÍA DE LA VIDA Y LA FACTICIDAD DE LA EXISTENCIA HUMANA

Vida y mundo; Hermenéutica de la facticidad; El tiempo del ser y del saber de la vida; Ser y tiempo; La controversia Heidegger-Plessner; Diferencia ontológica y diferencia sexual

4. LA Φύσις Y LOS CONCEPTOS FUNDAMENTALES DE LA METAFÍSICA

5. MICHEL HAAR: EL FUEGO DE LA Φύσις Y EL CANTO DE LA TIERRA

6. EL CUERPO DE LA TIERRA, LA ENCARNACIÓN DE LA VIDA Y EL STIMMUNG DE LA EXISTENCIA

7. EL MUNDO DE LA GESTELL, LA PREGUNTA POR LA TÉCNICA Y EL RÉGIMEN ONTOLÓGICO DEL CAPITAL

8. LA ECONOMÍA MOTOR Y CAUSA EFICIENTE DE LA GESTELL: EL CRUCE DE LA LÍNEA DE LA VIDA EN LA MOVILIZACIÓN TOTAL DEL MUNDO

9. GELASSENHEIT: EL DOMINIO DE LA TÉCNICA Y LA EMANCIPACIÓN DE LA VIDA

10. EL DES-FUNDAMENTO DEL SER Y EL ACONTECIMIENTO DE LA VIDA

11. LA CUESTIÓN AMBIENTAL Y EL CAMINO DEL PENSAR: LA HISTORIA DEL SER Y LA INMANENCIA DE LA VIDA

12. DAS EREIGNIS Y DAS GEVIERT EN LAS CONSTELACIONES DE LA VIDA DE LOS PUEBLOS DE LA TIERRA

SEGUNDA PARTE
EL FUEGO DE LA VIDA Y EL PODER DE LA RAZÓN

13. HERÁCLITO Y EL FUEGO DE LA VIDA

La φύσις y el primer inicio del pensar occidental; Doctrina del Lógos de Heráclito

14. EREIGNIS: EL ABISMAMIENTO DEL SER Y EL ARRAIGO DE LA VIDA

El λόγος (lo Uno homologable) del Ser y el λόγος-σοφόν (lo pensable-sabible) de la Vida

15. FRIEDRICH NIETZSCHE: LA VOLUNTAD DE PODER Y EL ETERNO RETORNO DE LA VIDA

16. MICHEL FOUCAULT. BIOPODER: LAS ESTRATEGIAS DE PODER EN EL SABER DE LA VIDA

17. DOMINIQUE JANICAUD: LA VERDAD DEL SER Y LA POTENCIA DE LA RAZÓN

18. ¿ONTOLOGÍA DE LA VIDA? RESPUESTAS DE LA CIENCIA A LA PREGUNTA POR LA VIDA

19. LA BIOSFERA DE VLADIMIR VERNADSKY

20. LEY DE LA ENTROPÍA: LA COMPRENSIÓN INICIAL EN LA TEORÍA CLÁSICA DE CARNOT Y CLAUSIUS

21. LA ENTROPÍA Y LA MECÁNICA ESTADÍSTICA DE BOLTZMANN

22. ALFRED LOTKA Y LA LEY DE LA POTENCIA MÁXIMA DE LA ENTROPÍA

23. ERWIN SCHRÖDINGER: LA VIDA COMO ENTROPÍA NEGATIVA

24. ILYA PRIGOGINE. EL “ORDEN DEL CAOS”: LOS PROCESOS DISIPATIVOS DE ESTRUCTURAS ALEJADAS DEL EQUILIBRIO

25. PARADOJAS, APORÍAS Y ESTRATEGIAS TEÓRICAS DE LA TERMODINÁMICA DE LA VIDA: DEVANEOS DE LA ENTROPÍA EN LAS ENTRAÑAS DE LA VIDA

26. ARTHUR PEACOCKE: LA FÍSICO-QUÍMICA DE LA ORGANIZACIÓN BIOLÓGICA

27. JEFFREY WICKEN: LA EXTENSIÓN TERMODINÁMICA DEL PARADIGMA DARWINIANO

28. STEWARD KAUFFMAN: LA REINVENCIÓN DE LA Φύσις EN LA CREATIVIDAD NEGUENTRÓPICA DE LA VIDA

29. LA BIOECONOMÍA DE NICHOLAS GEORGESCU-ROEGEN: EL PROCESO ECONÓMICO Y LA MUERTE ENTRÓPICA DEL PLANETA

La ley de la entropía y el valor económico; Entropía, bioeconomía y termodinámica de la vida; Entropía y neguentropía en el orden ecosistémico y el proceso productivo; La Τέψνἠ de una Φύσις global; Neguentropía, sustentabilidad y cultura; Tiempo y entropía

TERCERA PARTE
LA COMPRENSIÓN DE LA VIDA EN UN MUNDO SUSTENTABLE: IMAGINARIOS SOCIALES, RACIONALIDAD AMBIENTAL Y DIÁLOGO DE SABERES

30. CORNELIUS CASTORIADIS: LA INSTITUCIÓN IMAGINARIA DE LA VIDA

La institución imaginaria de las leyes límite de la naturaleza; Los imaginarios culturales de la entropía y la neguentropía

31. LA SUJECIÓN DEL SUJETO Y LA REINVENCIÓN DE LAS IDENTIDADES COLECTIVAS: IMAGINARIOS SOCIALES, COMPLEJIDAD AMBIENTAL Y ÉTICA DE LA OTREDAD

32. LA VOLUNTAD DE PODER EN EL SABER Y LA POLITIZACIÓN DE LA ONTOLOGÍA

33. EL GIRO POST-ESTRUCTURAL Y POSMODERNO DE LA ONTOLOGÍA POLÍTICA

34. MAX WEBER: LA RACIONALIDAD DE LA MODERNIDAD Y LA ACCIÓN SOCIAL EMANCIPADORA DE LA VIDA

35. LA CONSTRUCCIÓN DE LA CATEGORÍA FILOSÓFICA DE LA RACIONALIDAD AMBIENTAL

36. LA TERRITORIALIZACIÓN DE LA RACIONALIDAD AMBIENTAL: HACIA UN MUNDO SUSTENTABLE

37. CONDICIONES Y SENTIDOS DE LA VIDA: LA VERDAD DEL SER Y LA REXISTENCIA DE LA VIDA

38. LA REAPERTURA DE LA HISTORIA: HORIZONTES DE SUSTENTABILIDAD, TERRITORIOS DE VIDA Y DIÁLOGO DE SABERES

EPÍLOGO: RECOLECTANDO EL PENSAMIENTO EN LA DISPERSIÓN DE LA VIDA

BIBLIOGRAFÍA

filosofía

EL FUEGO DE LA VIDA

Heidegger
ante la Cuestión Ambiental

por

ENRIQUE LEFF

images

siglo xxi editores, méxico
CERRO DEL AGUA 248, ROMERO DE TERREROS, 04310 MÉXICO, DF
www.sigloxxieditores.com.mx

siglo xxi editores, argentina
GUATEMALA 4824, C1425BUP, BUENOS AIRES, ARGENTINA
www.sigloxxieditores.com.ar

anthropos editorial
LEPANT 241-243, 08013 BARCELONA, ESPAÑA
www.anthropos-editorial.com

GF41

L44

2018 Leff, Enrique

El fuego de la vida: Heidegger ante la cuestión ambiental / por Enrique Leff — Ciudad de México: Siglo Veintiuno Editores, 2018.

1 recurso digital. – (Filosofía)

e-ISBN: 978-607-03-0941-0

1. Ecología humana. 2. Ecología humana – Filosofía. I. t. II. ser

primera edición digital, 2018

© siglo xxi editores s.a. de c.v.

e-isbn 978-607-03-0941-0

derechos reservados conforme a la ley

A mis nietos Ariel y Eitán… el futuro de mi vida

POR LA NOCHE DE LA VIDA

Caminando por la vida, la tierra se eleva hacia los cielos. Me aproximo a una enorme montaña. Cuanto más me acerco, más se oculta el paisaje detrás de su engrosada materia. Llego al pie de sus alturas; pruebo las pendientes menos resbalosas y las vertientes donde menos escarpados son los abismos. Comienzo a trepar, abro senderos, saco las uñas, me prendo de la roca para no despeñarme hacia el vacío. Asciendo burlando el vértigo, imaginando llegar a un cénit desde donde vislumbrar otros horizontes. Creo acercarme a la cima, porque encima hay puro cielo. Pero en la medida que asciendo, más se yergue y ensancha la montaña. Como en la Caverna de Platón, imagino el más allá a través de las sombras que se extienden cubriendo la tierra al caer el sol a mis espaldas. Deambulando por la noche de mi vida, en la oscuridad de mi SER que pulsiona la opalescente luz de mi pensar, sueño con amanecer en un nuevo día.

Nietzsche elogió el límite de su pensamiento: “Mis pensamientos, dijo el vagabundo a su sombra, debieran mostrarme donde estoy parado; pero no debieran delatar hacia donde voy. Amo mi ignorancia del futuro y no quisiera desfallecer de impaciencia y degustar las cosas prometidas antes de tiempo” (Nietzsche, La Gaia Scientia, Fragmento 287).

Comprender la vida ha exigido su tiempo. La irrupción de la crisis ambiental anuncia la llegada de la hora en que la historia reclama de la humanidad un saber sobre las condiciones de la vida.

PRÓLOGO

Los prefacios de un autor son siempre posfacios: recuentos al final del camino. Es el recuerdo de los encuentros y desencuentros, de las pulsiones e irrupciones, que llamaron, inflamaron e iluminaron los senderos del pensamiento.

Hace 50 años, el Movimiento Estudiantil del 68 hizo estallar la luz del fuego de la vida. Del agujero negro del ser brotó el impulso emancipatorio de la existencia. La vida salió de su escondite. Con paso firme y el grito enardecido en la garganta, recorrí con ánimo insurgente la ciudad convulsionada por la opresión y la represión, hasta llegar al zócalo capitalino proclamando libertad. El estruendo de las armas acalló mi voz. El germen implantado en mi cuerpo juvenil se convirtió en magma vital. Durante mis estudios doctorales en París, escudriñé los primeros libros para comprender la crisis ambiental que irrumpía en el mundo a inicios de los años setenta; para desentrañar los enigmas de la vida y los sentidos de la historia. A mi regreso a México en 1973, la cuestión ambiental había penetrado las entrañas de mis reflexiones sobre la condición humana y el destino de nuestro planeta. De allí nace este libro.

Pasaron veinte años. Mi encuentro con Heidegger ocurrió por pura intuición: el pensamiento llamó al pensamiento. Mis primeras lecturas resultaron de mi atracción hacia tres títulos en una librería de Washington a inicio de los años noventa: What is Called Thinking?, Identität und Differenz y una recopilación de textos tomados de Holzwege y Vorträge und Aufsätze, bajo el título Poetry, Language, Thought. Lo que sedujo a mi pensamiento fue el modo enigmático en que Heidegger desentraña y provoca el pensamiento, el juego de sentidos entre “qué se llama pensar” y “lo que llama a pensar”; y la respuesta desde lo no pensado y el vacío del pensamiento: “lo que llama a pensar es que no estamos pensando”.

Estas reflexiones me llevaron a considerar que lo que llama a pensar la cuestión ambiental, es el hecho de que a pesar del despliegue teórico y el boom discursivo luego del clamor que ocasionó la irrupción de la crisis ambiental, no estábamos pensando en las raíces profundas y originarias de la condición de nuestro tiempo y de nuestro mundo actual. En ese entonces redacté un texto para una conferencia que anunciaba el nuevo milenio. La intitulé “Tiempo de sustentabilidad”, influido por la ontología existencial de Heidegger. Estas lecturas me condujeron a escribir en 1999 mi ensayo “Pensar la Complejidad Ambiental” publicado en el año 2000. Dos epígrafes iluminaban como linternas del “sereno de la esquina” el sinuoso y empedrado camino de la noche para pensar la complejidad ambiental. Ésta fue su inscripción:

“Sólo cuando nos volvemos con el pensar hacia lo ya pensado, estamos al servicio de lo por pensar” (Heidegger).

“Lo infinito es lo propio del ser trascendente en tanto que trascendente. Lo infinito es lo absolutamente otro” (Levinas).

Estos dos pensamientos acicatearon este primer ensayo, contraviniendo lo pensado por la historia de la metafísica sobre el pensamiento del ser de los entes. Iniciaba afirmando que la crisis ambiental, como crisis civilizatoria, era una crisis del pensamiento occidental. Era el resultado de la historia de la metafísica, de los modos de comprensión del mundo que habían fallado en su saber de la vida. Por otra parte, el problema del conocimiento ya no radicaba únicamente en los modos de pensar a los entes, la materia y la realidad a través de sus objetos de conocimiento; su solución no era la integración interdisciplinaria de los conocimientos fragmentarios a que había conducido el progreso de la ciencia. El desafío no se limitaba a forjar un pensamiento de la complejidad que correspondiera al mundo complejo. El conocimiento había penetrado la materia, dislocado la trama ecológica del planeta e intervenido la vida, haciendo estallar la complejidad ambiental. En el 2001, en mi voluntad de reafirmar la vida, escribí mi ensayo “Ética por la Vida. Elogio de la Voluntad de Poder”, publicado en la segunda edición de mi libro Saber ambiental en el 2002. Allí quedaron sembradas las semillas que habrían de germinar en este libro.

Fue en el verano de 1999, durante una estancia de reflexión compartida con Arturo Escobar en la Villa Serbelloni, sede del Centro Bellagio en Italia, y bajo los auspicios de la Fundación Rockefeller, donde pasé tardes enteras en el promontorio de este espectacular escenario del verde-azul planeta leyendo El Ser y el tiempo (en la traducción de Gaos), acompañado del suave rumor del viento y la caricia del sol poniente; del zumbido melodioso de los insectos, los olores a romero de la campiña y los sabores remanentes del risotto al azafrán; y de las voces que a lo lejos anunciaban la salida y llegada de los traghettos que navegaban por las aguas del lago di Como, entre Bellagio, Menaggio, Varenna y Cadenabbia. En ese ambiente, más bucólico que académico, me expuse a la ontología fundamental de Heidegger.

La inquietud por la filosofía de Heidegger había quedado allí implantada. Sin embargo, más allá de alguna cita o giro del discurso, su pensamiento no habría de influir de manera significativa en mis escritos hasta la publicación de mi libro Racionalidad ambiental, en 2004. La semilla tuvo que hibernar los siguientes cuatro años, entre lecturas esporádicas de Heidegger, a la terminación de mis funciones en el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en 2008. Para mi reincorporación plena a la vida académica en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, habría de inscribir dos proyectos de investigación: el primero, un estudio crítico en el campo de la sociología ambiental y la ecología política, en el que la Carta sobre el humanismo y la Cuestión de la técnica tuvieron una influencia aún marginal; el segundo, que intitulé “Heidegger y el ambientalismo”, se mantuvo en reposo, a la espera de que fuera tomando cuerpo textual la primera investigación, publicada en 2014 bajo el título La apuesta por la vida: imaginación sociológica e imaginarios sociales en los territorios ambientales del sur.

Una noche del invierno del 2011, entre los pensamientos que sin razón y en la nocturna inconsciencia asaltan en la mente sus verdades más profundas, se precipitó la decisión de escribir este libro. Revivía así la inquietud por la filosofía que había mantenido marginada de mis reflexiones de carácter más sociológico en el carrusel de mis indagatorias de la cuestión ambiental en las ciencias sociales. Consideré prudente no hacer este viaje de la manera solitaria de mis anteriores aventuras teóricas. Al día siguiente llamé a mi amigo León Olivé; le comenté mi intención de elaborar este texto como base de sustentación de un doctorado en filosofía. “Bienvenido al gremio. Te acompaño en tu aventura”, me respondió generosamente León, aceptando fungir como tutor principal, pero aclarando que no debiera esperar mayor guía de su parte en mi encuentro con Heidegger. Los caminos del pensar suelen ser indefectiblemente solitarios, y éste no habría de ser de otra manera. Mas la soledad suele encontrar la generosidad de la solidaridad humana, y en este caso la complicidad filosófica. Así habría de probarlo mi encuentro con Ricardo Salas.

El encuentro habría de darse en ocasión del debate de mi recién publicado libro La apuesta por la vida en la presentación que fuera programada en el Congreso Latinoamericano de Ecología Política, celebrado en la Universidad de Chile, el 23 de octubre de 2014. Yo había pedido a mi amigo Enrique Aliste invitar a un filósofo al debate, y su elección no pudo haber sido más providencial. Ricardo Salas, que seguía la corriente fenomenológica de Husserl a través de su maestro louvainese Jean Ladrière, se interesó en la filosofía de la experiencia de la vida que yacía en el fondo y trasfondo de la imaginación sociológica de los imaginarios sociales en mi sociología ambiental. En noviembre del año siguiente habría de invitarme a ofrecer la Conferencia Anual de la Cátedra Fray Bartolomé de las Casas en la Universidad en Temuco, Chile.

El reencuentro habría de darse apenas luego del examen de candidatura para la obtención del doctorado en filosofía de la ciencia que presentara ante el comité tutoral. En esta ocasión recibí el sabio consejo de Ambrosio Velasco ante la ambición desbordada de mi proyecto de tesis: aplicar la navaja de Occam. De esta manera, el título de la investigación habría de sellar el núcleo esencial y la línea fundamental de la controversia filosófica que impulsaba este libro: La ontología de la vida: Heidegger ante la cuestión ambiental.

En las conversaciones de esos días en esas tierras Mapuche fraguó el compromiso solidario de Ricardo Salas con esta aventura filosófica. Me ofreció convocar a los mejores filósofos para debatir los avances de la tesis. De esta manera, apuntaló y acicateó mi voluntad de sostenerme en la dificultad de pensar la vida y desentrañar mi controversia con Heidegger: entre la “Verdad del Ser” y la Comprensión de la Vida. Para ello organizó el Coloquio “Ontología de la Vida y Crisis Medioambiental”, celebrado en la Universidad Católica de Temuco del 28 al 30 de septiembre de 2016. La nutrida interlocución con estos magníficos pensadores de esas tierras del sur, estimuló con su lucidez crítica y su generosidad humana mi camino hacia la conclusión de la tesis y la elaboración de este libro.1

El trabajo habría de seguir su curso hacia su maduración. Unos meses después recibí con tristeza el fallecimiento de León Olivé. Ricardo Salas ocupó la función de tutor principal. Defendí la tesis y obtuve el Doctorado en Filosofía de la Ciencia en la Universidad Nacional Autónoma de México el 6 de diciembre de 2017. El texto de la tesis ha sido revisado cuidadosamente hasta alcanzar su actual consistencia. Su publicación ha sido posible gracias a la generosidad filosófica del Dr. Jaime Labastida, Director general de Siglo XXI Editores, mi hogar del pensamiento y de las letras, quien abrió las compuertas para que el viento atizara el fuego de la vida y se hiciera libro. De igual manera, agradezco a María Oscos, a Yael Brito y a Ricardo Valdés por su esmerado cuidado en la compleja edición del libro, para que cada letra ocupara su debido lugar. A la UNAM y, en especial, a mi Instituto de Investigaciones Sociales, por darme la libertad incondicional e ilimitada necesaria para pensar y escribir este libro; y al personal de la biblioteca por su valioso apoyo en la obtención de las obras y textos necesarios para su elaboración.

El mayor estímulo que pude haber recibido vino como siempre de Jacquie, quien me entregó su amor infinito en los momentos más difíciles, dejando brotar y plasmarse este pensamiento que no busca afirmar otra cosa que la vida misma.

ENRIQUE LEFF
BARRANCA DEL ZAPOTE, PUERTO ESCONDIDO

02 DE OCTUBRE DE 2018

1 Quiero dejar aquí testimonio de mi gratitud a quienes participaron en ese coloquio en Temuco: además de Ricardo Salas, los filósofos chilenos Raúl Villaroel, Ricardo Espinoza, Valentina Bulo, Juan Mancilla, Fernando Vergara y Mario Samaniego.

PRESENTACIÓN

El fuego de la vida. Heidegger ante la cuestión ambiental es el último de una serie de libros de Enrique Leff que nos refieren de un modo sistemático a los presupuestos científicos y filosóficos de la racionalidad ambiental y a su particular vinculación con la historia de la metafísica occidental atrapada, según lo piensa Heidegger, en una historia del olvido del Ser, pero que según la tesitura de este libro dejó soslayada la cuestión de las condiciones de la Vida. Asimismo, este texto propone una crítica certera al tipo de representación racional ligada a la ciencia moderna cartesiana y a su expresión mecanicista y tecnológica sobre la que reposa una buena parte del actual proceso hegemónico. Esta dinámica ha derivado en una furiosa devastación de la naturaleza viviente que hoy se ha expandido por doquier, y que requiere un planteo hermenéutico radical de la sustentabilidad, tal como lo sintetiza magníficamente el autor: “La sustentabilidad es el horizonte en el que se despliega la ontología de la vida”. La cuestión ambiental, tal como lo demuestra Leff, no es entonces una cuestión más para el pensar, sino que es quizás la cuestión primordial del pensar y del filosofar contemporáneos donde se concentra el verdadero significado y sentido de la aventura de la humanidad, y la posibilidad de revitalizar la filosofía misma.

Este complejo proceso, del que tenemos ya diagnósticos precisos y contundentes en estas seis últimas décadas, es consecuencia de una “civilización” hegemónica, inicialmente de tipo eurocentrista, y cuyo impulso creativo y destructor se viene expresando en los dos últimos siglos en las economías poderosas, las que han culminado asumiendo el racionalismo cientificista mentado universal, como base para sus proyecciones instrumentales ligadas a la empresas tecno-científicas de la mercancía. Leff nos muestra progresivamente cómo el desgaste progresivo de las fuentes materiales expone, peligrosamente, el deterioro real del conjunto de ecosistemas vitales finitos que nos tienen con Vida. En esta perspectiva, el valor de las resistencias múltiples de los Pueblos de la Tierra por mantener sus saberes y prácticas en sus propios territorios de vida, cuestionan las ideologías tecno-científicas expandidas globalmente. En este sentido afirma:

Las “ontologías relacionales” vienen así a hacer confluir diferentes ontologías regionales, regímenes ontológicos y ontologías existenciales en una Ontología de la Vida. Ésta permite comprender los procesos emancipatorios de los pueblos en una perspectiva que va más allá de la fundamentación de los mundos de la vida desde la ontología existencial del Dasein.

La búsqueda de un tipo de ontología relacional es finalmente la posibilidad de superar un proceso de erosión de las bases ecológicas, y sobre todo permite replantear nuevas interrogantes sobre la sustentabilidad futura del planeta mismo, en particular por el tipo de mundo en que podrían vivir las generaciones humanas si no se enmienda el rumbo de esta frenética carrera. En este sentido, la cuestión ambiental está estrechamente ligada a una nueva visión de la sustentabilidad de la Vida: se piensa desde la vida para asumirla en su complejidad más allá de lo que la pone en peligro.

El diálogo sistemático, fino y preciso que lleva adelante Enrique Leff con y contra el pensar de Heidegger es una vía para recentrar la cuestión ambiental en su radicalidad, y por ello aquí no sólo nos encontramos con una apropiación original del rictus filosófico del filósofo alemán, en el que va reconstruyendo con originalidad sus terminologías, y las va conduciendo de una manera muy precisa y apropiada, hacia lo que implica verdaderamente el pensar de la cuestión ambiental. Más allá de las referencias explícitas que Heidegger esbozó acerca de la naturaleza, de la técnica y de la crisis actual, la perspectiva de Leff explicita de un modo gradual la insuficiencia de un pensar radical del Ser, que escamotea la pregunta por la Vida misma. Estamos ante un libro filosófico que aborda un conjunto de temáticas abordadas por el mismo planteo de Heidegger en diferentes momentos de su itinerario filosófico, pero que son conducidas por Leff a un planteo completamente nuevo. En este sentido afirma el autor:

La crisis ambiental no es un acontecimiento natural –un evento de carácter geológico, ecológico o termodinámico–, sino un hecho ontológico. Y lo es, no porque deba ser comprendido ontológicamente, sino porque ha sido generado por el pensamiento ontológico, porque ha sido destinado por la pregunta originaria por el ser que ha dominado al pensamiento filosófico desde su “primer comienzo”, y hasta el “otro comienzo” en el que Heidegger intentó abrir nuevos senderos pensantes; primero con su ontología fundamental, y luego, en su Kehre, en su meditación de la “Verdad del Ser”.

Las traducciones e interpretaciones de Leff de los textos heideggerianos, aparecen con el refinado cuidado de precisar los sentidos mismos de las categorías en construcción y develar sus implicaciones en la historia del pensar científico y filosófico presupuesto por la cuestión ambiental, como una suerte de partitura de una ópera barroca que nos va llevando desde una obertura, a diferentes arias e interludios en un espectacular despliegue de actores y actos revelando la magnificencia de la cuestión misma.

Empero, siendo un libro filosófico, que ex-pone el pensar de Heidegger a las cuestiones más complejas que están en el trasfondo de su filosofía, Leff es plenamente consciente de que para desplegar la magnificencia del pensamiento ambiental actual, es preciso ser consciente de la aventura del pensamiento occidental. Como lo indica expresamente:

La vida no puede repensarse sin referencia a lo antes pensado en el campo de la filosofía y de la ciencia para abrir el camino a lo “por pensar”. En este impensable acontecimiento se sostiene el propósito de pensar la sustentabilidad de la vida.

El libro refiere así desde este acompasado diálogo –distendido a veces y tensionado en otras– con diferentes hitos de la tradición filosófica, que remiten a las matrices filosóficas del pensamiento presocrático, donde en especial se relevan las categorías heracliteanas de φύσις y λόγος, hasta otras del pensamiento moderno, en el que las doctrinas nietzscheanas del “eterno retorno” y de la “voluntad de poder” son reinterpretadas originalmente como piedras fundacionales de una comprensión de la vida. Este pensamiento ontológico germinal va avanzando desde los avatares de un pensar racionalista moderno, hacia las relevantes críticas que surgieron en la filosofía de la vida y en la fenomenología desde donde derivarían muchos de los conceptos claves del pensar del Ser, y que llega hasta algunos de sus principales intérpretes y críticos. Enrique Leff detiene su atención en un sinfín de reinterpretaciones y observaciones relevantes que se encuentran en el pensamiento de Bergson, Lévinas, Foucault, Lacan, Castoriadis, Derrida, Deleuze, Guattari y Haar, entre otros filósofos franceses del siglo XX.

Éste no es solamente un libro sobre el pensar de Heidegger únicamente y sobre la historia del pensar occidental sobre el olvido del Ser, sino que aquí encontramos agudas críticas a un tipo de filosofía academicista que redujo el pensar a la exégesis y al manejo de los tecnicismos propios del léxico alemán. Leff deconstruye el estereotipo de una cierta filosofía que se pretende disociada de las ciencias y que evita enfrentarse a lo por pensar en la cuestión ambiental. Como lo señala en una fórmula apretada:

La vida se torna nuevamente en una cuestión filosófica: no sólo porque valga la pena pensar la vida filosóficamente, sino porque la destrucción ecológica de la biosfera es un hecho filosófico; o para decirlo más claramente: porque la causa de la degradación ambiental es metafísica.

La ruta en la que se empeña Leff lo conduce a un camino más difícil y escarpado que no se disocia de las ciencias, de modo que el pensar de la Vida lo conduce a aventurarse por las principales referencias teóricas de las ciencias de la termodinámica, de la vida y del cosmos. Es el pensamiento científico moderno, que le permite dar cuenta de las condiciones de la Vida, e interpretar filosóficamente el sentido de la entropía y la neguentropía, entre las nociones que más se destacan y quizá sean conocidas por el público especializado. Pasan delante de nosotros miradas y conceptualizaciones de científicos de la talla de Vernadsky, Lotka, Schrödinger, Prigogine y Georgescu-Roegen, hasta los teóricos más relevantes de la biotermodinámica de la vida de las décadas recientes, en cuyas miradas y conceptualizaciones resuenan los ecos de la “physis” y del “eterno retorno” desplegándose hacia la evolución complejizante de la vida.

Por consiguiente, son diferentes razones filosóficas, científicas e histórico-culturales las que destacan en la innovadora reflexión que Leff nos propone en este nuevo e inspirado texto donde pulsa un singular parpadeo entre lo propuesto por Heidegger y las exigencias de lo por pensar de la cuestión ambiental. La lectura sobrecoge al lector especialista o al neófito de las ciencias o la filosofía, porque en el modo de profundizar lo por pensar en la cuestión ambiental aparece la cuestión principal a la que nos invita Leff, que no es otra que pensar las condiciones mismas de la Vida; pero no sólo en su sentido existencial y humano, sino a la Vida en su comprensión cósmico-biológico-termodinámica y simbólico-cultural. Por ello, este texto no sólo es actual porque refiere a una era de la humanidad que necesita plantearse reflexiva y críticamente su propia aventura planetaria en un Cosmos que no cesa de recrearse, sino que va acompañada de una honda meditación sobre los límites del actual proyecto civilizatorio y, en particular, sobre el modo en que el pensar de la modernidad hasta nuestros días ha ocultado las condiciones del despliegue de la vida y que nos obliga a pensar de otro modo, situándonos en el horizonte de la ontología política. Al respecto escribe el autor:

La ontología política busca pensar el encuentro de lo Real de la vida con las ontologías existenciales de los pueblos en la fundación de múltiples mundos-de-vida posibles. El quid de la ontología política en su propósito de abrir la ontología de la diversidad hacia la construcción humana de un mundo diverso es el re-conocimiento de lo Real dentro de una ontología relacional de la vida que no se reduce a la significancia de la facticidad de la vida, a la relacionalidad del cuidado del Dasein, o a la “verdad del ser”.

El fuego de la vida se sitúa entonces en el marco de un repensar “la crisis” ambiental actual que es hoy, sin lugar a dudas, el problema más acuciante de la humanidad embarcada en un planeta azul que comienza a dar síntomas de agotamiento derivado de la vorágine de los sistemas de producción y del desprecio de los pueblos en tiempos del capitalismo global. Sin caer en visiones desmesuradas ni apocalípticas, por primera vez, un libro nos introduce a una meditación fundamental de un pensar la Vida del conjunto de la humanidad, y donde con un apoyo científico revisado y corregido nos confronta a la posibilidad que la aventura tecno-científica actual no pueda continuar al ritmo y en el dinamismo que ha tenido. Tal revisión del proyecto de la modernidad no lleva necesariamente a un despeñadero, pero ello exige que las condiciones de la Vida sean asumidas y se posibilite una sustentabilidad menos declamada que vivida. Leff es certero respecto a las posibilidades existentes en nuestros tiempos globales:

La sustentabilidad posible será el resultado de la apertura de la historia reconducida por un diálogo de saberes: por el encuentro de los seres culturales diversos que habitan el mundo constituidos por sus saberes en su confrontación con los poderes tecno-científicos-económicos y las estrategias de apropiación capitalista del planeta; de sus alianzas con los otros pueblos de la tierra y sus diferentes saberes de vida.

La ontología de la Vida que subyace en este texto radica en la interpenetración de ideas que provienen del pensar occidental que ha intentado disociar el decurso de la razón del Ser y en especial de la Vida, y donde el conocer y el Ser son contrapuestos de la razón, del Ser en una dicotomía pesada en consecuencias, disociación heredada del cartesianismo, v. gr. entre res extensa y res cogitans. Leff señala que

La crisis ambiental plantea una cuestión crucial: ¿por qué desvíos y desvaríos del pensamiento la razón privilegió al ser y cercó a la vida, alejándola del curso de la vida; abandonándola y destinándola a su degradación en el transcurso de la historia de la metafísica?

Este pensar obliga a resituar no solamente la epistemología moderna en un sentido de la crisis de la idea de la Razón –que recuerda el libro póstumo de Husserl sobre la Crisis de las ciencias europeas– donde el mentor de Heidegger apela al sentido de la responsabilidad del filósofo con la Humanidad. Por cierto que Leff está lejos de sumarse a un proyecto de la fenomenología trascendental, pero al igual que Lévinas y Derrida entiende que el desatino de la razón obliga a separarse definitivamente de las equívocas formas de la razón moderna y que obliga a cuestionarse los tipos de ontologías atrapadas en el Ser, o como nos dice agudamente Leff en las páginas finales del libro:

Pensar la vida es abrir una indagatoria sobre la condición del mundo desde las condiciones cósmicas, termodinámicas y ecológicas de la vida, y de las condiciones simbólicas y culturales de la vida humana, en el planeta vivo que habitamos. La ontología existencial remite así a una ontología de la vida.

El principal aporte de este libro en el campo del pensamiento filosófico radica entonces en la senda para redefinir con claridad una Ontología de la Vida. Nos dice Leff en una afirmación medular que permite entender su proyecto filosófico, sus límites y sus posibilidades heurísticas. Se trata así de pensar las condiciones de la Vida en un tipo de reflexión que sobrepasa las disociaciones entre filosofía y ciencia en un nuevo proyecto de la Razón, para asumir nuestra condición histórica y la responsabilidad que nos cabe en estos tiempos de zozobras:

En este camino exploratorio hacia la reinstauración de la vida dentro de las condiciones de la vida no habré de aventurarme al (des)propósito de comprender la vida de una manera tan originaria que tuviera que superar todo pensamiento ontológico de la vida (del modo de ser de la vida) fuera de toda comprensión conceptual. Habré de contentarme con abrir el pensamiento a aquello que no ha sido pensado hasta ahora ni por las ciencias ni por la filosofía para intentar comprender las condiciones de la vida en el momento histórico en el que lo que está en cuestión no es sólo –ni primordialmente– el ser, sino la vida misma: la responsabilidad sobre los modos humanos de habitar la Tierra.

En este sentido, el libro de Leff plantea claramente una controversia ontológica entre el Ser y la Vida. He aquí su primera crítica e insatisfacción con la tesis de Heidegger sobre la cuestión de la técnica y una eventual catástrofe planetaria, pero en la que no hay conexiones claras y explícitas con la ecología, la termodinámica de la vida y las condiciones de vida de los pueblos de la tierra:

Ello nos lleva a cuestionar toda comprensión de la vida bajo la consideración de que el ser de la vida es ontológicamente indeterminable y a desacreditar toda reducción fenomenológica de la vida en la que lo Real de la vida se mantiene fuera de la comprensión humana, en tanto que es justamente ese alejamiento metafísico de la vida lo que hoy se manifiesta como la razón oculta, impensada, de la crisis ambiental como crisis ecológica y existencial.

Sin embargo, la controversia no sólo remite a unos presupuestos filosóficos abstractos acerca del Ser o la Vida como centro de una ontología renovada por el pensamiento ambiental. La Epistemología de la Vida y la Ontología de la Vida que lleva adelante este libro cuestiona la incapacidad de una ontología del Ser de nutrir también una visión política de lo que acontece en tiempos de barbarie, y ésta es una cuestión también central en la ontología política de Leff. El pensamiento de Heidegger no puede estar más distante de este proyecto, sobre todo en cuanto esta dimensión política estuvo velada y escondida mostrando de un modo palmario cómo la propuesta ontológica más elaborada del siglo XX, no estuvo a la altura de la responsabilidad que implicaba para el pensar mismo. Es en este segundo plano, que la propuesta de Leff se vuelve lúcida y aclaradora del significado mismo de asumir la ontología de la Vida, no sólo por una cuestión relativa al pensar mismo, sino al sentido de praxis humanizadora frente a la diversidad ecológica y humana. Los párrafos que siguen quieren condensar el sentido filosófico específico de la construcción crítica de una ecología política contextualizada.

Lo primero que se puede referir es que la ontología política de la Vida –que nos propone la última parte de este libro–, se inscribe dentro de una corriente de un pensamiento ambiental crítico latinoamericano, en cuanto se propone pensar mucho más allá de los presupuestos del norte y nos abre a nuevas sendas dialógicas con los pueblos indígenas, campesinos y afrodescendientes que desde hace mucho resisten a un modelo económico y cultural hegemónico que no permite sufragar las necesidades de los seres vivientes. En este sentido Leff afirma:

Su mayor desafío es darle lugar en el mundo al derecho a la vida: al devenir de la vida en la inmanencia de la vida; al derecho de los pueblos a construir modos diversos de vida; al derecho a la existencia de modos diferenciados de ser-en-el-mundo y a una ética política de la con-vivencia de diferentes mundos dentro de un mundo globalizado. De esta manera, el campo de la ontología política está labrado por una diversidad de conflictos socio-ambientales entre el régimen ontológico hegemónico de la modernidad –la racionalidad capitalista dominante– y la multiplicidad de experiencias y procesos de emancipación –de resistencia y rexistencia– que abren la historia hacia el horizonte infinito de la vida y de un futuro sustentable.

Es asimismo una ontología que está consciente del predominio de una racionalidad estratégica que evita evacuar el sentido ético y político de la cuestión ambiental en pos de construir una Humanidad consci-ente y sinti-ente de las condiciones de la Vida. Repensar de otro modo la cuestión ambiental no es sólo proponer un cuestionamiento de la racionalidad instrumental vigente y el orden cultural asociado, sino que empuja a romper el monismo de la construcción de las sociedades globalizadas por el Capital. Leff revive un pensamiento político sin ambages, como cuando nos indica explícitamente: que todo diálogo de saberes nos provee de los enraizamientos básicos de todas las culturas que resisten, sapiencial y práxicamente, a los modelos dominantes:

el diálogo de saberes será mi estrategia para avivar la chispa del pensamiento que abra los caminos para la construcción de nuevos territorios de vida en el campo de la ecología política: de una ontología política de la diversidad, la diferencia y la otredad. En esta aventura, el pensamiento ético-político ejercerá su crítica del pensamiento metafísico y de la razón logocéntrica y será custodio del pensamiento decantado en la categoría de racionalidad ambiental, para elaborar los conceptos que permitan comprender de manera consistente la cuestión ambiental y la condición de la crisis ambiental.

En tercer lugar, estas tesis confrontan al pensamiento filosófico del norte porque se plantea desde nuestros procesos emancipatorios y en la búsqueda de “otros modos que ser” y “otros modos de ser-en-el-mundo”, que radican en búsquedas de reconocimiento y de justicia ambiental. Una ontología política definida de este modo no surge en el universo de un filósofo que escucha al Ser, sino que es sustentada en el encuentro alterativo con los saberes de los pueblos así como de sus modos de habitar los territorios, por ello Leff nos puede proponer un concepto fuerte del diálogo cultural,

La ontología política abre nuevos horizontes de sentido a la rexistencia de los pueblos, de sus procesos emancipatorios para reconstruir sus mundos-de-vida fundados en sus visiones del mundo y sus formas de cognición, arraigados en sus prácticas culturales, sus modos de habitar el planeta y de construir sus propios territorios de vida, estableciendo nuevas relaciones con la naturaleza y con otros seres humanos: en un balance espiritual y material con el cosmos, con su entorno ecológico y en sus relaciones sociales.

Para ir cerrando estas ideas acerca de la ontología política, señalemos algunas derivaciones relevantes para la discusión latinoamericana. Si la tesis explícita del autor refiere a que “El Ser, la Vida, son universales que sólo alcanzarán su auto-comprensión y sentido propios desde los modos de existencia que se forjan en lenguajes y culturas diversas, mas deberán trascenderse en un ‘diálogo de saberes’, ésta es un aporte a un proyecto reflexivo de la Humanidad, y, por lo mismo, ciertamente relevante para los que practicamos un pensamiento crítico e intercultural en deuda con los contextos culturales. Ésta es una tesis muy pertinente y provocativa para todos los nuestroamericanos, tal como sugería Martí, que desde el norte hasta el sur convivimos en un mismo espacio continental y en un sistema-mundo en el que la geografía y la economía nos tiende a unir y desunir en un arrollador proceso global que junto a lo que acontece con otros conglomerados económicos poderosos emergente, no cesan de demostrar sus signos inequívocos de brusquedades y de agotamientos frente a la vida planetaria.

La utopía de nuestra América sobre todo nos muestra las deudas ético-políticas frente a este caudal arrollador que no sólo nos arrastra inexorablemente, sino también a todos los Pueblos de la Tierra. En especial, para los pueblos y etnias originarias este libro aporta un nuevo fuego luminoso que al garantizar reconocimiento y justicia para los saberes ancestrales, coadyuvan a entender un sinfín de situaciones sin respuesta definidas por la hegemonía del Capital y de la Técnica. Allí adquiere su sentido histórico y su compromiso con la vida el pensamiento plasmado en este libro cuando Enrique Leff declara: “La ontología de la vida abre las vías hacia el horizonte de la sustentabilidad, sustentada en los derechos de existencia de seres culturales que reconstituyen sus mundos de vida desde sus saberes ambientales, sus imaginarios sociales y sus sentidos de vida.” Pues casi ninguno de los nuevos conflictos tienen hoy posibilidad de resolverse sin considerar los presupuestos epistémicos y ontológicos del “diálogo de saberes” que este libro nos ayuda a descifrar en todas sus dimensiones.

Para nosotros, que habitamos en territorios del sur donde los pueblos indígenas siguen denunciando y anunciando otra forma de convivir con la Madre Tierra – Ñuke Mapu dice el saber mapuche–, más allá de la expansión de modelos productivos que sólo responden a proyectos empresariales multinacionales con un sentido puramente utilitario de los territorios. Las ideas sobre el ambiente contenidas en este libro son así significativas para comprender, en su sentido global y local, lo que encierra esta nueva comprensión de la odisea de la humanidad por reconocer su íntima diversidad:

La ontología de la vida se funda en territorios de vida donde ha co-evolucionado el ser cultural con su medio ecológico, generando en esa interacción sus modos fácticos de habitar el mundo, territorializando su ser-en-el-mundo.

En suma, este libro titulado volcánicamente –y no por azar– El fuego de la vida, es ciertamente una referencia mayor para los que buscan comprender la ebullición de la vida cósmica y un culmen de una larguísima obra del autor, consagrada a la racionalidad ambiental. Sugerimos a los lectores que este Fuego de la vida se lea a partir de los avances presentados en su libro anterior La apuesta por la vida, publicado en esta misma casa editorial ya que, a nuestro juicio, ambas obras representan la potencia de un pensar ambiental crítico. Se trata, como ya dijimos, de un pensar en plena madurez y que nos demuestra la fecundidad de uno de los forjadores contemporáneos del pensamiento ambiental crítico. El fuego de la vida recoge, recrea y proyecta una larguísima y fecunda trayectoria dedicada a desentrañar la racionalidad ambiental para conducirla a una cuestión estrictamente filosófica en la que se religan los aspectos epistémicos y ontológicos de dicha cuestión ambiental. Los que han leído la rica obra de Enrique Leff encontrarán aquí una obra sorprendente por su hondura reflexiva, por la calidad y la calidez de su obra y por los matices de un potente pensamiento que abre a los principales problemas de lo que es realmente crucial en esta época, que podemos sintetizar en sus propias palabras:

Vivir en la inmanencia de la vida es la acción reflexiva de saber-se viviendo dentro de las condiciones de la vida. Vivir humanamente implica un saber-ser-en-la-vida, comprender-se en la vida.

RICARDO SALAS ASTRAIN
WALLMAPU
(CHILE), SEPTIEMBRE 2018

NOTA INTRODUCTORIA:

TRADUCCIÓN Y DIÁLOGO CON HEIDEGGER

Toda traducción de un texto se enfrenta al desafío de re-presentar con fidelidad a su sentido original las ideas escritas en otra lengua. Las traducciones al español de Heidegger buscan los términos y modos argumentativos más propios del estilo del discurso filosófico en el habla hispana. Estas traducciones suelen ser honestas y ampliamente acertadas. Empero, toda traducción pone en juego la interpretación, el estilo y el modo propio de expresión en el que un autor lleva a su propio pensamiento las ideas de otro autor. He optado por hacer mis propias traducciones, lo que habrá de llevar a juicio del lector, su consistencia con el sentido fundamental del pensamiento de Heidegger y la coherencia conceptual del encuentro filosófico que aquí pretendemos desplegar.1

Si toda traducción es la interpretación de un texto; si esa interpretación es siempre una “apropiación” por el entendimiento que no sólo se ve controvertida por la diferencia de la lengua sino por el “interés” del traductor, ¿cómo justificar la intervención de este traductor-intérprete de estos textos cuando el propósito no es glosarlos, ni simplemente sacarlos a la luz en otra lengua, sino confrontarlos ante una cuestión crucial: la vida, la crisis ambiental? La crisis ambiental es la consecuencia en el planeta, de los modos de comprensión del Ser, de la Vida, del Mundo. ¿Habríamos de aplicar los mismos principios que Heidegger utiliza en su destruktion2 hermenéutica de las ideas a lo largo de la historia de la metafísica a las traducciones de sus propios textos?

En su prólogo a la traducción francesa –publicada en 1938–, de su ensayo seminal Was ist Metaphysik?, de 1929, escribe Heidegger: “En la traducción, el trabajo del pensamiento es transpuesto al espíritu de otra lengua y pasa por una transformación inevitable […] que puede ser fructífera porque recorre el camino fundamental de hacer aparecer la cuestión […] bajo una nueva luz”. Ese “hacer aparecer la cuestión bajo una nueva luz” pone en juego lo que “da a pensar un pensador”, lo impensado y lo “por pensar” del pensamiento, pero también lo que emerge de la confrontación de ideas con otras “lógicas de sentido” y con otros sentidos conceptuales.3 En efecto, la traducción de un texto a otra cultura y otro tiempo se da en el encuentro de dos mundos, cuya diferencia no podría disolver hermenéutica alguna. Como afirma el propio Heidegger en El origen de la obra de arte a propósito de la apropiación de las palabras griegas por el pensamiento latino:

Debajo de una traducción fiel y aparentemente literal, se encubre una traslación de la experiencia griega a un modo de pensar diferente. El pensamiento romano se apropia las palabras griegas sin una experiencia igualmente auténtica que corresponda con lo que dicen, sin la palabra griega. El desarraigo del pensamiento occidental empieza con esta traducción (Heidegger, GA-5:8).

En Der Satz vom Grund, Heidegger asentará, a propósito del “principio razón”, que el griego ἀξίωμα, el latín principium y el alemán Grundsatz nos hablan a partir de dominios de representación totalmente diferentes.

En este sentido, John van Beuren, traductor al inglés de Ontologie (Hermeneutik der Faktizität), señala que Heidegger enfatiza que “el haber anticipado [de la interpretación] no es algo arbitrario y conforme al capricho”, sino que debe ser ‘apropiado’ (entsprechend) o ‘adecuado’ (angemessen) para 1. La actualidad así como para la inexplorada e inexplícita posibilidad del objeto, y 2. Para acercarnos hoy a nuestra propia ‘situación histórica transformada’ […] En este sentido, una traducción debe ser una traslación “de ‘su tiempo’”, justamente como “la filosofía es lo que puede ser sólo como una filosofía de ‘su tiempo’ […] Dasein trabaja en el cómo de su ser-ahora’” (Heidegger, 1999:93-94).

La traducción plantea así el dilema entre la fidelidad de un texto original ante los límites de la libertad interpretativa en la traducción a otras lenguas y de la significancia en el tiempo de una obra: entre el trabajo propio del lenguaje que puede sacar a la luz sentidos no dilucidados en un texto original, que afloran en los efectos de sentido que produce en otra lengua y en otro tiempo, y la traducción es una traslación que trastoca y pervierte la “verdad” de un texto, que lo interpreta-apropia para explotar el potencial del sentido de un pensamiento y ponerlo al servicio de su propia causa. Si Heidegger prepara el pensamiento para pensar la crisis ambiental, no llegó al fondo de la cuestión, a pesar de que ésta se hizo manifiesta en el “serallí-ahora” de los últimos 15 años de vida del filósofo.4