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DEWEY LC
972.850522 F1526
ARM.m A7

Armijo Lozano, Modesto, 1886-1968, autor
Modesto Armijo Lozano : diario dedicado a su esposa, Carmenza Mejía Aráuz (octubre de 1926-julio de 1927) / Mónica Toussaint, Guillermo Fernández Ampié (edición y estudio introductorio). – México : Instituto Mora, 2015.


Primera edición
411 páginas : fotografías, mapas algunos a color ; 23 cm. – (Testimonios)
Incluye referencias bibliográficas e índice

1. Armijo Lozano, Modesto, 1886-1968 – Relatos personales. 2. Nicaragua – Historia – Guerra Constitucionalista, 1926-1927. 3. Nicaragua – Relaciones exteriores – Estados Unidos. 4. Nicaragua – Relaciones exteriores – México. I. Toussaint, Mónica, editor. II. Fernández Ampié, Guillermo, editor. III. Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora (México D.F.).

Índice

Nota preliminar

Modesto Armijo Mejía

Estudio introductorio

Mónica Toussaint y Guillermo Fernández Ampié

Diario de Modesto Armijo Lozano

1926

1927

Índice onomástico

Nota preliminar

Modesto Armijo Mejía

Modesto Armijo Lozano nació en la ciudad de Ocotal, Nueva Segovia, el 18 de marzo de 1886. Fue el quinto de los diez hijos que tuvo el matrimonio de Tomás Armijo y Josefina Lozano, ambos originarios de Honduras, quienes se habían establecido en Nicaragua, que entonces disfrutaba de un periodo caracterizado por una relativa tranquilidad política y un moderado desarrollo económico que duraría 30 años, en contraste con las continuas convulsiones políticas que abrumaban a Honduras.

A pesar de que había transcurrido casi medio siglo del fraccionamiento de la América Central, las fronteras eran tan permeables que los movimientos poblacionales todavía ocurrían prácticamente sin formalidades, al grado de que don Tomás desempeñó el cargo de registrador de la propiedad del Departamento de Nueva Segovia, tanto en Ocotal como en Somoto, y posteriormente fue diputado ante el Congreso nacional, posiciones que le permitieron cierta tranquilidad económica.

No obstante, esa apartada región de Nicaragua solamente ofrecía posibilidades para una educación elemental, razón por la cual, siendo un adolescente, Modesto Armijo Lozano fue enviado a iniciar la secundaria a Danlí, pequeña ciudad hondureña localizada a unos 25 km de la frontera con Nicaragua. También Danlí resultó una limitante para su formación, por lo que sus padres decidieron hacer un gran esfuerzo para que completara los estudios de bachillerato en la ciudad de León, Nicaragua. Su permanencia en León solamente fue posible gracias a que obtenía pequeños ingresos trabajando tiempo parcial como tipógrafo y telegrafista. Mientras hacía sus estudios de Derecho en la Universidad de León, impartió asignaturas de matemáticas y ciencias sociales en el mismo instituto, que le otorgó el título de bachiller en Ciencias y Letras.

Se graduó como doctor en Derecho en 1912, presentando su tesis sobre los derechos civiles y políticos de la mujer, controvertido tema que generó desasosiego en la conservadora sociedad de entonces. Es de resaltarse su visión humanista y sentido de la justicia, ya que abogó por estos derechos más de cuatro décadas antes de que se lograra el sufragio femenino, aprobado en 1955. En ese entonces, sus contemporáneos comentaban las repercusiones de esa tesis, con motivo de las significativas reformas al Código Civil que finalmente reconocieron el derecho de las mujeres al voto.

Inició sus actividades profesionales en Matagalpa, la ciudad más importante de la región segoviana, en donde contrajo nupcias con Carmenza Mejía Aráuz y nacieron sus primeros cuatro hijos.

Las elecciones de 1924 llevaron a la presidencia al doctor Carlos José Solórzano, del Partido Conservador, y a la vicepresidencia al doctor Juan Bautista Sacasa, del Partido Liberal, como resultado de una alianza entre dichos partidos para terminar con los sempiternos conflictos políticos que obstaculizaban el desarrollo de Nicaragua. El doctor Armijo formó parte del gabinete como subsecretario de Gobernación durante los catorce meses que duró dicho gobierno, que fue derrocado por un golpe de Estado, encabezado por el general Emiliano Chamorro.

En 1927, al terminar la guerra constitucionalista, no aceptó vivir en Nicaragua durante la intervención estadunidense y optó por exiliarse en Guatemala hasta la retirada de las fuerzas de ocupación en 1933. Fue electo senador y, en años subsiguientes, ministro de Instrucción Pública, magistrado de la Corte Suprema y rector de la Universidad Central de Nicaragua. Enviudó en 1951 y vivió sus últimos años en la ciudad de León, en compañía de su segunda esposa, Emperatriz Icaza, dedicado exclusivamente a la enseñanza universitaria. Después de su muerte en 1968, varios institutos de enseñanza intermedia fueron designados con su nombre, como un reconocimiento a sus continuos esfuerzos por mejorar la educación pública, tanto en magnitud como en calidad.

Han transcurrido más de 40 años desde que mis hermanos y yo conocimos y leímos por primera vez el Diario que nuestro padre escribió para nuestra madre durante los siete meses que duró el bloqueo de la marina estadunidense a Puerto Cabezas, de noviembre de 1926 a mayo de 1927. Nuestro padre ejercía el cargo de ministro de Instrucción Pública en el gabinete del presidente legítimo de Nicaragua, establecido en dicho puerto tras ser derrocado por un caudillo que contaba con el apoyo del gobierno de Estados Unidos. Puerto Cabezas, localizado a más de 500 km de las principales ciudades de Nicaragua, y en ese tiempo sin conexión por carretera, ferrocarril, avión o telégrafo, solamente disponía de las instalaciones inalámbricas de las naves de guerra ancladas en el puerto, que transmitían y recibían algunos mensajes previamente censurados. Esas circunstancias explican el origen del Diario manuscrito de 800 páginas que conocimos pocos años después de su muerte.

Pese a que nuestro padre tenía entonces 40 años, cinco hijos y escasos recursos económicos, no dudó en participar en una lucha contra el adversario local que podía y pudo ser derrotado, y contra una potencia tan grande –el gobierno estadunidense– que solamente podía enfrentarse con el apoyo de la opinión internacional, como realmente ocurrió.

Una reciente lectura del Diario, motivada por la posibilidad de su publicación, me ha conducido a imaginarme estar en ese contexto para poder concluir que fue escrito con carácter estrictamente íntimo y reservado, para conocimiento exclusivo de nuestra madre. Eso explica que ni nosotros supiéramos de su existencia sino hasta después de la muerte de ambos. Por otra parte, nos hemos imaginado el estado de ánimo de nuestro padre, atribulado por el inminente nacimiento de su quinto hijo y por la muerte de su hermano en una de las batallas de esa guerra civil, para comprender su rigor para juzgar cualquier actuación reprobable de las numerosas personas involucradas en esa lucha. Ese rigor nunca lo tuvo en las circunstancias normales de su vida, que más bien se caracterizó por una tolerancia de las inevitables debilidades que pueden afectarnos a todos, a fuer de humanos. La publicación de esos juicios ya no puede herir a los involucrados, todos finados, aunque sí a sus descendientes, carentes de toda culpa, y con varios de los cuales hemos tenido profundas relaciones de afecto. Cabe mencionar que en los años subsiguientes a la guerra civil nuestro padre cultivó estrecha amistad con varios de los involucrados, llegando algunos a ser sus más efectivos colaboradores en sus esfuerzos por reformar e impulsar la educación pública en todos sus niveles, tarea por la cual es conocido ampliamente en Nicaragua, pese a haber transcurrido casi medio siglo desde su muerte.

Ese hecho había generado en mí una profunda duda acerca de la pertinencia de hacer público el Diario íntimo que dedicó a nuestra madre. Al platicar estas dudas con mis hermanos y plantearlas a las personas responsables de la edición del documento, quedamos convencidos de que se trata de un escrito valioso para la historia de Nicaragua, ya que brinda información de primera mano sobre un periodo del que no se han conservado muchas fuentes de este tipo. El Diario no se escribió con la intención de ser publicado, pero los documentos personales son también parte de la historia, la que vive y la que trasciende. Fue escrito en una coyuntura muy dura y difícil para Nicaragua y para nuestro padre, y es desde ahí desde donde deben leerse y entenderse sus juicios en el momento.

Este libro nunca se hubiera publicado a no ser por el entusiasmo de la doctora Mónica Toussaint, gran conocedora de la historia de Centroamérica. Cuando supo de la existencia del Diario mostró un interés genuino por conocerlo a fondo y asumió la tarea de leer, transcribir, revisar y organizar el Diario para convertirlo en un documento útil, testimonio de una época de conflicto y resistencia. A esta tarea se sumó mi compatriota, Guillermo Fernández Ampié, y el resultado del trabajo de ambos es este libro que sitúa en un contexto histórico-social amplio la experiencia vivida por nuestro padre y le da un lugar visible a sus esfuerzos por lograr una Nicaragua libre y justa. Por ello, mis hermanos y yo estamos profundamente agradecidos con la doctora Toussaint y el doctor Fernández Ampié.

Doctor Modesto Armijo (1938)
Carmenza Mejía Araúz (1943)
Carmenza Mejía Araúz, Modesto Armijo Mejía y Modesto Armijo Lozano (1938)
Estracto del diario