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Mercè Traveset Vilaginés

Pensar con el corazón,
sentir con la mente

Recursos didácticos
de educación emocional
sistémica multidimensional

Traducido del catalán
por Manuel León Urrutia

octaedro

Colección Recursos educativos

Título original: Pensar amb el cor, sentir amb la ment. Recursos d’educació emocional sistémica multidimensional, Octaedro, 2014

Traducción del catalán: Manuel León Urrutia

La traducción de esta obra ha contado con la ayuda
del Institut Ramon Llull

Primera edición en papel: julio de 2016

Primera edición: julio de 2016

© Mercè Traveset Vilaginés

© De esta edición:

Ediciones Octaedro, S.L.

C/ Bailén, 5 – 08010 Barcelona

Tel.: 93 246 40 02 – Fax: 93 231 18 68

www.octaedro.comoctaedro@octaedro.com

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ISBN: 978-84-9921-844-1

Diseño, producción y digitalización: Editorial Octaedro

La calidad de vida de una persona depende de su capacidad para sentir las emociones de manera adecuada y para regularlas en respuesta a las circunstancias de vida.

Ignacio Morgado

Presentación

La auténtica magia es aquella

capaz de educar corazones libres,

y proyectar rayos de esperanza y luz

más allá de la oscuridad,

aquella capaz de mirar a la solución

y poner en contacto a las personas,

con su fuerza amorosa, su destino

y sus potencialidades.

Este libro tiene una intención muy clara: mostrar la visión sistémica y multidimensional del mundo emocional y ofrecer herramientas a los docentes, padres y madres para ayudar a los niños y jóvenes a conocerse mejor y a fortalecerse emocionalmente.

Necesitamos una Educación que ofrezca a los alumnos herramientas para aprender a descodificar su mundo interior, saber qué les está pasando en cada etapa de su vida, conocer sus impulsos, sus emociones, sus pensamientos, sentidos y significados y así poder ser más conscientes; aprender a conocer el mundo que les rodea y ocupar el lugar que les corresponde, ubicarse y ampliar su mirada a múltiples dimensiones que les habitan y poder responder al contexto en el que les toca vivir.

Este libro ofrece recursos para favorecer la construcción de la propia subjetividad a partir del desarrollo de una serie de competencias que ayudan a conocerse a uno mismo y a interpretar y transformar el mundo sistémico y multidimensional en el que vive y digerir los cambios que están sucediendo. Estos recursos posibilitan acompañar al alumno a gestionar y generar relaciones emocionalmente saludables consigo mismo, con los demás, con el entorno y con el mundo.

Sabemos que esta es una labor que hay que llevar a cabo en todos los ámbitos educativos, pero dado el gran déficit existente y la dificultad de vehicularla dentro del currículum, se pueden diseñar programas específicos de educación emocional. Lo que sigue es una muestra de ello, que se ha experimentado durante muchos años con adolescentes en forma de crédito optativo. Muchas de las actividades propuestas han sido realizadas a lo largo de estos años y mejoradas para esta práctica. Si bien van dirigidas a la educación secundaria, muchas de ellas se pueden hacer en primaria con los cambios metodológicos pertinentes.

El programa se estructura en siete ámbitos temáticos:

  1. La condición humana y la valoración de la vida.
  2. La construcción de un buen autoconcepto y de la identidad. ¿Quién soy?
  3. Las relaciones humanas y los vínculos.
  4. Habilidades emocionales.
  5. Habilidades cognitivas.
  6. Habilidades sociales.
  7. Ética y valores.

En cada ámbito hay una breve explicación teórica, seguida de los objetivos, contenidos y recursos didácticos y metodológicos para ponerlo en práctica.

Está basado en diversas aportaciones teóricas de diferentes modelos conceptuales: aportaciones de la psicología dinámica, la psicología social, la dinámica de grupos, aportaciones del modelo constructivista, humanista y de la teoría de sistemas, muy especialmente desde el enfoque de Bert Hellinger y su aplicación a la pedagogía, denominada pedagogía sistémica, las aportaciones de la neurociencia, las inteligencias múltiples y las teorías sobre el desarrollo y el crecimiento personal.

Algunos ámbitos están basados en el programa de Competencia Social de Manuel Segura. Se recogen también las necesidades y los conflictos de los adolescentes, detectados a través de la investigación fenomenológica. Así, muchas actividades y escenas han sido creadas por los mismos alumnos, fruto de los años de experimentación del crédito.

Mi experiencia de muchos años de trabajo docente y psicológico con adolescentes y niños, así como con mi hija adolescente, me han enseñado tantas cosas, me han hecho tantos regalos… Para poder conectar con ellos, necesitamos una mirada abierta, sin juicios, hay que ser un investigador de los fenómenos que la vida nos va presentando, hay que hacerse preguntas: ¿Dónde están mirando? ¿Dónde miro yo? Así vamos siguiendo unas pistas, vamos descubriendo cómo generar puentes, cómo establecer conversaciones significativas.

Cada generación obedece a un contexto determinado y es fruto de él. Observar y descodificar lo que sucede es apasionante, y sobre todo nos permite hacer de referente adulto. Por mucho que cambien las cosas, las generaciones anteriores, «los mayores» somos necesarios, útiles. Si nuestros padres, abuelos, bisabuelos han salido airosos, nosotros y los jóvenes también: somos el éxito de todas las generaciones anteriores. De la historia de cada familia mana un pozo de sabiduría; hay que ayudar a los jóvenes a verlo, llenar la mochila con los diamantes y ayudarles a dejar atrás aquellas situaciones que no les pertenecen. Hay que ayudarles a sentir que sus raíces son dignas, a levantar las alas y volar tan alto como les sea posible para inventar y crear el nuevo mundo que ahora se requiere.

Aún hoy la educación consiste sobre todo en enseñar conocimientos sobre lo que nos rodea, pero no se enseña cómo está constituido el ser humano. Por eso no sabemos cómo vivir en equilibrio, no sabemos cómo mantener una actitud tranquila y sosegada en momentos de crisis, porque no sabemos cómo manejar nuestras energías internas. El equilibrio se consigue cuando las energías internas y externas están reguladas. Es necesario que el ser humano se entienda a sí mismo además de comprender o entender su entorno.

Se requiere una educación cuya finalidad sea conseguir la armonización de hombres y mujeres, la cooperación, la inclusión y la paz entre todos los pueblos, una educación que se proponga ir más allá de lo racional, de los contenidos académicos, que dé lugar a los contextos, al mundo emocional visible e invisible y a los procesos fenomenológicos que suceden cada día. Las aportaciones de Bert Hellinger, creador de las constelaciones familiares, serán una herramienta fundamental para conseguirlo.

Ahora ya sabemos que el ser humano está constituido por una red inmensa de complejidades neuronales, sensoriales, psíquicas, sociales y espirituales, que se afectan continuamente unas a otras. Tanto la física moderna, como la neurociencia y la biología, por citar solo algunos campos de la ciencia, muestran descubrimientos que van en esa dirección.

La visión de sistemas en conexión nos da una amplitud panorámica del ser humano. Pero necesitamos instrumentos pedagógicos para acceder a la profundidad y complejidad de las distintas realidades y los diferentes universos que nos habitan.

Las categorías de la vida no son estáticas, fijas e inmutables, sino la instantánea de un proceso en continuo movimiento. La noción de evolución aplicada a la educación nos pone en contacto con la idea de proceso, cambio y desarrollo. La evolución nos dice de dónde venimos y explica las raíces y el contexto histórico de nuestra existencia; nos dice dónde estamos y cada fenómeno de diversidad es una explosión de las múltiples posibilidades que tenemos. La diversidad es uno de los caminos por donde el universo explora su futuro.

Un poco de historia…

Hace muchos años empecé a trabajar en diversos programas para desarrollar el autoconocimiento y el mundo interior de los niños. Primero en infantil y primaria, en la escuela Santa Perpétua de la Mogoda, en una experiencia pionera a inicios de la década de 1980, emprendimos la aplicación de la psicomotricidad relacional de Lapierre y Aucutourier, integrando la información simbólica y lúdica del aula de psicomotricidad al trabajo del aula, desarrollando proyectos holísticos en los que trabajábamos el cuerpo y el mundo emocional y tratábamos de entrelazar puentes de comprensión de los fenómenos cognitivos, utilizando instrumentos de lectura y escritura y creatividad inspirados en las escuelas de Reggio Emilia. Tuve el honor de conocer a Loris Malaguzzi, que decía que «la escuela mata la creatividad y la identidad de los niños». Él sería nuestra inspiración para hacer una escuela viva, motivadora y con unos aprendizajes significativos.

Años más tarde, seguí con una experiencia de Salud Comunitaria que iniciamos en Bilbao y Santander a principios de la década de 1990, con un programa dirigido a adolescentes de los institutos de secundaria. Era un programa preventivo; con ideas de la psicología humanista, Gestalt, bioenergética y del psicoanálisis creamos un recurso que ofrecía herramientas a los jóvenes para comprender su propio proceso adolescente. La metodología se basaba principalmente en el teatro y el role playing con escenas de la vida cotidiana. Tuvo una gran aceptación.

En 1999, trabajando como psicopedagoga en el instituto de secundaria de Viladecavalls, inicié un programa que se llamaba «Conozcámonos mejor» y que tenía como finalidad el desarrollo del conocimiento de uno mismo, los demás y el mundo que nos rodea, poniendo especial énfasis en el conocimiento del mundo interior. Era una continuidad del programa de Bilbao con las aportaciones del programa de Competencia Social, de Manuel Segura, de Canarias. En 2002 conocí el trabajo de Bert Hellinger y el de Marianne Franke, y su libro Eres uno de nosotros fue una fuente de inspiración que me llevó a hacer las primeras aplicaciones de la visión sistémica en las aulas. A continuación aprendí algunas actividades en la formación (en 2003, primera promoción) de Pedagogía Sistémica en Madrid, con Angélica Olvera y su hija Angy Malpica, que realizaba en el CUDEC México actividades muy interesantes con los adolescentes.

A lo largo de esos años fui profundizando en el estudio de la interioridad humana, centrado, en este caso, en la construcción del mundo interior de los jóvenes. Así nació esta experiencia y las actividades que fui creando año tras año.

Se aplicó como crédito optativo, como actividades de tutoría y en combinación con el trabajo curricular en las aulas de refuerzo y de atención a la diversidad. Se convirtió en una experiencia pionera de educación emocional sistémica en un centro de secundaria, donde era realizada por todos los alumnos de segundo y tercero de ESO. El alma de estos jóvenes está presente en estas páginas. Con ellos rejuvenecí, me divertí y, sobre todo, descubrí cómo son las nuevas generaciones. Aprendí a confiar en ellos. A todos les dedico este libro.

En el año 2005 el Departamento de Educación de la Generalitat de Cataluña me concedió una licencia de estudios que me permitió estructurar este trabajo pionero de Educación Emocional Sistémica. En 2012 fue publicado en castellano por el CUDEC México y ahora os presento una nueva versión, con una actualización teórica y de actividades y contenidos.

La teoría y la práctica están imbricadas, una se nutre de la otra, y al aplicar la visión sistémica al mundo emocional, nos abrimos a nuevos conceptos para abordar la educación de la interioridad humana, donde la red de nuestros impulsos, emociones, cogniciones está tejida con hilos de una complejidad inmensa. Por tanto, este no es solo un libro de educación emocional, ya que las emociones no se pueden aislar de los otros ingredientes de la constitución humana.

Es también una propuesta metodológica vivencial, experiencial, en la que se utilizan recursos muy variados: escenas, relajación, meditación, visualizaciones, debates, genograma, fotograma, películas, poemas, etc. El trabajo escrito es secundario y siempre vendrá después de la vivencia. Se trata de tomar conciencia de las sensaciones, emociones y cogniciones y generar un estado de conciencia más amplio de las personas.