Portada

Adam J. Jackson

Los diez secretos del Amor abundante


Si este libro le ha interesado y desea que lo mantengamos informado de nuestras publicaciones, escríbanos indicándonos cuáles son los temas de su interés (Astrología, Autoayuda, Esoterismo, Qigong, Naturismo, Espiritualidad, Terapias Energéticas, Psicología práctica, Tradición…) y gustosamente lo complaceremos.

Puede contactar con nosotros en

Título original: Secrets of Abundant Love

Traducido del inglés por Luisa Fernández Sierra

Diseño de portada: Editorial Sirio, S.A.

Composición ePub: Pablo Barrio

Un pensamiento atravesó mi mente y me dejó transfigurado. Por primera vez en mi vida contemplé aquello que es loado por tantos poetas y proclamado como la verdad definitiva por tantos pensadores: el amor es la última y más alta meta a la que el hombre puede aspirar. En ese momento comprendí plenamente el significado del gran secreto transmitido a través de la poesía y del pensamiento humano: la salvación del hombre tiene lugar a través del amor y en el amor.

Dr. Viktor E. Frankl: El hombre en busca de sentido

A mi esposa, Karen, y a mis hijos Sophie y Samuel, siempre con amor.

Agradecimientos

Me gustaría manifestar mi gratitud a todos aquellos que me han ayudado en mi trabajo y en la redacción de este libro. Estoy especialmente agradecido a:

Mi agente literario Sara Menguc y a su asistenta Georgia Glover por todos sus esfuerzos y su trabajo.

A todos en Thorsons, pero especialmente a Erica Smith, por su entusiasmo y constructivos comentarios a lo largo de la elaboración de este libro, y a Fiona Brown por revisar el manuscrito.

A mi madre, que siempre me animó a escribir y que continúa siendo una fuente de inspiración y de amor; a mi padre, por su ánimo, orientación y ayuda en todo mi trabajo; y a toda mi familia y amigos por su cariño y apoyo.

Y por último, a Karen, mi esposa y la más comprensiva de mis revisoras. No es posible expresar con palabras el amor que siento por la mujer que siempre ha tenido fe en mí y en mi trabajo.

flor1

Introducción

Lo mejor y lo más hermoso de este mundo no puede verse ni tocarse…, pero se siente con el corazón

HELEN KELLER

Posiblemente, lo que todos más anhelamos en la vida sea el amor y las relaciones amorosas. Todos buscamos establecer una relación especial. ¿Por qué, entonces, tanta gente vive una vida solitaria, buscando esa relación, esperándola, pero que en muy pocas ocasiones la encuentra? Si el amor es lo que más deseamos, ¿por qué el número de divorcios y de hogares destruidos está alcanzando cifras tan astronómicas?

¿Por qué hay tantas madres y padres separados que intentan educar a sus hijos en solitario? ¿Por qué están las ciudades abarrotadas de gente que se siente sola y aislada? ¿No será que estamos buscando amor en el lugar equivocado?

Contrariamente a la creencia popular, el amor no es el resultado de la suerte o del destino, no es algo que nos sucede; es algo que nosotros creamos… y todos tenemos el poder y la capacidad de hacerlo. Todos podemos amar y ser amados, todos tenemos la capacidad de crear relaciones amorosas. No importan las circunstancias en las que nos encontremos —solteros y solos o en una relación insatisfactoria y estancada—, la vida puede cambiar y en nuestras manos está que cambie.

A diferencia de muchos otros relatos, los personajes de esta historia están basados en personas reales, si bien, obviamente, he cambiado sus nombres. Tengo la esperanza de que esta parábola inspire al lector del mismo modo que me inspiró a mí, y que sirva para recordarle que la vida puede ser todo aquello que creemos que debería ser: gozo, misterio y amor en abundancia.

flor2

El invitado de boda

Probablemente, de haber estado allí, no te hubieras percatado de él; ninguno de los otros doscientos invitados lo hicieron. Estaba sentado, solo, en una de las mesas más apartadas del salón. Era un hombre joven, con menos de treinta años. Su apariencia, altura y complexión eran normales. Su vestimenta tampoco se diferenciaba de la del resto de los asistentes masculinos: traje negro y camisa blanca con pajarita.

Y, sin embargo, se sentía extraño y fuera de lugar sentado allí solo.

Todos los invitados con los que había compartido mesa durante la comida estaban ahora bailando, pero este joven era tímido por naturaleza y no tenía novia. Así que decidió quedarse sentado y observar la fiesta.

No podía negar que el banquete había sido magnífico y que no habían reparado en gastos. A los cócteles de champán les siguió una exquisita cena de seis platos, amenizada por una banda de jazz en vivo que tocó durante los intervalos y el baile. El lugar en sí era espectacular. Se trataba de la suite Royal para banquetes de uno de los hoteles más lujosos de la ciudad. Nunca había sido demasiado extrovertido y estar en un salón con doscientos extraños no era su idea de diversión. A la única persona que conocía era al novio, un viejo amigo al que no había visto en años. De hecho, le sorprendió recibir una invitación para la boda.

Observó a su amigo que bailaba mejilla contra mejilla con la novia. Parecían muy felices juntos y el joven no pudo evitar sentir envidia y preguntarse si algún día llegaría a estar él en el lugar del novio.

«¿Por qué», pensó, «otra gente se casa, se asienta y tiene hijos y yo no consigo mantener una relación con una mujer por más de unos meses?» El problema no radicaba en encontrar chicas con las que salir, sino en encontrar a la chica adecuada, alguien con quien mantener una relación estable, alguien con quien deseara pasar el resto de su vida.

A veces, sólo pensar en su situación le deprimía. Comenzaba a creer que algo andaba mal en él, por no ser capaz de mantener una relación intensa y duradera. En otras ocasiones se decía a sí mismo que no tenía suerte. Quizás sus amigos tenían razón y el amor era una cuestión del destino: los astros te lo daban o te lo negaban. No se podía hacer nada al respecto: cualquier día te topabas con él o podía no ocurrir nunca.

Sólo se había enamorado una vez, dos años atrás, pero incluso esa aventura no había durado más de tres meses. Cuando rompieron, se sintió desolado y destrozado. Durante semanas apenas pudo comer y dormir adecuadamente. Después de ese desengaño se prometió que nunca más iba a permitir que alguien le hiriera de esa manera.

Mientras tanto, observaba a las parejas del salón: unas abrazadas y riendo, otras bailando y cantando. Se intentó convencer de que era mucho mejor seguir solo y soltero. Después de todo, ¿cuántas relaciones realmente duraban? ¿Cuántas parejas siguen juntas después de unos años? Al menos, siendo soltero, no tendría que pasar por el dolor de la separación y la pérdida. Y además, era libre, libre de hacer lo que quisiera e ir adonde le apeteciese.

Fue entonces cuando, al pasear la mirada por el salón, vio algo que le inquietó, algo que le recordó que el amor duradero era posible y que las relaciones estables sí existían: en medio de la pista una pareja de ancianos bailaban muy abrazados y sonriéndose con la mirada. Mientras el joven los contemplaba, se preguntó si, por alguna suerte de milagro, existiría alguien esperándole a él también… en algún lugar…