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SOBRE EL AUTOR

José Luis Stevens es conferenciante internacional, profesor, asesor e instructor de seminarios. Es psicólogo, trabajador social clínico y autor de dieciocho libros y libros electrónicos así como de numerosos artículos, además de miembro de la junta rectora de la Asociación de Practicantes Chamánicos. Es cofundador de los centros de formación chamánica Power Path School of Chamanism y Center for Shamanic Education and Exchange. Completó un período de diez años de aprendizaje con un maracame huichol y ha estudiado extensamente con la tribu shipibo del Amazonas y el pueblo q’ero de los Andes durante los últimos veinte años.

Es doctor en asesoría psicológica integral por el Instituto de Estudios Integrales de California, licenciado en trabajo social por la Universidad de California en Berkeley y licenciado en sociología por la Universidad de Santa Clara, en California.

Vive en Santa Fe con su esposa y compañera de vida, Lena.

autor

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www.editorialsirio.com

Título original: Awaken The Inner Shaman: a guide to the power path of the heart

Traducido del inglés por Elsa Gómez Belastegui

Diseño de portada: Jennifer Miles

Composición ePub por Editorial Sirio S.A.

Al único y verdadero Chamán Interior
que nos es común a todos

Conocer a los demás es sabiduría;
conocerse a sí mismo es iluminación.

Lao Tzu, Tao Te Ching, sutra 33

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PREFACIO

Si este libro ha caído en tus manos o ha aparecido en la pantalla de tu ordenador en este momento preciso, no es por casualidad; nada de lo que ocurre es en realidad casual. Y, sin embargo, puede que no sea de interés para todo el mundo. Va dirigido a aquellos que valoráis por encima de todo la libertad personal, que tenéis una curiosidad ilimitada por aprender sobre el universo, que anheláis explorar el gran misterio de la vida. A aquellos que de verdad queréis deconstruir la concepción habitual de la realidad y liberaros de los muros de contención erigidos en la mente. Si estás satisfecho con tu vida tal como es, si no deseas cuestionar lo que se te ha enseñado ni que nada se desestabilice, si lo único que quieres es seguir cómodamente asentado en tu vida, entonces, por favor, ignora este libro. Porque este libro habla de transformación. Habla de cambiar tu vida, de romper con la comodidad anodina y descubrir algo mucho más importante. Leerlo lo echará todo a rodar.

Pero si te interesa el viaje más extraordinario que jamás se haya emprendido, desde luego léelo, deja que tu vida se desestabilice, deconstruye tu realidad, date la oportunidad de recibir una información que puede abrirte a una expansión formidable, libertad ilimitada, poder infinito y jubilosa consciencia.

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INTRODUCCIÓN

Este libro habla sobre cómo despertar la fuente de poder y creatividad por excelencia que hay en tu interior, un tú esencial que ha estado contigo, dentro de ti, desde tu principio intemporal. Ese tú esencial, creativo y lleno de energía opera desde siempre en tu interior, pero lo hace sutilmente en segundo plano, como un motor al ralentí. Está desde el principio a la espera de que te hagas consciente de su existencia y le des permiso para participar en tu vida y dar rienda suelta a su inmenso poder e influencia.

Esta fuente creativa que hay en ti es a lo que llamo el Chamán Interior. Se le han dado muchos nombres a ese tú profundo a lo largo de los tiempos. Tal vez lo concibas como Esencia, Espíritu, Alma, Fuente de Vida, Yo Esencial, el Yo Soy, el Camino, el Tao, Fuerza Crística o, quizá más acertadamente, no le des nombre alguno. Yo prefiero llamarlo el Chamán Interior porque el chamanismo es la más antigua vía de conocimiento de esa fuerza interior. Esa fuerza es lo más verdadero de cuanto eres, y sin embargo no llama la atención, lo cual es admirable. No eres consciente de que exista. Imagina que estuvieras sentado encima de un reactor nuclear y no lo supieras. Igual de imponente, igual de formidable es el potencial de transformación radical que esa fuerza encierra; y su modestia, prueba de la voluntad de concederte libertad absoluta para reconocer su existencia o no, para elegir su presencia manifiesta en tu vida o no, para hacer o no hacer uso de su asombroso poder. El Chamán Interior nunca te obliga, te exige o se enfrenta a ti; no opone resistencia a tus pensamientos ni a tus sentimientos, sino que los acepta plenamente mientras vas abriéndote camino por la vida.

Ahora bien, no todo lo que piensas y sientes está en armonía con él, vibra al unísono con él o corrobora su autenticidad. Tolera todas esas distracciones porque no representan para él una amenaza ni le hacen ningún daño; tanto es así que tu Chamán Interior ignora de hecho la mayor parte de lo que experimentas, como quizá tú ignorarías el zumbido lejano de una avioneta que en nada afecta a aquello que en determinado momento fuera tu foco de atención. Y no es que lo ignore con intención de ser cruel o abandonarte; en realidad, es beneficioso para ti que haga caso omiso de tus preocupaciones, conflictos, críticas, miedos, desengaños y enfados. El Chamán Interior espera sencillamente a que sobrevenga en ti la cordura, un atisbo de luz o de reconocimiento por tu parte. En pocas palabras, vive a la espera de que estés preparado para tomar consciencia de él. Hasta que alcances ese momento de madurez, en que la semilla que hay en ti germine y deseche la cáscara externa que la cubre, el Chamán Interior aguarda. Entretanto, no interfiere, ni alienta tampoco nada que carezca de fuerza, sinceridad y verdadero sentido.

Como tu Chamán Interior está conectado con la verdad, no tiene miedo; es por tanto esa parte de ti que es valerosa, esa parte de ti que no se deja desanimar, que no se deja invadir por la ansiedad ni se deprime. En definitiva, tu Chamán Interior es ese aspecto de ti que está completamente sano. Rebosa de salud gracias a un aporte infinito de vitalidad, creatividad, curiosidad, inspiración y conocimiento profundo y sustancial sobre cuál es el curso de acción apropiado en tu vida. El Chamán Interior te ayuda a soltarte del impulso imperioso de controlar lo que haces y hacen los demás, y a relajarte y confiar en que estás seguro y a salvo en brazos de la propia vida. La vida tiene en verdad un plan para ti, y el Chamán Interior sabe exactamente cuál es y te guiará inexorablemente hasta él. Lo único que puede impedirte realizarlo es el miedo.

Descubrir a tu Chamán Interior te ayudará a anular la tendencia al victimismo, a sentirte impotente, a caer en la pereza y en la falta de motivación. Abrazar al Chamán Interior te hará más eficiente y productivo porque sistemáticamente irás acabando con todas las fugas de energía que hay en tu vida –la preocupación, por ejemplo, lo mismo que vivir pendiente de lo que piensen los demás o de la imagen que tengan de ti (al Chamán Interior le da igual)–. Y a la vez, el Chamán Interior es la energía del amor.

He elegido llamar a este poderoso núcleo del ser por el nombre de Chamán Interior porque considero que es el que mejor, el que con más exactitud lo define. Los chamanes son individuos muy singulares, de gran poder interior, que obran en las culturas indígenas de todos los continentes. Han existido desde el principio de la historia. Atendiendo a un llamamiento interior y con arduo trabajo e iniciativa propios, los chamanes hacen un servicio crucial a sus comunidades. Se los conoce por muchos otros nombres: maracame entre los huicholes de México, hombre o mujer de conocimiento en la tradición tolteca del sur de México, paqo en los Andes de Perú y Bolivia, curandero o curandera en las tribus indígenas de Norteamérica, y muchos más. En nuestro tiempo, «chamán» ha pasado a ser el nombre genérico por el que se conoce a estos profesores, filósofos y sanadores de impresionantes poderes. Son los líderes espirituales más antiguos del mundo, individuos que, entre sus muchas funciones, curan a los enfermos, realizan ceremonias para armonizar a la comunidad con el medio ambiente, combaten la negatividad, se comunican con los antepasados, colaboran con aliados por el bien de los demás, reúnen conocimientos –que enseñan luego a través de relatos–, hacen el papel de videntes y profetas, y guían a su pueblo. Pasan mucho tiempo haciendo acopio de poder y energía para ejecutar complejos actos sobrenaturales y viajar a otras dimensiones y lugares lejanos –como el cúmulo estelar de las Pléyades, situado en la constelación de Tauro, conocido también por el nombre de las Siete Hermanas– para adquirir conocimiento y experiencia.

Su camino, el camino chamánico, es ante todo un camino con corazón, de servicio y generosidad, de amor al Espíritu y a la creación entera. Es también el camino del equilibrio. Los chamanes de todo el mundo aspiran a vivir en completa armonía con la naturaleza, el entorno, el ciclo de las estaciones, del tiempo atmosférico, y la ordenación cambiante de las estrellas, la luna y el sol. Para lograrlo, cultivan la inteligencia del corazón, pues en el corazón reside la claridad de mente necesaria para ver con un conocimiento experto de este y de otros mundos.

Aunque hay chamanes que caen en la trampa de la codicia, el poder y las malas artes –igual que ocurre en cualquier profesión–, en conjunto son precisamente las personas que mayor responsabilidad asumen por el bienestar del planeta y sus habitantes, incluidos los animales, las plantas y todos los elementos. Asimismo, para los chamanes los ámbitos espirituales son motivo de gran desvelo e interés. Pese a que la mayoría de los que realizan estas prácticas no admitan que son chamanes, aludir a ellos como tales es hacerles el más merecido elogio, rendirles el mayor de los honores.

«Chamán» es un término muy antiguo procedente de la tribu evenki de Siberia, un pueblo cazador de renos, y significa «el que ve en la oscuridad», o «el que sabe». El Chamán Interior es la consciencia esencial, el sabio interior que ve la verdad, que está en armonía con todo, que tiene acceso al saber, al poder y a la serenidad infinitos. ¿Podría haber un nombre mejor?

MI VIAJE DE DESCUBRIMIENTO

Mi viaje personal hacia la reconexión con el Chamán Interior fue largo y sinuoso. De niño supe de los grandes chamanes de la Biblia, que demostraban su conocimiento del Chamán Interior en actos de heroísmo e inmensa compasión. Moisés, bajo la dirección del Espíritu, dividió en dos las aguas del mar Rojo, provocó una tormenta de granizo e hizo manar agua de una roca. Jesús expulsó a los demonios, calmó tempestades, convirtió el agua en vino, curó a los enfermos y se apareció a sus apóstoles después de crucificado. Estos relatos que hablaban de alterar las leyes normales de la física, y utilizar y dirigir las fuerzas de la naturaleza, me dieron una noción de los enormes poderes del corazón despierto.

Estudié en una universidad jesuita a finales de los años sesenta, y allí tuve el primer contacto con las grandes religiones y filosofías del mundo. Después de leer en Autobiografía de un yogui la historia de la vida de Yogananda, empecé a estudiar sus impactantes enseñanzas. Descubrí que con frecuencia habían hecho milagros personas ajenas a la tradición cristiana. En Berkeley, donde me gradué en trabajo social clínico, tuve la fortuna de conocer al maestro zen coreano Seung Sahnime, un profesor jovial, de cara redonda, que en un inglés rudimentario consiguió transmitirme una perspectiva de la vida enteramente nueva. Nunca olvidaré cómo señalaba su calva reluciente en respuesta a mis preguntas al tiempo que decía alegremente:

—Demasiados pensar. Déjalo. Solo ve hacia delante; con mente que no saber.

Luego reía con gran regocijo. Estos eran, como descubriría con el tiempo, los aspectos básicos de la forma chamánica de entender la vida. Mucho después, me enteraría de que el maestro Seung era el más respetado maestro zen de toda Corea y gozaba de renombre mundial. ¡Quién lo hubiera imaginado!

Empecé a leer con avidez, zambulléndome en el mundo de la metafísica y la filosofía perenne, y comprendí que una sola verdad es la esencia de todas las grandes religiones del mundo. Leí a Annie Besant, C. W. Leadbeater, madame Blavatsky, Alice Bailey, Manley Hall y Aldous Huxley. Los libros de Seth, que canalizó Jane Roberts, pusieron patas arriba la visión que tenía de la realidad. Me encontré por primera vez con el concepto de que mi realidad la creaba yo, uno de los principios fundamentales de la concepción chamánica del mundo.

Cuando terminé los estudios de trabajo social en Berkeley, me hacían falta miles de horas de experiencia para licenciarme, de modo que conseguí un trabajo en el Hospital Estatal de Salud Mental de Napa, en California, en un pabellón de internamiento para adolescentes. Durante dos años trabajé con jóvenes que padecían enfermedades mentales graves. Luego, emocionalmente agotado y con apenas veintiocho años, decidí viajar al Lejano Oriente, solo y en busca de aventuras. En la India y Tailandia, conocí a personas que demostraron tener capacidades paranormales para alterar las leyes convencionales de la naturaleza. Vi a algunos andar sobre fuego y cristales, doblar recias barras de acero utilizando la concentración, predecir el futuro y demostrar su don para saber con la mayor facilidad cosas sobre mí que nadie podía haberles contado. Presenciar estos hechos me arrebataba, me aliviaba, me enervaba y me producía una desorientación absoluta al mismo tiempo. Todo mi mundo se había trastocado..., y sabía que esta nueva manera de ver era lo que más intensamente anhelaba.

En Nepal conocí a un lama budista tibetano con el que estudié, y que me enseñó que aprender va mucho más allá de escuchar palabras; descargaba conocimientos en mí simplemente presionando su frente contra la mía. En Varanasi (India), una vidente me leyó el futuro con sorprendente exactitud y me ayudó así a salvar la vida en una etapa muy posterior del viaje. En aquel momento, que alguien me dijera cómo y cuándo iba a morir me sumió en una espiral de ansiedad y depresión. Afortunadamente, me enteraría luego de que estaba en mi mano cambiar aquellos planes aparentemente predeterminados, y en la actualidad he superado ya con mucho la fecha anunciada para mi fallecimiento. Con las prácticas chamánicas, recuperé la libertad de elegir mi futuro.

Cuando volví a casa, sufrí un choque cultural. Para encontrarle sentido a todo lo que había ocurrido en mis viajes, empecé a estudiar con un hombre al que muchas personas de mi círculo mencionaban, el reverendo Lewis Bostwick. No tenía aspecto de clérigo: era un hombre corpulento vestido con ropa informal y sin formación académica que había creado el Instituto de Parapsicología de Berkeley en una casa ruinosa, donde impartía clases informales. Me enseñó mucho sobre el Chamán Interior, aunque los términos que él utilizaba eran «Dios de tu corazón» y «espacio». Me hizo tomar consciencia del enorme poder del sí mismo interior, y demostraba una y otra vez lo que este era capaz de hacer. Aquel hombre podía leer con facilidad la mente de cualquiera. Con un movimiento rápido de la mano, tenía la capacidad de eliminar un pensamiento negativo o todo un patrón de pensamiento programado. Aunque yo tenía una licenciatura, me parecía estar en primero de preescolar en esta nueva búsqueda de conocimientos.

En 1980 decidí que había llegado la hora de hacer el doctorado en psicología, y elegí el Instituto de Estudios Integrales de California, en San Francisco. Allí me encontré en medio de hombres y mujeres que habían estudiado con chamanes, lo cual nos llevó a mi esposa, Lena, y a mí a ser durante diez años aprendices de Guadalupe Candelario, un chamán o maracame huichol. Los huicholes viven en las escarpadas sierras de México central y son uno de los dos únicos pueblos que consiguieron escapar al dominio de los conquistadores españoles y conservar su forma de vida. Entre sus gentes hay muchos hombres y mujeres que practican las viejas tradiciones y son conocidos por su saber y pericia en el chamanismo. Durante una década solíamos recorrer más de mil seiscientos kilómetros hasta llegar a México central para trabajar con Guadalupe en secreto. Aceptamos no contarle a nadie, ni siquiera a nuestros amigos, que habíamos iniciado aquel aprendizaje. A veces venía él a Estados Unidos para trabajar con nosotros en nuestro terreno. Al principio, el aprendizaje se me hizo muy difícil porque Guadalupe me ignoraba y se dirigía solamente a Lena. Tardó varios años en comprender que mi compromiso era sincero, y entonces me acogió de verdad. Me había sumido hasta tal punto en aquel camino de descubrimiento que ya nunca podría volver a ser como antes.

Los huicholes son célebres también por la intensidad de sus ceremonias de sanación, en las que consumen grandes cantidades de un cactus alucinógeno llamado peyote y cantan y bailan sin parar durante días. En cierto momento de una larga noche de ceremonia, Guadalupe contó una vivencia personal que me cambió para siempre. Habló de cómo a su padre lo habían asesinado cuando él era niño y de cómo su madre se había escapado con el asesino, abandonándolos a su suerte a él y a sus hermanos y hermanas. Al verse solos y sin dinero en una aldea de montaña, asumió la responsabilidad de criar a los demás, para lo cual tuvo que contar con que el Espíritu le ayudaría. Sobrevivieron a base de mendigar y hacer pequeños trabajos. Más tarde, ya de adolescente, vivió con su tía, una maracame consumada, que le enseñó las artes chamánicas de los huicholes. Lo mandó al desierto en un viaje de iniciación y pasó allí tres años hasta encontrar al Chamán Interior; cuando regresó, empezó a hacer de instructor/chamán para su pueblo. Me impresionó y me inspiró de verdad que aquel hombre analfabeto hubiera llegado a ser el extraordinario maestro que era. Comprendí que si él había podido hacer frente a retos de tal magnitud y salir de ellos más fuerte, sin duda yo podría lidiar con mis circunstancias, mucho más fáciles, y hacer también realidad mis sueños.

Muchos años después, Lena y yo conocimos a un impactante maracame huichol de camino hacia una ceremonia dedicada a la sanación de los más pequeños. Aquel indio de aspecto común ataviado con el típico sombrero mexicano y ropas andrajosas que tiraba de un burro nos saludó en el sendero que ascendía por la montaña con las palabras:

—¿Y qué os ha dicho hoy Dios?

Sorprendido, sonreí y balbuceé algo. El hombre respondió entonces con una narración extensa y detallada de lo que Dios le había comunicado a él. Sus palabras dejaban traslucir un conocimiento del mundo y de sucesos futuros que escapaban al entendimiento de muchos de aquellos a los que se considera cultos. Habló del caos económico que se avecinaba y de la necesidad de retornar a una forma de vida natural. Habló del cambio climático y de la necesidad de modificar nuestro estilo de vida antes de que fuese demasiado tarde. Habló de la sequía y de las guerras y de lo importante que era conectar con el Espíritu porque sin esa conexión no habría solución posible. Muchas de sus profecías se han hecho realidad con los años. Nunca he olvidado aquel encuentro espontáneo ni la profundidad de conocimiento que revelaban sus ojos. Como los chamanes dirían, aquella coincidencia aparentemente casual no fue un accidente. Teníamos una cita con el destino aquel día y estaba dispuesto que nuestros caminos se cruzaran. La información que nos dio no la había sacado de libros ni de noticiarios. Escuchaba al Espíritu, a su Chamán Interior, y sabía.

En 1990 me trasladé con mi familia a Santa Fe, en Nuevo México, donde sigo viviendo. Había conocido a indígenas norteamericanos de muchas tribus con ocasión de ceremonias, clases y rituales de purificación en cabañas de sudar, y siempre me resultaba a la vez inspirador y doloroso, pues recibía el contragolpe de la hostilidad que había engendrado en ellos la espantosa historia de maltrato que habían vivido a manos del hombre blanco. Esto fue en parte lo que me impulsó a estudiar con chamanes de otras culturas, que estaban mucho más dispuestos a transmitirme sus enseñanzas.

El conocimiento del Chamán Interior fue creciendo en los incontables viajes que hice a Perú para trabajar con los shipibo del Alto Amazonas, que tienen reputación de ser el pueblo indicado para quienes quieren aprender chamanismo en la selva. Los shipibo son cantores y maestros de ceremonias de primer orden; recogen de la naturaleza estructuras musicales que luego entretejen en exquisitas creaciones textiles y pintan en sus atuendos y construcciones. Los shipibo me dieron a conocer el poder del Chamán Interior por medio del canto, la oración, la ceremonia y muchos días y noches de ingerir una determinada planta que abría mundos interiores de visión y poder. Antes de conocer a los shipibo, rara vez cantaba. Ahora lo hago a diario como parte de mi práctica, y me da alegría, como debe ser.

Durante muchos años he estudiado también con los paqos q’eros, los chamanes de las escarpadas laderas andinas de Perú. Al igual que los huicholes, pudieron escapar de la dominación española huyendo a las altas montañas, donde mantuvieron vivas las más ancestrales tradiciones de los incas y conservaron su imponente caudal de conocimiento. Llegar al territorio de los q’eros no es tarea fácil y supone atravesar puertos de montaña de más de cinco mil metros de altura. Incluso en los meses estivales, hace un frío gélido debido a la altitud. Al no disponer apenas de plantas, los q’eros son maestros de la sanación valiéndose del reino mineral y maestros del tiempo atmosférico; además, son capaces de comunicarse con los apus, los imponentes picos andinos que son sus guardianes. En numerosas ocasiones los he visto comunicarse con las nubes y concertar con ellas que una fuerte tormenta pasara de largo para que pudiéramos terminar un despacho, un ofrecimiento a las montañas, o seguir viaje por una angosta quebrada.

Tras uno de estos extraordinarios viajes a Perú, mirando por la ventanilla mientras el avión describía un círculo para aterrizar en Albuquerque (Nuevo México), sentí una comunicación intensísima con el paisaje desierto que se extendía a mis pies. La tierra me daba la bienvenida a casa de una forma que nunca antes había sentido. El Chamán Interior me reveló que yo ya no era la misma persona que había salido de allí tres semanas antes, que por la dura dieta de tabaco a la que me había sometido estaba abierto a formas de ver y de saber que hasta ese momento me habían estado vedadas. Eso ha permanecido en mí desde entonces. Por todo ello, con el tiempo, el Chamán Interior ha pasado de ser una idea interesante a convertirse en mi realidad personal.

He seguido aprendiendo sobre el Chamán Interior entre los chamanes aborígenes de Australia, el pueblo sami de Finlandia y el maya de Guatemala. Los mayas me enseñaron sobre todo a apreciar el don de sus chamanes para leer las estrellas, hacer intrincados cálculos matemáticos y crear sistemas de calendario increíblemente exactos que abarcan miles de millones de años. Quizá nadie haya predicho el futuro con tanta meticulosidad y exactitud como ellos. Poca gente sabe que, al decir de los ancianos mayas, los sesenta años que siguen a 2012 encierran la clave del futuro de este planeta; el mundo experimentará tal transformación que será casi irreconocible para 2072. Será para el bien de la humanidad. Buena parte del tiempo que transcurra entre estas dos fechas será semejante a un solar en obras, y habrá un gran caos al colapsarse los viejos sistemas y ser reemplazados por otros mejores.

El mundo está cambiando a gran velocidad, y no hay forma de volver al paradigma de valores del pasado reciente cuyo lema era: «Aquel que muere con más juguetes gana». Las economías del mundo y la gestión general de la energía serán sustituidas por modelos más sostenibles, las relaciones internacionales darán un giro hacia la cooperación, los sistemas sociales –desde la educación hasta la medicina o los gobiernos– cambiarán para mejor. En este libro encontrarás lo que necesitas interiormente para navegar por los tiempos que se avecinan, pero tendrás que poner tu granito de arena y llevar a la práctica esa información si quieres evolucionar. Puede ser un gran disfrute e infinitamente provechoso.

Se ha tenido conocimiento del Chamán Interior durante siglos, pero solo unos pocos individuos revolucionarios han sido capaces de aprehenderlo e implementarlo en el mundo moderno. Ahora se ha abierto un potente portal: es el momento oportuno que hace que incorporar este conocimiento sea decisivo. Aprovecha la ocasión; el tiempo apremia. Tienes que tomar una decisión. ¿Qué realidad quieres vivir? ¿Qué futuro quieres tener? Puedo asegurarte que el camino del Chamán Interior preludia un futuro que se manifestará en cooperación, gratitud, perdón y amor.

La breve historia que acabo de relatar dista mucho de incluir a todos los magníficos profesores que he tenido en mi vida y que me han dado una mayor comprensión de qué es el Chamán Interior. Todos ellos han formado parte de mi viaje, una experiencia estupenda, a veces sembrada de la más angustiosa frustración, miedo, duda e impaciencia por un lado y de dicha, pasión, asombro y exuberancia por otro. Indudablemente, si decides emprender un viaje de descubrimiento del Chamán Interior similar al mío, vivirás tu propia transformación radical. Esa posibilidad me motiva y me ayuda a cumplir mi tarea en la vida como facilitador decisivo del crecimiento y la aceleración personales. Es lo que me mueve a escribir este libro. Espero que el camino de tu vida sea todavía más rico y revelador de lo que ha sido el mío y desde luego al menos igual de gratificante. Mi intención es que encuentres dicha, plenitud, satisfacción e inefable misterio en este fabuloso viaje.

SOBRE LAS DUDAS

statu quopersona

El Chamán Interior, por otro lado, tiene más poder que cualquier falso yo superficial, cualquier parásito y por supuesto cualquier organización humana. Es más poderoso que las religiones, los gobiernos, la ONU, la CIA, el FBI, la KGB, los partidos políticos, el complejo industrial militar, el sistema educativo, el sistema sanitario o cualquier organización terrorista del planeta. Precisamente a causa de ese poder se le considera una enorme amenaza, y por eso desde tiempo inmemorial se ha hecho lo imposible por eliminar toda referencia a él, todo conocimiento de él, toda admisión de su existencia. Gigantescas instituciones han intentado proveernos de sustitutos, distraernos y tenernos bajo su control. Nos dicen que necesitamos un intermediario para comunicarnos con la fuente o el creador de nuestra experiencia –un sacerdote, pastor, imam o rabino– porque carecemos del estatus, el poder, los recursos, la educación o, lo que es aún más grave, el derecho de conectarnos con el Espíritu directamente. Además de las grandes religiones del mundo, también el complejo militar industrial, la comunidad científica, el mundo corporativo y algunas ideologías políticas muy poderosas –como el nazismo, el fascismo o el comunismo– han intentado eliminar toda referencia al Chamán Interior. Hitler ordenó una redada y envió a los chamanes a los campos de concentración.

El mundo en el que vivimos ofrece sus propios sustitutos o distracciones en forma de entretenimientos, compras, sexo, comida y dinero. Ninguno de ellos le llega a la suela del zapato al Chamán Interior despierto, y sin embargo son recursos que han demostrado su eficacia para mantener a la población dormida, hasta hace muy poco. Ahora el Chamán Interior está empezando a revolverse a gran escala, activándose –concretamente a través del ADN humano–. Y a su emerger le acompaña una asombrosa consciencia. La razón por la que ha comenzado a emerger en este momento es muy sencilla: subconsciente o conscientemente, queremos que lo haga; le hemos pedido que lo haga. Como población, empezamos a estar hartos de un mundo que no funciona, un mundo que lo promete todo pero nos da bien poca alegría, dicha y satisfacción verdaderas. Es fácil ver que los televisores de pantalla plana, los teléfonos móviles, los ordenadores y los últimos modelos de coches han elevado el nivel de vida, pero no nos han dado felicidad. Cuanto más difíciles son las circunstancias del mundo, más preparados estamos para que se manifieste en nosotros el Chamán Interior. En lo más hondo anhelamos descubrir la verdad suprema, aunque tal vez no seamos capaces de ponerle nombre. Anhelamos conectarnos con el Espíritu aquí y ahora, desatar los poderes ocultos que son derecho nuestro de nacimiento y que solo han manifestado unos pocos e históricos grandes avatares y maestros espirituales. En lo más hondo del corazón queremos ser sanadores y hacedores de milagros –«bendiciones andantes», como llaman los q’eros a los chamanes más excepcionales que hay entre ellos–. Queremos tener el poder y la influencia necesarios para ayudar a nuestros semejantes y resolver el problema de la desigualdad, la pobreza, la guerra y el hambre. Deseamos hablarle a la naturaleza y escuchar cuando nos responde y nos enseña la forma de ser felices. Como pronto verás, este anhelo está directamente integrado en nuestro ADN..., y nunca dejará de estarlo.

CÓMO UTILIZAR ESTE LIBRO

Esta obra está organizada de manera lógica: cada capítulo agrega algo a lo que se ha dicho en el anterior. De ahí que tenga sentido leerlo la primera vez de principio a fin. Después, puedes volver a cualquier capítulo que te interese, o a ejercicios que tal vez quieras practicar repetidamente. Quizá te apetezca hacer la prueba de dejar caer el libro y que se abra por donde sea, al azar.

Una advertencia: me gusta recompensar a los lectores de mis libros dejando parte de la información más sustanciosa casi para el final, porque alguien que ha perseverado merece encontrar las joyas más recónditas. No obstante, hallarás información importante y valiosa en todas las partes de este libro. Que disfrutes.