Javier Barra Rosales





Bitácora de Emociones

Una travesía al interior



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TERCERA EDICIÓN

Septiembre 2018

Editado por Aguja Literaria

Valdepeñas 752

Las Condes - Santiago de Chile

Fono fijo: 56 - 227896753

E-Mail: contacto@agujaliteraria.com

www.agujaliteraria.com

Página Facebook: Aguja Literaria


ISBN

978-956-603907-5


Nº INSCRIPCIÓN:

294.630


DERECHOS RESERVADOS

Bitácora de Emociones

Javier Barra Rosales

Queda rigurosamente prohibida sin la autorización escrita del autor,

bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total

de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía

y el tratamiento informático.


TAPAS:

Imagen de Portada: Kaneroni

Diseño de Tapas: Josefina Gaete Silva

Prólogo I


La naturaleza siempre ha existido. No solo es posible observarla en su dimensión espacial, sino también sentirla con intensidad hasta identificarse de manera plena con su georama. Muchas personas son amantes de ella, en especial la disfrutan los excursionistas, pues les brinda la tan ansiada paz.

El montañista que practica este deporte busca el goce de la naturaleza y la verdadera contemplación del cielo y las nubes, el deleite del canto de los pájaros y la belleza de la vegetación.

Solo la naturaleza es capaz de ofrecer al ser humano el goce integral que lo anima y rejuvenece. Gracias a ella apreciamos las cosas simples del placer de vivir, pues despierta en nosotros la capacidad de asombro.

Este hermoso libro es una singular invitación a disfrutar de la belleza natural. A través de artísticos relatos y reconfortantes imágenes, este joven montañista quiere compartir una forma especial de enfrentar la ecología. Sus palabras describen el encuentro del ser humano con su entorno, al tiempo que se replantea su antagónico papel frente al infinito universo.


Aurora Muñoz Caro
Profesora de Estado

Prólogo II


Acercarse a la naturaleza ofrece la oportunidad de reencontrarnos con una forma distinta de vivir y sentir, nos permite conectarnos con espacios más esenciales de nuestro ser que han sido olvidados. Gracias a este acercamiento descubrimos que la armonía y la serenidad subyacen bajo la inquietud y el desasosiego que, por capricho y prepotencia, hemos definido como el mundo real y objetivo.

En este libro, la narración de estas excursiones, realizadas por Javier en compañía de sus amigos, pretende transmitir esa dimensión de la realidad que, también para mí, es mucho más genuina, mucho más sincera que las experiencias que por lo general etiquetamos como “verdaderas”.

La naturaleza es una opción de vida. Así lo considero y, por tanto, lo promuevo, destaco, considero y valoro con claridad en todo su sentido y significado. Más cerca de nosotros que cualquier otra cosa están los bosques, los senderos de ovejeros y baqueanos, las montañas que debemos venerar, recorrer y ascender. Son parte de nuestra tierra desde la Patagonia, ese mito que, por cercano, se diluye en su esencial magnificencia. La tierra nos ofrece la fuerza y la vitalidad para templar nuestro cuerpo, aleccionar la mente y descansar el alma en el hogar trascendental y verdadero.

Es por esto que los invito a sumergirse en estas historias, en ellas probarán los elixires exquisitos de esa vida que está a nuestro alcance. La naturaleza es poderosa, pues en ella reposa nuestro ser esencial. Somos lo mismo, naturaleza y vida, merecemos probar lo bueno.


Doctor Julio Contreras


Así como la vida se abre paso entre las duras y heladas rocas de la montaña, hoy doy un nuevo paso hacia un terreno desconocido. Quiero entregar algo de las experiencias descubiertas, un regalo de emociones sentidas allá donde nace el horizonte y la soledad encuentra significado.

La montaña es adornada con innumerables valores y adjetivos. Se la llama amiga del hombre, magnífica expresión de la naturaleza; se dice que es altanera y sublime, indómita y suave, una vertiginosidad de incomparables matices… Ella es toda mi razón, mi destino y felicidad.

En el acelerado ritmo actual, la vida pasa de manera inadvertida para nosotros, se hace imposible encontrarle un sentido a las propias acciones o al entorno donde nos desarrollamos. A quienes me han acompañado he querido aportarles mi visión con respecto a la búsqueda de una filosofía de vida. Esta brota en momentos de prueba, cuando debo superar dificultades y desafíos. Este aprendizaje se vuelca hacia el interior, atraviesa los poros para mezclarse con el sudor producto del esfuerzo realizado.

Confío en que mi camino recorrido, un poco más elevado, afecte de una manera similar a los que estuvieron conmigo. Deseo que la influencia positiva de una vida sana instruya las mentes de quienes tengan la oportunidad de leer estas líneas.

Lleno del amor que siento por lo que hago y, si me es permitido, dedico estos relatos a todos los andinistas anónimos que cada día ascienden hasta sus propias cumbres. Buenos montañeros, aprenden a dar un tranco tras otro, descubren con dolor que, en ocasiones, es mejor retroceder que dar el siguiente paso, desisten de acceder a la cima cuando esta se perfila sobre ellos, pues saben que siempre estará ahí, esperándolos. Dedico este libro a todos los que se alegran por cada logro obtenido, aquellos que se emocionan al ver caer una lágrima de coraje; esos serán siempre nuestros triunfos. Somos deportistas sin espectadores, no conocemos los aplausos ni el aliento, excepto aquel que emana de la cordada que se forma con los compañeros. 

Siento que, cuando mis sentidos no sean capaces de percibir la montaña, mi espíritu escalará sus laderas y pendientes, mi aliento se posará sobre la cima y solo mis lágrimas inundarán los valles. Somos andinistas, conquistadores de cumbres y sueños, gracias al eco de los pequeños desafíos.

Javier Barra Rosales


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Monte Tarn
al extremos sur




Dedicado a mis compañeros de cordada y a mi madre, quien 
siempre me apoyó en mis sueños de vivir aventuras. También 
a mi hijo César Ignacio, he dejado un testimonio para él en la 
cumbre del cerro, espero que pronto eleve su vista y corazón
hacia las montañas que nos observan y esperan con paciencia.

Para muchos, este es un fin de semana como cualquier otro, ideal para llevar a cabo una actividad normal. Para nosotros, jóvenes deportistas sedientos de aventura, es un valioso tiempo para ir a la montaña. Nos impulsa el deseo de ir más allá, abandonar los sitios a los que acude el común de la gente. El horizonte no tiene límites, sabemos que nos espera ese paraje donde solo habita el eco, anticipamos el repicar de las voces, ese sonido que se transforma en una melodía capaz de avivar los sentidos.